Soy Evan

Capítulo 2

—¿Estás seguro de que lo tenemos todo? – Angell estaba parado en la mitad de la cueva, dándole otro vistazo a todo lo que teníamos a nuestro alrededor. Mochilas, cantimploras, armas modernas... estábamos inmersos en plena segunda guerra mundial, y había que estar preparados para todo. Habíamos sido soldados en el pasado, y como tales, estábamos preparados para casi todo, pero os tocó modernizarnos. ¿Usar armas de fuego?, fácil, solo era cuestión de aprender a manejarlas, y luego practicar. Lo mismo que la espada, las picas, hachas, catapultas... Con las nuevas armas, ahora no necesitábamos estar cerca para acabar con el enemigo, y la preparación era mínima. En otras palabras, cualquiera podía ser un asesino.

—Creo que sí. – inspeccioné la cueva, buscando todos los elementos que necesitábamos. Agua; el manantial seguía fluyendo. Yo; estaba en mitad de la estancia. Y noche de difuntos; quedaba apenas una hora para la media noche. Supuestamente estábamos todos los ingredientes. Escuché un choque de madera, y me giré para encontrar a Arión metiendo otro tronco a la pequeña hoguera que nos iluminaba. Hacía frío y necesitábamos luz, así que la hoguera cumpliría ambos cometidos.

—Bueno, con esto aguantaremos toda la noche. –

—No entiendo cómo puede crecer algo aquí dentro. – Arsen estaba deslizando la palma de la mano sobre una pequeña mancha de musgo que crecía en una de las paredes.

—No tiene ningún misterio. Hay humedad, buena temperatura y entra algo de luz. Para el musgo es suficiente. – ese es lo que decía mi padre cuando encontrábamos musgo en la parte más escondida de la leñera.

—Bueno, ¿y ahora qué? – Eryx sacudió sus botas antes de entrar en la cueva, y se acercó a la hoguera para calentarse las manos. Admes seguramente estaría encaramado a algún árbol, vigilando por si alguien veía el fuego en la cueva y decidía buscar refugio junto a nosotros para pasar la noche.

—Supongo que tendremos que estar atentos a las señales. – ni yo mismo sabía de qué señales estaba hablando, pero eso no iba a decírselo a ellos. Todos me habían seguido hasta aquí, confiaban en mí, solo esperaba no decepcionarles.

—¿Alguna novedad? – preguntó Angell al recién legado.

—Un pastor de cabras con su pequeño rebaño, que supongo que se desvió de su camino. Pero los animales estaban tirando de él a buen paso. Seguro que tenían más ganas de regresar a casa que él mismo. – detalló Eryx.

—Es que hay que estar loco para estar fuera con estas temperaturas y de noche, ¿Qué hará, 4 grados? – se quejó Arión.

—No mucho más. – Angell se acercó al fuego, y se inclinó para acercar sus manos al calor. No me había dado cuenta de que me había sumido en mis propios pensamientos, hasta que Arión habló a mi lado.

—¿Sabes lo que me dijo el oráculo? – volví mi rostro hacia él.

—No, pero supongo que te pidió que cuidaras de mí. Si no, no estarías aquí ahora. Ninguno de vosotros. -  deslicé la mirada por cada uno de ellos, mis compañeros, mis amigos, mis hermanos.

—Me dijo que confiara en ti. No solo porque ella te salvó, sino porque no te rendirías, porque no descansarías hasta recuperarla. – aquella fe en mí, la convicción con la que decía esas palabras, me devolvieron algo de la tranquilidad que había perdido. Pero sentir tanta presión sobre mis hombros... pero era cierto, había una única misión que cumplir, un plan de vida, y era encontrarla y traerla de vuelta.

—Y tiene razón. No me importa el tiempo que lleve, no me importa el dolor que tenga que soportar, no me importan los sacrificios que tenga que hacer. Llegaré hasta ella, esté donde esté, y la traeré de vuelta. Lucharé, derribaré, suplicaré su hace falta, pero no me iré de donde esté sin ella.

—Sé que lo harás. Todos lo sabemos. – Sentí las miradas de todos ellos sobre mí, dándome una muda confirmación a sus palabras.

—No voy a fallar. – Arión me dio una sonrisa ladeada y palmeó mi espalda, antes de regresar a su lugar.

Los minutos pasaron, luego las horas. La media noche quedó atrás, y no veía nada que me dijera qué hacer, a dónde ir. Estaba desesperado, asustado por haberles fallado, por no poder llegar a ella... ella, mi ninfa. ¿Qué me diría ella?, seguramente que no me rindiera, pero eso era fácil. Me incliné, y acaricié las aguas del pequeño riachuelo que corría hacia su libertad. A ella le gustaba hacer esto mismo, sentir, meter los dedos en el agua y ... el reflejo del primer rayo de sol que conseguía entrar en la cueva me distrajo. Aparté la mirada para evitar ser deslumbrado, pero... no había sol allí, solo su reflejo que ascendía por la superficie del agua, para llegar a ... cuando miré hacia la pared del fondo, donde seguía brotando el agua, noté que había en ella un extraño resplandor como si fuera... era raro. ¿Han visto alguna vez el sol reflejándose sobre la superficie de un estanque? Pues esto era muy parecido, solo que el agua no era una superficie horizontal, sino vertical, era...avancé hacia aquella delicada cortina de agua brillante, y extendí la mano hacia ella.



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En el texto hay: brujas, amor incondicional, busqueda desesperada

Editado: 28.03.2019

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