Sombras Del Pasado

ENTRE LA VIDA Y LA MUERTE

ERIK

¿Un cuerpo sin alma puede seguir viviendo?. 
Recuerdo que una vez Miriam me hizo esa pregunta y yo conteste de manera superficial basándome en la lógica: No es posible.
Recuerdo que después de escuchar mi respuesta ella se fue molesta y no volvió a hablarme en todo el día.
No la comprendí en ese entonces y aun ahora tampoco había encontrado una respuesta. 
¿Un cuerpo sin alma puede seguir viviendo?.

—¡¡Necesitamos urgente un donante de sangre O negativo!! —informo la enfermera.

—Soy O negativo.

Me apresure algo ansioso atrapado en un sin fin de pensamientos deprimentes que desaparecieron ante la mirada preocupada de mi madre que me gritaba que algo andaba mal. 
Le sostuve la mirada tratando vanamente de averiguar que sucedía aunque lo único que conseguí es que se sumará a mi lista de preocupaciones. 
El piquete de la aguja y un leve ardor me hizo cerrar los ojos volviendolos abrir centrándome en la aguja que dejaba fluir mi 
sangre hasta una bolsa sobre una pequeña mesa.
Por muy extraño que pareciera aquella sensación calmaba mi frustración por el momento.

—Coma su Sandwich y tomé su jugo —pidió una enfermera mayor de manera amable.

Asenti escuchando el sonido de las zapatillas de la enfermera alejándose para luego regresar deprisa algo nerviosa.

—¿Podría donar una vez mas?.

—Si, Claro.

Done 3 veces con solo una idea en mente, mantenerlo con vida. 
Debía vivir no importa el costó de salvarlo. 
Cerré los ojos algo mareado esperando que pronto todo dejé de moverse y me enderece recargando me en la pared algo 
desesperado y ansioso prestando un poco de interés a la herida ya vendada en mi rodilla en un intento de canalizar mi ansiedad al no tener noticias nuevas del doctor.

—Hijo todo saldrá bien.

Asentí agradeciendo el intento de mi madre por mantenerme tranquilo pero la sensación de que me estaba ocultaba algo no me ayudaba.
Preferí desviar la mirada ignorando la, por ahora ya tenía suficiente con está realidad. 
Suspire y volví a sentarme pasando mis temblorosas manos por mi rostro y cabello dejando que una presión en el pecho parecida 
a una roca no me dejara respirar. 
Me levanté por milésima vez desde que llegué aquí y caminé en busca de un poco de aire tratando de ocultar mi vulnerable estado. 
No estaba de humor para recibir reproches de mi madre por no cuidar de mí y ya me encontraba muy asfixiado sintiendo que mis pulmones se comprimian de 
manera lenta y dolorosa.

Me recargue en una pared agitado con cada respiro que se asemejaba a brasas ardientes descendiendo por mi garganta que quemaban todos mis órganos. 
Me deslice por la pared creyendo que perdería el conocimiento pero una suave voz me regreso a la conciencia. 
Miriam se encontraba parada frente a mi acariciando mi cabello tal y como lo hacia yo cuando la encontraba llorando.

Me prometí no olvidarla pero con el paso del tiempo había olvidado su voz y lo callada de su risa. 
Habia olvidado su rostro y los hoyuelos de sus mejillas cuando sonreía. 
Ahora todo parecía mas una copia barata de la realidad. 
Extendí la mano pero ella estaba lejos de mi alcance vestida con la misma ropa que usaba cuando murió.

—Respira Erik, es fácil.
Mírame, todo saldrá bien.

Miriam sonrió y entonces sentí una mano en mi hombro que me hizo voltear viendo a una enfermera que parecía preocupada.

—¿Se encuentra bien?

Asentí y busque a Miriam pero ella ya había desaparecido como la alucinación que era. 
Sabia que no podía ser real, sabia que haber donado sangre ya había comenzado a afectarme pero lo importante es que ya me encontraba mejor y tranquilo. 
Regresé con mi madre y vi que hablaba con el doctor que sonrió al verme.

—Se encuentra estable por ahora pero esta muy debil y lo mejor es esperar el desarrollo que tendrá esta noche —informo el doctor.

—¿Puedo verlo? —pedí sin pensar recibiendo un asentimiento del doctor que se quedó a hablar con mi madre.
Ingresé algo emocionado y temeroso viendo al chico de enfrente inconsciente y muy pálido, tan blanco como el papel, tan frágil como una hoja. 
Me pare frente a su cama y por fin pude respirar mas tranquilo al verlo con vida —Por favor mantente con vida.

Fué mi absurda petición consiente de que no me había escuchado, que ignoraria mis palabras.




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