Soy

Tiempo

Que amigo traicionero y confuso es el tiempo.

¿O enemigo? realmente no lo sé.

Es ese entrenador que lleva un cronómetro en la mano y cada vez que perdemos un segundo se burla en nuestra cara, porque sabe que correremos sin límite intentando llegar a una meta imposible.

El tiempo, ese que te sonríe y te hace creer que hay instantes mágicos, que él lo sabe y lo entiende y que te dejará detenerlos algunos segundos, para que vivas esos momentos lento, sin prisas.

Pero es un engaño, porque los momentos mágicos no detienen el tiempo. Realmente nada lo hace. 
Te detienes tú quizas, se detiene tu mente. Pero el tiempo sigue adelante sin dar tregua y cuando abres los ojos te das cuenta de que mientras estabas ahí, detenida en un instante mágico, la vida siguió andando, como un tren con destino al olvido que jamás se detiene.

Hay también personas que te hacen dudar sobre lo que ya sabemos. Detienen un reloj, nuestra respiración, pero no el tiempo. Aunque esas personas nos hacen creer que sí....que tienen el poder de detener el tiempo.

O también nosotros mismos nos idealizamos y creemos que esas personas tienen ese raro poder.

¡Tontos!

Nadie tiene ese poder.

Nadie puede parar el tiempo, nadie puede porque el tiempo,es un señor serio y formal que sabe que no puede hacer diferencias con nadie. Pero también es un rebelde sin remedio que corre sin detenerse, sin cansarse.

Una y otra vez es testigo de la vida y la muerte. De nacimientos, de dientes caídos, de cenas en familia y en soledad, de noches nevadas y días soleados.

Una y otra vez, años tras año, día tras día...es testigo de como nacen amores y mueren esperanzas. Ve apagarse la luz en ojos que antes estuvieron llenos de vida y ve nacer ilusiones en ojos que jamás la tuvieron.
Ve árboles caer y semillas germinar.

Ve desgracias y ve también milagros.

Pero no se cansa. Jamás se cansa y nada lo sorprende. Claro...es que él lo ha visto todo.

A veces, yo me quedo parada, mirando a la nada, sientiendome pequeña ante la inmensidad del mundo. Sintiéndome insignificante ante lo maravilloso de la vida, lo inminente de la muerte y lo intransigente del tiempo.

Ellos son tres, no son amigos ni enemigos, pero viven siempre juntos.

Vives la vida atrás vez del tiempo y cuando llega el momento justo te alcanza la muerte y te roba la vida...y también tu tiempo.

Pero no se lo regala a alguien más, ese tiempo que creemos que es nuestro y que debimos seguirlo viviendo jamás fue nuestro.

No tenemos un tiempo para cada uno.

El tiempo es inmenso, y es igual para todos. Cuando llega el fin de tu vida, no pasa nada. El tiempo sigue en su carrera sin fin, porque quizás ese mismo día, en ese mismo instante nace otra vida igual de bella e importante.

Es un ciclo...me he podido percatar de eso.

Es un ciclo sin fin de interminable rutina.

Y el pobre tiempo, que jamás descansa, no logra salirse de ese círculo misterioso y oscuro que lo mantiene ahí, regalando instantes mágicos.

Corremos también nosotros. No queremos perder el tren, no queremos perder el tiempo.

Nos pasamos la vida corriendo sin parar sin darnos cuenta de que ya hay alguien haciendo esa misma carrera y que sin importar cuanto corramos, el distinto jamás se moverá de su sitio.

Corremos y nos perdemos de muchas cosas. Buscamos aprevechar cada segundo y cuando conocemos a esa persona especial todo cambia.

Cuando una madre ve a su hijo por primera vez.
Cuando dos hermanas que se adoran se dan un abrazo.

Cuando ríes con tu mejor amigo y vez películas con tu mejor amiga.

Cuando miras a los ojos a tus abuelos.

Cuando tienes frente a la persona que amas.

Te das cuenta de que no quieres desaprovechar ni un segundo con esa persona.

Pero vas más despacio, porque cada detalle es importante. Porque cada instante es mágico. Y aunque el tiempo no se detiene, tu finges que si.

Pero cuando no tienes a esa persona contigo. Cuando la pierdes y la extrañas tanto que te sangra el alma de solo pensarla te das cuenta de que no se puede parar el tiempo.

Es imposible.

Pero también entonces te das cuenta de que el tiempo es relativo. No es el tiempo, es con quien pasas el tiempo.

Y cuando yo me quedé sin él, extrañando lo a cada segundo del día me di cuenta de que el tiempo no se había detenido pero quizás yo si.

Yo estaba ahí, caminaba, corría, hablaba, pero a la vez no estaba. Estaba detenida en ese día en que lo ví por última vez.

...detenida en medio de todo y a la misma vez....en medio de nada.

 



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En el texto hay: vida, verdad, personal

Editado: 18.01.2024

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