Elena estaba completamente concentrada en la cerradura electrónica, sus manos firmes mientras manipulaba las herramientas. Finalmente, con un clic sutil, la cerradura cedió y la puerta se abrió lentamente. Ambos se detuvieron para escuchar cualquier señal de movimiento, pero el pasillo seguía en silencio.
Daniel se adelantó, su dispositivo de escaneo en mano. “Vamos rápido,” dijo en voz baja, guiando a Elena hacia la oficina de seguridad que estaba al final del pasillo.
Entraron en la oficina, un espacio pequeño y desordenado lleno de monitores, cables y archivos apilados. Daniel se dirigió hacia uno de los monitores, que mostraba una serie de cámaras de seguridad en vivo. Se agachó para revisar los sistemas y tratar de averiguar cómo desactivar temporalmente las cámaras.
Elena, mientras tanto, se concentró en los archivos físicos que estaban dispersos por el lugar. “Aquí parece haber montones de documentos,” dijo, señalando una pila de carpetas y cajas etiquetadas con códigos de clasificación.
“Perfecto,” respondió Daniel. “Mientras yo me encargo de las cámaras, tú revisa esos archivos. Busca cualquier cosa que esté relacionada con experimentos, proyectos secretos o documentos clasificados.”
Elena comenzó a examinar los documentos, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. Cada carpeta que abría parecía estar llena de información técnica y datos encriptados. A medida que pasaba las hojas, sus ojos se encontraron con una carpeta que tenía una etiqueta que decía “PROYECTO K-29: ARCHIVO CONFIDENCIAL.”
Elena tomó la carpeta con cuidado y la abrió. Dentro, encontró varios documentos, entre ellos informes y gráficos sobre algo llamado “Experimento de Control de Comportamiento.” Los términos eran complejos, pero había suficiente información para hacerla sentir que había encontrado algo significativo.
“Daniel, creo que encontré algo,” dijo Elena, su voz llena de emoción contenida. “Esta carpeta habla de un experimento llamado K-29. Parece que están realizando investigaciones sobre el control del comportamiento de la población.”
Daniel levantó la vista de los monitores, su expresión preocupada. “Eso podría ser lo que estamos buscando. Necesitamos recopilar toda esta información y salir antes de que se activen las alarmas.”
Elena rápidamente comenzó a reunir los documentos y a empaquetarlos en una de las cajas vacías que había encontrado. Mientras lo hacía, Daniel seguía revisando los sistemas de seguridad, asegurándose de que las cámaras estuvieran inactivas por el momento.
“Listo,” dijo Daniel finalmente. “Las cámaras están desactivadas, pero no sabemos cuánto tiempo durará. Debemos movernos antes de que alguien se dé cuenta de nuestra presencia.”
Ambos se dirigieron hacia la puerta, y Elena cerró la oficina de seguridad con cuidado, tratando de dejar todo como lo habían encontrado. Se movieron con rapidez por el pasillo, regresando a la entrada secundaria que habían usado para entrar.
Una vez fuera del edificio, se detuvieron en un rincón oscuro para asegurarse de que no había nadie cerca. La adrenalina aún corría por sus venas mientras revisaban las cajas de documentos que habían logrado llevarse.
“Lo hicimos,” dijo Elena, respirando profundamente. “Ahora, solo falta analizar toda esta información.”
Daniel asintió, observando la ciudad mientras la noche se extendía. “Sí, y debemos hacerlo con cuidado. Estos documentos pueden tener implicaciones graves, y debemos estar preparados para cualquier cosa.”
Ambos comenzaron a caminar de regreso al parque, donde habían acordado reunirse con Marcus para compartir lo que habían encontrado. El peso de los documentos era considerable, pero también lo era el potencial de la verdad que contenían.
Mientras se acercaban al punto de encuentro, Elena miró a Daniel, sabiendo que su viaje estaba apenas comenzando. La búsqueda de la verdad prometía ser más peligrosa y complicada de lo que habían anticipado, pero el descubrimiento de un posible experimento de control de comportamiento les había dado una nueva dirección.
Con cada paso que daban, la realidad de su misión se asentaba más firmemente en sus mentes. La Ciudad Prohibida no solo era un lugar de opresión, sino un escenario de manipulaciones y secretos profundos que ahora estaban decididos a desenmascarar.