PARTE 5/2

Fijé la mirada en aquel hombre. Era alto, de piel blanca y musculoso, con un tatuaje en el brazo izquierdo que parecía contar una historia de batallas y secretos. A simple vista, parecía un militar, pero su mirada ocultaba algo más oscuro. ¿Qué hacía un militar secuestrando personas? ¿Sería por dinero o había algo más siniestro detrás de su fachada?

La habitación en la que me encontraba era gande y mal iluminada. Las paredes parecían cerrarse sobre mí, y el aire estaba cargado de tensión. El hombre se movía con una precisión inquietante, como si supiera exactamente qué hacer en cada momento. ¿Cómo había llegado yo hasta aquí? Recordé el último momento en Estados Unidos, la sensación de ser arrastrada, el miedo en mis entrañas.

De repente, un golpe en la puerta me sobresaltó. El hombre se levantó con una agilidad sorprendente y abrió la puerta. Le entregaron una bolsa y me ordenó: “Ven a comer”. Aunque tenía hambre y sed, no le respondí. Él se acercó, empujándome contra la pared. Agachándose, susurró: “Mira, tengo una hija de tu edad. No te haré daño, pero si algo te sucede, estaré en problemas”.

—Si no vas a hacerme daño, ¿por qué me has traído aquí? ¿Cómo has logrado sacarme de Estados Unidos? Mi familia debe estar preocupada. ¡Déjame ir! —exclamé, desesperada.

Me miró con lástima, se dio la vuelta y dijo: “Come y hablamos, ¿de acuerdo?”. Pero yo no cedí: “¡No! Eres un psicópata. Prefiero morir antes que ser vendida. No soy tonta para creer tus mentiras”.

El miedo me atenazaba mientras él me sujetaba con fuerza y me obligaba a sentarme frente al plato. “Come”, ordenó, Alli hay una  bolsa con ropa limpia. “El baño está allí. Si no haces lo que te he dicho, te arrepentirás”.

Cuando se fue, me duché rápidamente y me cambié. Encontré un bolígrafo en el escritorio y lo guardé en mi calcetín por si me hace falta para defendeme. Escuché voces fuera: -“Mierda, ya viene”. Debía seguirles el juego si quería sobrevivir y reunirme con mi familia. Pero también sabía que no podía confiar en él. ¿Qué oscuros secretos escondía este hombre? ¿Y cómo escaparía de esta pesadilla?

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La puerta se abre de golpe, y él entra. Sus ojos escudriñan cada rincón de la habitación, evaluando si he cumplido con lo que me ha pedido. La tensión en el aire es asfixiante, y yo, atrapada en este juego macabro, lucho por mantener la calma.

“Buena chica”, murmura con una sonrisa retorcida. “Si te portas bien, las cosas serán más fáciles para ambos”. Sus palabras me llenan de asco y desesperación. Solo quiero escapar de aquí, pero sé que no hay salida.

Un segundo hombre aparece en la penumbra. Su rostro está marcado por una cicatriz que cruza su mejilla. “Shaw”, le llama . El nombre resuena en mi mente como un eco ominoso. ¿Se llama Shaw? El hombre con la cicatriz parece mas peligroso

“Todo está listo”, responde Shaw con voz grave. Su presencia me heló la sangre. ¿Qué están planeando? ¿Por qué yo?

Mis lágrimas caen sin control. La angustia me oprime el pecho. Mi mente corre en círculos, imaginando los horrores que me esperan. ¿Será este el fin? ¿La última vez que veo la luz del día?

Shaw se acerca, y mi miedo se convierte en rabia. “¡No te acerques, maldito criminal!”, grito con todas mis fuerzas. Pero él me sujeta con una fuerza sobrenatural. Siento que mis costillas se aplastan, y el pánico me asfixia.

De su bolsillo, saca una aguja afilada. El dolor punzante me atraviesa cuando me inyecta algo desconocido. “Tranquila”, susurra. “No te muevas”. Mi cuerpo se paraliza, y las esposas se cierran alrededor de mis muñecas.

Una venda cubre mis ojos, y Shaw me carga sobre sus hombros. Estoy indefensa, atrapada en la oscuridad. ¿Dios, dónde estás? ¿Por qué me has abandonado?

El abismo de la desesperación se abre bajo mis pies, y me hundo en él sin remedio. ¿Habrá alguna esperanza de escape? O es este el fin de mi vida tal como la conocía. Solo quiero estar con mis padres y abraza a mi hermano. ojala me hubiera despedido de ellos. Ellos tenian razon si les hubiera escuchado nunca pasaria esto....