Sombras Del Pasado

LLANTO

RICK

—Prepare esto para ti.

Aquella mujer que supongo era la madre de Erik traía una bandeja llena de comida en sus manos mirándome con tristeza y pena.

—Gracias.

Evite mirarla de frente y comí en silencio dejando la bandeja vacía en el velador izquierdo viendo las sábanas con la mente en 
blanco aún con miles de dudas en mi cabeza. 
Había perdido la noción del tiempo y como barco a la deriva navegaba sin rumbo ni horizonte. 
Me levanté con cuidado y baje las escaleras comprobando que no existía nadie en esa casa siendo aquejado por un dolor en mi 
costado que me obligó a sentarme esperando a que el dolor cediera. 
Regrese a esa habitación ya un poco mejor y busque mis zapatos para salir de ahí en dirección a mi casa muy preocupado de 
lo qué pudiera suceder pero al ingresar encontré a mi madre ebria sobre el sofá con algunos hematomas en su rostro.

—¿Que haces aqui? —pregunto hastiada.

—Mamá...

—Porque volviste Rick, sabes que si Carlos se entera nos matara a los dos, el no quiere verte.

—No quiero dejarte.

—Vete, toma tus cosas y vete.

No respondí al darme cuenta que ya estaba dormida y preferí caminar a mi habitación con intenciones de descansar con la respiración acompasada intentando que el dolor pase de una maldita vez.
Sólo es una cortada. 
Cerré los ojos un segundo volviendolos abrir ante los gritos de mi madre que me enfermaban, cansado de mi vida, harto de que todo terminé doliendo y hartó de sentir esta necesidad de matarme, de escapar sin arrepentimientos. 
Empuñe mis manos y salí dirigiéndome hasta la sala, viendo a mi padrastro sobre mi madre que lloraba tratando de resistirse a que ese hombre la besara.
No entendía que pasaba pero aquella perturbadora escena me encerró en un estado de trance cómo un niño viendo desde la rendija de una puerta cerrada.
Mi cuerpo se movió sólo quitando de encima a Carlos para acto seguido arremeter golpes contra el una y otra vez hasta que su sangre mancho mis nudillos. 
Acaba con el, matalo. 
Un golpe en mi nuca me detuvo regresando en sí con el rostro destrozado de mi padrastro en el suelo.
Mi corazón era una acelerada danza al compás de mi respiración pero no era el único sonido, atrás de mi existía un llanto ahogado que reconocí asustado comprobando lo que me resistía a creer pero todos mis instintos lo sabían. 
Mi madre con un despertador en su temblorosa mano viéndome horrorizada como si estuviera un monstruo frente a ella.
¿Ahora me odias?.

—Lárgate ahora mismo.
¡Vete y no regreses!, ¡¡NO QUIERO VERTE DE NUEVO!!.

Arrojó el despertador a mi rostro tomando mi mano para sacarme cerrando la puerta de un golpe.
Has perdido todo una y mil veces, ¿has perdido lo poco que queda?. 
El sentimiento de devastación que te golpea, la desilusión y el inmenso remordimiento, todo termina quebrandote en pedazos. 
Salí corriendo llegando hasta el edificio abandonado que se había convertido en el único lugar donde podía estar a salvo y comencé a tirar todo lo que encontraba, furioso, frustrado, traicionado y decepcionado. 
No quería hacerlo. 
Me deje caer al suelo cansado saboreando mis amargas lagrimas sabor a culpa y agonía y deslice un pedazo de vidrio por ambas muñecas sintiendo el ardor mientras gotas de sangre teñian de rojo mi piel.
Tal vez debería morirme y dejar que los demás sean felices porque estoy seguro de que todo estaría mejor sin mi. Todos 
estarían mejor... Sin mi.




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