Somos Pasajeros

Capítulo 13: Un sueño Cumplido.

Después de dos días de la graduación de Mael, por fin había llegado mi turno. Era el cierre de una etapa, pero también el inicio de otra. El auditorio estaba lleno, las luces brillaban y, aunque el nerviosismo me invadía, algo dentro de mí me decía que estaba lista.

Toda mi familia estaba ahí, incluso Zayron, quien había logrado arreglárselas para asistir. Y, por supuesto, Mael, con esa sonrisa suya que me hacía sentir que todo valía la pena.

Cuando mi nombre fue anunciado por el micrófono, caminé con paso firme hasta el escenario y tomé mi diploma. Escuché los aplausos, sentí los abrazos y felicitaciones, pero mi mirada buscó instintivamente la de él.

Ahí estaba Mael, con un ramo de flores rojas en sus manos, esperándome con esa sonrisa que deslumbraba.

—Felicidades, mi hermosa graduada —dijo mientras colocaba las flores en mis manos.

—Gracias, superestrella —bromeé, recordando sus logros en el fútbol.

Soltó una risilla, pero antes de que pudiera responder, me incliné y pegué mis labios a los suyos en un beso suave y lleno de significado.

—La parejita del año, qué sorpresa —interrumpió una voz cargada de burla.

Me giré y vi a Connor. El idiota tenía una sonrisa arrogante, pero en su mirada había algo más… ¿molestia?

Vi la tensión en Mael, su mandíbula apretada, sus manos cerrándose en puños. Antes de que hiciera algo impulsivo, me acerqué más a él, deslizando mi brazo por el suyo, dejando claro que Connor ya no tenía ninguna influencia sobre mí.

—Vaya, Connor, qué raro verte aquí. Pensé que las ratas se escondían cuando ya no eran bienvenidas —solté con una sonrisa irónica.

Su expresión se endureció y dejó escapar una risa forzada.

—No sabía que te gustaba ser la segunda opción, Vaelis. Pensé que tenías más dignidad.

La sangre me hirvió, pero no dejé que sus palabras me afectaran.

—¿Segunda opción? No, cariño, más bien tú eres el error que corregí a tiempo. Lo bueno es que aprendí de mis equivocaciones y ahora tengo a alguien que sí vale la pena.

El rostro de Connor se desfiguró de rabia.

—Eres una arpía —escupió con veneno.

No tuve tiempo de responder. Antes de que me diera cuenta, Mael ya le había propinado un puñetazo en la cara, haciéndolo tambalearse hacia atrás.

—No te vuelvas a acercar a Vaelis —gruñó Mael, con los ojos encendidos de furia—. Porque la próxima vez no será solo un golpe.

Connor se llevó la mano a la mandíbula, mirándonos con rabia antes de girarse y marcharse, maldiciendo por lo bajo.

Solté una risita al verlo huir, luego volví mi rostro hacia Mael.

—¿Sabes? —murmuré divertida— Creo que ese golpe le quedó perfecto.

Mael me miró con una media sonrisa y me tomó de la cintura, acercándome más a él.

—Y tú eres perfecta —susurró antes de besarme de nuevo.
...

Días después, una invitación llegó a casa de los Montclair. Era para el espectáculo final de la academia de baile donde me presentaría como una de las bailarinas principales en El Cascanueces.

Mi madre abrió la carta y, por primera vez en mucho tiempo, vi algo distinto en su mirada. Mi padre la leyó en silencio. No dijeron nada, pero el ambiente en casa se sintió diferente.

Cuando llegó la noche de la función, el teatro estaba repleto. Llevaba mi traje de bailarina, mis zapatillas listas, pero mi estómago era un nudo de nervios. Respiré hondo. Cuando las luces iluminaron el escenario y comenzó la música, dejé que todo fluyera.

Cada movimiento era mi historia, cada giro y salto demostraban la pasión que me había traído hasta allí.

Desde el público, mi familia observaba en completo asombro. Nunca me habían visto bailar de verdad, y ahora, en ese escenario, entendieron lo que significaba para mí.

Cuando la función terminó y salí a recibir los aplausos, mis padres estaban de pie. Mi madre tenía lágrimas en los ojos y mi padre, por primera vez en su vida, me miraba con orgullo.

—Lo entendemos, Vaelis —dijo mi madre cuando me encontraron tras bambalinas—. No queremos que vayas a esa academia… porque hemos encontrado una mejor aquí en la ciudad. Vamos a pagarte las clases. Queremos que sigas tu sueño.

No pude contener las lágrimas. Por fin, después de tanto tiempo, me apoyaban.

A mi lado estaban mis hermanos, Zayron y Zarek, con sonrisas orgullosas. Y por supuesto, Mael, quien me rodeó con sus brazos y me susurró:

—Sabía que lo lograrías.

Miré a mi alrededor y sentí cómo la felicidad llenaba cada rincón de mi ser.

Mi familia.
Mis sueños.
Y el amor de mi vida.

Era solo el comienzo de una nueva historia.



#2509 en Otros

En el texto hay: historia, novelacorta, romance

Editado: 05.04.2025

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