Sophia // Sus ojos vieron más de lo que deberían.

CAPÍTULO XXV

 

Ambicioso Pasado.

 

Estaba vivo.
 

No sabía cómo sentirme al respecto. Pero si algo me consolaba, era saber que pagaría por todo aquello que hizo.

Mike se pudriría en prisión si por mi fuera, sin visita alguna ni flor futura en la fosa sin nombre.

El policía me llevó a casa y regresó a la estación, eran ya las doce de la noche. Y me quede allí, sola.

Bueno, lo más sola que podía estar en aquella casa, vigilada por dos enormes gorilas de gala. Juraría que habían sido modificados genéticamente al estilo Frankenstein, no podía pensar en otra forma de obtener tal estatura y masa muscular.
 

Tomé algo de ropa y caminé hacia el baño. Necesitaba sentirme limpia y fresca, y supuse que el agua tibia traería consigo las ganas de dormir. Pues no quería pensar demasiado en aquello, que luego me provocaría insomnio. Y ya había perdido muchas horas de sueño estos días.
 

Me quité la ropa despacio y me metí a la bañera. El agua tibia abrió cada pequeño poro en mi piel.

Necesitaba recordar algo más sobre aquel día. Pero por más que me forzaba, no había nada. Mi memoria se encontraba en una repetición constante de aquella mañana. Darla y Mason en el suelo.

No había nada más allí. No importaba cuantas veces repasara ese día.

Ahora solo me quedaba confiar en la policía y en que mi confesión fuera de ayuda.


 

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12:30 Narra Clain Johnson.

 

Cuatro policías se encontraban en el hospital de Oregón, custodiando a Mike Campbell. Dos estaban en la morgue con el cuerpo de su esposa.

 

Yo encaminaba al médico forense Marco Rossi al cuarto de interrogatorio.

Por error de la policia y de quién realizó las autopsias se había determinado que el arma utilizada en ambos asesinatos había sido la misma que se encontró incrustada en el cuerpo de una de las victimas. Una tijera de costura lo bastante grande para dejar todas aquellas marcas.
 

Una tijera convenientemente parecida a la que fue encontrada en el cuerpo de Mary Anderson.

No tardé en ver cómo se relacionaba todo aquello.

Todo estaba planeado, cada pequeño paso dado, era una farsa.

Quién se había encargado del caso no era más que un ex colega suyo, el que por cierto figuraba a plena vista en el álbum de bodas de los Campbell. Todo tenía sentido.
Mike no tenía como saber que había sido Sophia quien asesinó a sus padres, pero si sabía que había un asesino y tan solo eso bastaba. 

Marco Rossi fue apresado con pruebas bastas de realizar un informe de autopsia falso y recibir un soborno a cambio de ello. Más complicidad de un crimen. 

Dicho por el acusado: “una gran suma de dinero por parte de Mike Campbell, que ayudaría para el tratamiento de su esposa.”

Según Rossi la plata sería entregada por un solo cuerpo, (El de Darla Campbell). Esto se notó luego, en los reportes un tanto inestables del segundo cuerpo y reafirmaba una vez más que el segundo asesinato no estaba planeado, sino que se encontraba en el lugar y momento equivocado. Y el médico forense no tuvo más remedio que improvisar.

Tal y como Sophia había descrito.
 

__ Yo solo estaba desesperado por dinero, y mis manos no estarían manchadas.

__ Rossi, usted es cómplice de Campbell, también hay sangre en sus manos. Es cómplice de asesinato.-Lo señalé con rabia.- La sangre de una mujer, de una madre y de su hijo pequeño.

 

__ No. Yo no... yo solo tenía que hacer el reporte y nada más...

 

__ Repítaselo mil veces, usted sabe qué hay tanta sangre en sus manos como en las de Mike Campbell. -Respondí.-

 

No hizo falta doblegarlo con palabras para que confesara con detalle aquel macabro y asqueroso plan. Siendo la mente maestra Mike Campbell y una mujer, que hasta ahora no llevaba nombre. Joe lanzo su mirada hacia mi, mientras llevaba esposado de regreso a Rossi.

Conocía esa mirada.

Joe había descubierto algo grande.

 

Resulta que una mujer, amiga de los Campbell, quien compartía asociación al mismo club náutico había presentado una denuncia contra Mike, hacía ya unos catorce años atrás.
 

En la denuncia decía ser culpable de que se conocieran. Que ella nunca imagino la clase de persona que era, pero Darla no la escucharía.
 

Un Joe catorce años más joven la interrogaba mientras la mujer intranquila y temblorosa, repetía que Mike Campbell la había amenazado para que se alejara de su mujer.
 

__ ¿Que es esto? -Pregunté.-
 

__ Sabía que el apellido Campbell me sonaba de algo. Un día esta mujer llegó a la estación diciendo que la habían amenazado de muerte. La recibí en mi oficina y escuché lo que tenía para decir. Un tal Mike Campbell la habría amenazado para que se alejara de su matrimonio. En ese momento no le dimos mucha importancia al tema y la investigación no llegó más que a oídos de Darla Campbell quien negó todo aquello.

Pero ahora, ella podría ser la única persona que podría ayudarnos. Quizá vio algo. -Reafirmó Joe.-
 

Las horas pasaron diligentes y pronto amaneció, mientras buscamos el paradero de Cherry Jablonsky, -quizá- un importante testigo del caso...

 

 

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Campbell aún pasaba sus horas acostado bajo el velo sin dolor, que le ofrecían las  drogas. El mal nacido se recuperaba de una bala en el hemitórax izquierdo.


 

Si tan solo hubiera sido a unos centimetros más...


 

Las radiografías de tórax, localizaron el proyectil, en el espesor de la pared del ventrículo izquierdo. El orificio de entrada era nítido y se ubicaba ligeramente arriba de la tetilla izquierda, a cinco centímetros del borde izquierdo del esternón, pero el sangrado externo no era profuso.




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