Somos Pasajeros

Capítulo 6: Invisible.

Han pasado cinco días desde mi salida con Mael y el incómodo encuentro con esa chica desconocida. La verdad es que aún me siento confundida por lo que ocurrió, como si todo se estuviera enredando en mi cabeza. Era ya tarde, las 11 de la noche, y mis padres habían salido de viaje, así que aprovechaba el tiempo para quedarme sola. Bajé a la cocina en busca de algo dulce, y al llegar vi a Zay, mi hermano, con un pote de Nutella en las manos, aparentemente disfrutando de un festín nocturno.

— ¿Zar está trabajando? — le pregunté, sentándome frente a él.

Zay levantó la mirada con una sonrisa pícara.

— Tiene una junta importante, pero no se olvidó de guardar su parte para mí — me dijo, mientras sacaba una cucharilla pequeña y me ofrecía el pote.

Tomé una cucharada y la llevé a mi boca, disfrutando del dulce contraste en mi paladar.

— ¿Cómo salió todo? — preguntó, curioso, mientras metía el pote nuevamente en la alacena.

Solté un suspiro de frustración, sintiéndome atrapada entre mis pensamientos.

— Es horrible cuando tu familia se entera de que saliste con un chico solo porque tu coche tiene que informar tus movimientos. — me quejé.

Zay me miró, sin juzgarme, y asintió con comprensión.

— Yo no quiero saber qué hiciste, solo quiero saber cómo salió. — me recordó.

Lo entendí perfectamente. Mi hermano no me pedía detalles sobre dónde fuimos ni qué hicimos, él solo quería saber cómo me sentía con todo esto, cómo estaba manejando la situación. Mis padres y hermanos ya sabían sobre mi ruptura con Connor, y aunque mis padres estaban furiosos, mis hermanos parecían más aliviados.

— Bien. — dije, encogiendo los hombros, como si eso fuera todo lo que podía decir.

Zay sacó unas fresas del refrigerador y preparó un pequeño plato con crema para mí, mientras él mismo se servía también.

— ¿Cuál fue el desastre? — dijo con tono juguetón, como si ya supiera que algo más estaba pasando.

Yo lo miré, dudando por un momento. No podía entender cómo mis hermanos siempre parecían saber cuando mentía, como si tuvieran un sexto sentido.

— Te escucho. — dijo Zay, levantando una ceja.

Tomé aire y dejé escapar un suspiro.

— No sé qué soy para él, Zay. La salida fue genial, me hizo reír, me escucha, me hace sentir... Hoy una chica se presentó y fue un poco muy incómodo. — bajé la mirada, sin saber cómo seguir.

Zay me miró, claramente interesado. No quería preocuparlo, pero sentía que tenía que hablarlo con alguien, y él siempre había sido quien mejor me escuchaba.

— ¿Qué pasó con esa chica? — preguntó, y vi cómo su expresión se volvía más seria, sabiendo que algo más estaba pasando.

Le conté lo ocurrido con la chica y cómo todo me confundía.

— Cuando nos conocimos, desde el primer momento me pareció lindo, pero súper casanova, conectamos muy bien, es un gran chico, yo pensé que nunca iba a salir con otro chico si no con Connor, pero él apareció y es distinto... — expliqué, sintiendo una mezcla de confusión y atracción.

Zay sonrió de lado, y no pude evitar ruborarme cuando me hizo la pregunta que no quería escuchar.

— ¿Te besa? — preguntó, guiñándome un ojo.

Me sonrojé inmediatamente, asintiendo con la cabeza.

— Sí... — murmuré, sin saber si quería seguir hablando sobre eso.

Zay no se detuvo, sus ojos estaban fijos en mí, esperando que continuara.

— Pero no sé si él quiere que esto sea solo de salidas, besos y ya. Yo no quiero ser una chica de una lista. — dije, bajando la cabeza, mis ojos comenzaban a picar de tanta confusión.

Zay se recostó en la silla, tomando mi mano con suavidad.

— Lo que tienes que hacer es ser sincera con él, ¿me entiendes? — dijo, en un tono serio, pero lleno de comprensión. — Tienes que decirle lo que sientes, porque así sabrás qué juego está jugando, y si realmente quieres ser parte de él.

— Zay, ¿pero qué pasa si soy demasiado intensa? — pregunté, bajando la mirada.

Mi hermano me miró fijamente, sabiendo que eso era solo una excusa para no enfrentar mis propios sentimientos.

— Si no le dices nada, entonces eres la intensa. Porque él no sabe qué pasa por tu cabeza, y eso es frustrante. Pasas la noche dándole vueltas a todo, buscando respuestas que no encuentras. Te partes la cabeza, buscando señales, y... — Zay dejó la frase en el aire, sacudiendo la cabeza como si recordara algo que ya había vivido. — Tiene que saber para poder darte una respuesta.

Me quedé en silencio por un momento, procesando sus palabras.

— Gracias... — susurré, abrazándolo con fuerza.

Zay se apartó un poco y sonrió, pero algo en su mirada me hizo pensar que había algo más en su cabeza. Como si él estuviera guardando algo, pero no se atreviera a decirlo.

— ¿Y quién es ella…? — le pregunté, con curiosidad, mientras observaba su expresión.

Zay dejó escapar una ligera sonrisa nerviosa, y su corazón comenzó a latir más rápido. No lo entendía, pero sabía que estaba evitando responder.

— No sé de qué hablas. — dijo, con un tono más serio, como queriendo desviar la conversación.

No me convenció, pero decidí no insistir. Algo estaba pasando con Zay, algo que él no quería compartir, pero me hizo pensar que, a veces, los hermanos también tienen sus propios secretos.

— Oye, sabes que no hay otra dueña de este corazón, ¿verdad? — le dije, riendo un poco para restar tensión.

— Aja, claro, seguro. — respondo, rodando los ojos, pero no pude evitar sonreír.

Antes de que pudiera añadir algo más, Zay se levantó para irse.

— Anda, vete a dormir. Ya es muy tarde. — me dijo, para evitar que siguiera con esa conversación.

Lo llamé mientras se dirigía hacia la escalera.

— ¡Zayron! — grité.

— ¿Sí? — respondió desde la puerta, antes de subir a su habitación.

— Estoy aquí... — le dije, mientras me quedaba en la cocina, recordando lo que había dicho. Sabía que Zay estaba pasando por mucho, entre la universidad, las responsabilidades que recaían sobre él como el segundo hijo varón, y las expectativas de nuestros padres. A veces sentía que mis hermanos cargaban con más de lo que podían manejar. Me entendían mejor de lo que imaginaba, aunque no siempre supieran cómo ayudarme.



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En el texto hay: historia, novelacorta, romance

Editado: 05.04.2025

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