Sonrisa de Mil Demonios

Capítulo 9

Narra Allison

Al abrir los ojos y al levantarme bruscamente me mareé de manera inmediata.

Estoy en mi habitación...

Estoy sola en mi habitación y Katty se encuentra acostada en un rincón del lugar.

— ¿Cómo...?

Cierro los ojos un leve dolor de cabeza me envuelve cuando la realidad me golpea.

— Hijo de Gabriel...

Esa voz.

La carcajada resonó.

¿Cómo llegué tan rápido?

Sentía que su voz me envolvía.

Sentía que no había salida alguna de él.

— ¡Allison! ¿Estás lista? 

 ¿Qué?

Y lo recuerdo...

¡La cena!

Me dirijo con prisa al baño y noto que... Ya estoy lista.

Todo está bien.

Luzco perfecta y sin ninguna pizca de haber corrido, sudado, caído y golpeado.

Tal vez todo fue imaginario...

Tal vez nada fue real...

Sólo fue una alucinación, solo una más.

— Solo fue una alucinación... — Repetí esa pequeña frase varias veces para convencerme.

— Allison, ¿Estás ahí? — Preguntó mi tía detrás de la puerta.

— Sí, ya bajo.

Ella entreabrió la puerta y asomó su cabeza mientras yo me concentraba en parecer calmada.

Pero todas mis mentiras me engañan.

Al observarme completamente arrugó su cara.

— ¡Pero qué te ha pasado! — Sin duda alguna todas mis mentiras se estaban burlando de mí en ese preciso instante.— ¡Mírate! — Me volteé hacia el espejo y fue entonces cuando noté todo mi maquillaje corrido...

¿Cómo...?

Y nuevamente esa voz que lograba paralizar cada parte de mi cuerpo resonó en mi cabeza...

— Hijo de Gabriel...

— ¡Prométeme que no te vas acercar!

— ¡A ella no le harás nada!

Y vuelve aquella incomoda voz...

Cierro los ojos tratando de quitarme aquel pensamiento que perturbaba mi mente.

Me debeía concentrar para no tener a mi tía interrogando.

— Anda ya pequeña, estás muy rara, arréglate rápido que nos vamos.

 Mi tía no muy convencida salió de la habitación dejándome con el corazón acelerado.

— ¿Hijo de Gabriel?

Digo sosteniéndome del lavamanos.

— ¿En qué demonios me has metido?

(...)

Ya estábamos en el estacionamiento del restaurante, en el cual cenaríamos con uno de los socios de la empresa de mi familia.

Y pensándolo bien, creo que soy la única en la familia que nunca se interesó en aquella empresa.

Aunque tenía una explicación, porque la última vez que entré a ese lugar tenía unos siete u ocho años.

Nos bajamos del auto y pude admirar el exterior de aquel lugar,  todo es tan lujoso...

Hay una gran fuente en todo el frente de la gran puerta de entrada, adornos de cristal bañados en oro y personas en trajes de gala bajándose de sus llamativos autos.

—Allison querida...

 Llamó mi abuela sacándome de pensamientos.

— ¿Qué ocurre? — Respondí con una sonrisa.

— ¿Está todo bien mi niña? — Coloqué con cariño  mi mano sobre la de ella en gesto de Todo va bien y no tienes que preocuparte.

—Sí, todo está bien ¿Por qué? — Le regalé una sonrisa y ella me abrazó.

— Por nada querida, solo quería asegurarme de eso.

Me dio un beso en la mejilla y me regaló una de sus sonrisas amorosas.

Y así comenzamos a caminar hacia la entrada del llamativo lugar.

Al entrar, literalmente sentí como la baba salía de mi boca.

 ¡Era hermoso!

Una delicada alfombra roja con detalles en dorado cubría todo el suelo, paredes con ventanales daban la hermosa vista del paisaje que se encontraba alrededor, y extravagantes lámparas de cristal que colgaban sobre mi cabeza a juego con todas las mesas redondas con un muy fino mantel de terciopelo a juego con las sillas.

Este lugar es... 

Nunca supuse que mi familia tenía tanto dinero...

De pequeña mamá nunca fue muy cercana a los negocios familiares, siempre teníamos que estar viajando de un lugar a otro.

Todo Portland era conocido para mí.

Siempre viajábamos.

—Allison, te quiero presentar a los socios más importantes de nuestra empresa.— Dijo mi abuelo con una enorme sonrisa en su rostro.

En aquella mesa se encontraban cinco personas.

Cuatro de las cuales me observaban con ese típico aire superior.

¿Mi familia también sería así?

Tan falsos todos...

— Es un gusto conocerte querida...— Dijo una de las mujeres que se encontraba ahí.

Yo sonreí lo más falsamente posible y asentí.

Habían dos hombres y tres mujeres.

Todos con su rollo de tener mucho dinero y tratar con personas de su alcance.

Yo me refugié en aquella silla de terciopelo y supe desde el primer instante que ésta sería una cena muy larga...

(...)

Había pasado como una hora o más tiempo, y todavía se encontraban hablando de negocios...

Y yo seguía removiendo el vino que se encontraba servido en mi copa, para luego darle un gran trago y acabarlo.

Decidida y algo cansada de todo lo que hablaban me disculpé poniéndome de pie.

— Con permiso voy un momento al lavabo.— Mis abuelos asintieron, y finalmente salí de allí.

Llegué al baño en el cual no se encontraba nadie más.

Me recosté de la pared junto al espejo y suspiré.

— Allison, ya deja de imaginarte cosas que no existen.

 Dije en voz alta. 


— Recuerda todo lo que has hablado con los psicólogos.

 Suspiré nuevamente.

​​​​— No estás loca, solo debes tener calma.

Al abrir los ojos mi vista se nubló.

Los volví a cerrar nuevamente y cuando intenté abrirlos simplemente no podía.

Con toda la desesperación en mi cuerpo comencé a caminar hacia el lavamanos tanteando las paredes y todo a mi paso para no caer.

Y no pude aguantar más, las voces volvieron.

Resonaban en mi cabeza como gritos perdidos.




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