De Mi Semejanza
>- ¿Saben porque.. existen las almas gemelas?.- pregunto mirando a todos los presentes.- lo hice para que todos lograran encontrar la felicidad pero... ¿que hay de los omegas?.
-Mi reina entienda por favor nosotr!!
- ¡SILENCIO!
Tal cual la orden dada, todo el palacio quedo en un pulcro silencio.
- Que decepción, que tristeza... creo que tienen en cuenta que sin los omegas... los alfas no existen.- hablo con mas tranquilidad la luna.- tras esta masacre que tiene siglos llevándose acabo, decidí... hacer justicia.- las ultimas palabras fueron dichas con lentitud, para que pudieran comprender correctamente.
- A-a que se refiere.- hablo el rey haciéndose notar su nerviosismo en su voz levantando la mirada asía ella.
La diosa solo sonrió, y en un instante su rostro se torno serio...
-¡¡¡A PARTIR DE HOY Y HASTA QUE YO LO DECIDA NINGÚN OMEGA NACERÁ!!!
- Mi reina espe
-¡¡¡¡BASTA!!!!.- fastidiada y harta grito asta que se le rompiera la garganta, a causa de eso, su grito fue escuchado en todo el palacio, provocando un eco resonante y aturdidor, muchos en el lugar terminaron desmayados por aquella fuerza que soltaba inconscientemente aquella deidad.-¡¡¡No tienen NADA que custifique sus acciones!! ¡he visto por siglos esta terrible situación!.- y tal cual una madre que castiga a sus hijos, menciono.- se llevara acabo mis mandamientos, mis reglas, ¡¡TODO!! al pie de la letra.-su furia nunca seso, su mirada era una mezcla de emociones, en donde la ira y la tristeza se muestran con mas impaciencia.- Escuchen bien.- hablo entre dientes, y talvez nuevamente lo hacía de manera inconsciente, pero la madre Luna emanaba frialdad, bajo el suelo donde ella se encontraba se formaba escarcha y un intenso frío invadió los cuerpos de los presentes.- Tal cual la orden... no nacerá ningún omega... me llevare con migo los que queden vivos, estarán en mi reino, y vivirán de la manera en la que ustedes no le permitieron vivir, asta que todo alfa en el mundo perezca... esta decidido.
Todos se alteraron por aquella mención, pero ninguno dio objeción, esta sera su condena, su castigo, su sentencia...
Pero...
De entre la multitud arrodillada del palacio, un joven de noble belleza se levanto.
Un alfa.
-Luna.- dijo el joven, dando una inclinación en forma de respeto a la mayor, sin levantar la mirada.- Le suplico perdone nuestras acciones, yo tengo en cuenta el mal que hemos provocado, es nuestra culpa y lo entiendo.- menciono sin ninguna vacilación; mostrando aun respeto en voz y cuerpo.
La luna lo miro un momento, cabello negro cual carbón, alto, un complexión física digna de su herencia, piel pálida y rasgos firmes.- Levanta tu cabeza, cachorro.- le ordeno.- ¡ el reino que heredarás esta en camino a la ruina!; este reino y todos los demás.- como se dijo, él obedeció mirando con sus ojos dorados a la albina Luna.- pero porque no llegas al punto de tus dulces menciones.- dijo con sarcasmo en sus ultimas palabras.
- Le suplico... que no se lleve a mi amada.- fue casi un susurro, pues la impotencia de no poder hacer nada si la diosa se negaba, le torturaba el alma y le cerraba la garganta.- Porfavor...
- ¿Tu amada?.- el príncipe solo asintió.-...acércate.- ordeno, mirando pensativa al pequeño príncipe, pues a pesar de que este fuera un alfa, ella lograba superarlo en altura y por obvias razones, por edad.
Nadie debe mirar por debajo a la Luna...
El príncipe de cabellera tal cual carbón camino hacia la albina, subió los escalones que lo dirigían al trono de su padre y ha tan solo dos pasos de distancia se detuvo frente a ella, sin despegar la mirada de la diosa en ningún momento.
Ella miro aquellos ojos dorados del príncipe, en ellos se mostraba preocupación, determinación y amor real por aquella persona que el amaba con honestidad, aunque el miedo nunca falto.
- Si intentaste detenerme.- susurro.- ¡si tienes el valor de pararte de tu lugar y rogarme por un perdón que no merecen!... es quizás... porque tu corazón le pertenece a un omega..- Dijo mirando con seriedad al pequeño príncipe, ya que nada ni nadie en el mundo se arriesgaría por alguien y menos en esta época llena de guerras y ambiciones.
Ha menos que fuera por amor.
- Si!.- afirmo sin ninguna duda en su corazón.
-Entiendo ...- la albina se alejo un poco dejando de mirarlo a los ojos y se centro en lo que yacía ha su espalda, ahora frente a ella aquel trono dorado se mostraba con mucha extravagancia, aunque ella solo veía envidia y avaricia, con un olor desagradable a sangre.- tráeme la omega.- susurro únicamente a aquella criatura ha la que le dedicaba la orden, un ser que salió del cabello blanco de la diosa, revoloteando alrededor de esta, y en un instante voló ha los confines del palacio, aquellos que lograron presenciar eso, solo pensaron en una criatura...
Un Hada.
La Luna no presto atención a su alrededor, solo miro fijamente el trono, y con una ligera sonrisa lo acaricio, destruyendo al instante ese simple asiento dorado.
Aquel acto asusto a los nobles, y altero al rey, él apretó los puños conteniendo una furia insaciable. Ese trono lleva siglos empoderando a reyes antiguos, y a él mismo, y ella lo destrullo como si no significara nada.
Y aquella mirada de ira que le brindaba a la diosa, logro sentirla incluso su heredero.
- que osadía...- susurro la albina, mirando de reojo al gobernante.- ¿sera tu ira dedicada a mi? ja ja.- pregunto riendo con sarcasmo, fue entonces que el rey se dio cuenta de su error, arrepintiéndose de inmediato por su acción.- no puedo permitir esa falta de respeto estupido rey...- dijo mirando con una sonrisa satisfactoria al alfa que hace unos momentos creyó tener el control, dejándose llevar por emociones que en este momento... no debió sacar.