Soñadores

Capítulo 0- Prólogo

En una habitación sumida en la oscuridad, solo la tenue luz de la luna se filtra a través de las cortinas, que ondeantes por el viento crean sombras danzantes en las paredes.

//Bzzzzz//

[Mensaje nuevo recibido]

Un celular que yace encima de una almohada, casi hirviendo, parpadea intensamente rompiendo la penumbra con destellos intermitentes y alumbrando el techo casi en su totalidad.

//Bzzzzz//

[Mensaje nuevo recibido]

Los mensajes llegan a ser cada vez más frecuentes, haciendo que la habitación tenga un color azulado.

//Bzzzzz//

[Mensaje nuevo recibido]

Las notificaciones parecen multiplicarse, llenando el techo con un espectáculo fugaz de luces y sombras.

//Bzzzzz//

[Mensaje nuevo recibido]

Parece que el dispositivo está a punto de explotar, vibrando con una intensidad casi insoportable y más allá de su capacidad.

Entonces...

—Auuuughhhhh, ¡qué sueño! —exclama la dueña del teléfono, estirando sus brazos y limpiando el sudor de su frente.

—¿Quién demonios escribe a esta hora? Son las dos de la mañana.

Su dueña, con un poco de sudor y saliva regándose a chorros por su mejilla, abre todos los mensajes y ve algo un poco extraño.

—¿Un foro de internet acerca de sueños compartidos? —se pregunta a sí misma mientras abre el link del foro, tratando de forzar sus ojos hasta que se acostumbren al brillo del dispositivo.

Poco a poco va deslizando su dedo, viendo que entre varias conversaciones de los usuarios se menciona algo sobre “Sueños Compartidos”.

—Jaja, el internet no deja de sorprenderme —dice incrédula mientras da pequeñas risitas al ver estos mensajes, tratando de mantener sus párpados bien abiertos.

Sin embargo, nota que el foro y estas conversaciones parecen ser genuinas. Existen muchos usuarios alrededor del mundo que comentan la veracidad de los “Sueños Compartidos” e inclusive dando una serie de pasos para poder conseguirlos.

Con un poco de duda rondando su mente, copia el link del foro y se lo envía a su amiga.

—De seguro a Alessia le gustará ver esto —afirma segura de sí misma, mientras un gran bostezo se abre paso por su boca y deja caer su celular de nuevo, no sin antes haberlo apagado.

Y así es como el teléfono y su dueña vuelven a un sueño profundo, haciendo que la habitación recupere su oscuridad inicial y su tranquilidad continúe hasta la mañana siguiente, pese a los recurrentes ronquidos de su babeante huésped.




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