Somos una Mentira

Capítulo 5

Me desperté con una energía que no sabía que tenía, me duche rápido y me coloque un body negro de mangas cortas y cuello de tortuga con una falda color crema, me puse mis tenis ya que no pude comprar zapatos por tantas bolsas de ropa, me queda pendientes los zapatos.

Decidí bajar a desayunar y me comí unos bagels, cubiertos con salmón ahumado y alcaparras, rellenos, les unte queso crema, sé que es una costumbre aquí en New York gracias a las charlas con Gaby, con una contundente combinación de huevos, tocino y queso, estos bagels están deliciosos, me tome una limonada con menta como toque final.

Con la pancita llena, cepille mis dientes y me alise el cabello con las manos nerviosa, antes de por fin decidir salir del hotel. Me heche mi perfume favorito y me hice una coleta alta y salí directo a buscar el Hospital Health Bellevue y gracias al celular lo encontré, traje pesado y respiré profundamente, entre por la puerta.

Me acerque a recepción.

—Buenos días, vengo de visita a la paciente Melanie.

La recepcionista me observo ajustándose las gafas.

¿Por parte de?

—De Meryl, Meryl Schekeryk

Estuve viendo como tecleaba datos, sentía mi corazón bombear rápidamente, hasta sentía que me sudaban las manos.

—La señora Schekeryk, está ingresada en la habitación 632 del piso tres. —Me entrego un gafete que decía 'visitante'

—Muchas gracias. —contuve la emoción al agradecerla.

—Señorita—me detuvo—ya que al ser usted el numero registrado por la señora Schekeryk debo comentarle algunas cosas.

—Dígame—espere que no se notara mucho mi ansiedad.

Me sentía inquieta, la recepcionista no me dejaba ir a ver a mi madre, estaba por volver a preguntar por que la tardanza cuando otra mujer más adulta se acercó a mí.

—Mucho gusto señorita Schekeryk, soy la doctora Jennifer y soy la encargada de su madre, puede acompañarme a mi oficina.

Tenia la tentación de negarme, pero tengo que saber que tiene.

—Por supuesto, guíeme.

—Por aquí.

Empezamos a caminar hasta las oficinas del hospital, me indico donde sentarme.

—Veras Meryl, tu madre esta en coma, esto debido a lesiones cerebrales traumáticas. Estas a menudo son consecuencia de un accidente de tránsito o un hecho de violencia. Melanie tuvo la mala suerte de que un camión perdiera el control y chocara con ella, ingreso consiente y casi la perdimos, menos mal que pudimos salvarla, pero entro en estado de coma, no suele durar más de unas semanas. Las personas que están inconscientes durante más tiempo pueden quedar en estado vegetativo duradero, lo que se conoce como estado vegetativo persistente, o con muerte cerebral, dios quiera que eso no le pase.

—Ella...mo-morirá—No, no puede ser. —debe de haber un error doctora.

—Lo lamento mucho, cariño.

—Si ella...—contuve un sollozo—si ella se recupera ¿Qué complicaciones tendrá?

—Si bien muchas personas se recuperan progresivamente de un estado de coma, otras pasan a un estado vegetativo persistente o mueren. Algunas personas que se recuperan de un estado de coma terminan con discapacidades importantes o menores, y si eso sucede necesitamos a un acompañante o familiares.

—¿Soy su única familiar?

—Registrada sí, pero hay dos personas más que tienen su sangre, pero no están registradas en el sistema, pero parecen que son familiares. Nos encargamos de llamarlos también.

Bien, parece que tengo más familia a parte de mi padre, ojalá que me acepten.

—Puedo ir a verla.

—Por supuesto, cariño.

Me levante e hice una leve reverencia, y salí de la oficina, suspire con pesar, que caótico es todo esto, cuando me dispuse a buscar la habitación tuve que contenerme para no correr, por fin la conoceré, por fin, por fin.

Me detuve casi por reflejo cuando casi choco con otra chica.

Una chica con el mismo rostro que el mío...

—Perdón—me disculpé y seguí adelante.

El hospital tenía un olor frío, metálico, como si la vida allí se suspendiera en cada máquina, en cada respiración asistida. Avance por el pasillo con el corazón latiéndole en la garganta. Toda mi vida había imaginado a mi madre de mil formas, pero nunca así: en silencio, prisionera de un sueño del que quizás no despertara.

No quisiera solo verla en cama, quería hablarla, conocerla, no quiero que muera por un tonto error de un conductor, no quiero culpar a personas que no tienen nada que ver.

Ya había llegado a la habitación, pero la puerta de la habitación estaba entreabierta, ¿había alguien adentro?

Empujó con suavidad y entre. El pitido constante del monitor cardíaco fue lo primero que escuché, y luego la vi: una mujer de rostro sereno, con el cabello revuelto sobre la almohada, respirando a través de un tubo. La piel pálida, pero aún hermosa.

Podía ver desde mi posición los mismos rasgos de ella en mí, soy igual a mi madre, la felicidad que sentía era más grande que tener a mi primera amiga.




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