Soy la Muerte

Parte 3

— Tranquila — Benjamín la vio tan desprotegida, que la llevó a una cabaña que conocía, que nadie visitaba, ya que estaba algo destartalada.

Pasaron dos semanas, él pedía comida por internet, bajaba a buscar los encargos, así la pareja interactuó mucho, al final del mes ambos se declararon su amor, el hombre quería llevarla a conocer a su familia, pero Blue sentía que algo muy malo ocurriría si hacía eso, así que le rogó que se quedarán allí para siempre, a lo que el hombre accedió, a pesar de eso, una mañana la mujer despertó sola, encontró una nota en la almohada.

"Hada querida — así le decía Benjamín — fui a renunciar, y a explicarle a mi familia que me iré por mucho tiempo, así nadie nos molestará, haré trabajos desde la cabaña, que arreglaré para que sea nuestro hogar, así nunca más tendrás que ver a nadie más que a mí. Te amo".

El corazón de Blue se achicó, en ese momento recordó su pasado, aunque analizó que, si luego de 45 días nada le había pasado a Benjamín, pensó que seguramente ya no contagiaba el virus. Espero esa noche a su amado, pero no volvió, a la semana escuchó las noticias en una vieja radio.

"... el Sr. Benjamín Davies fue internado en el hospital hace seis días con una extraña afección que no se había visto en 50 años, su familia no hizo ninguna declaración, por suerte hasta ahora nadie más ha sido contagiado, el rápido accionar de las fuerzas del gobierno ha evitado que se propague como en el siglo pasado".

— No puede ser... Benjamín — lloró Blue desgarradoramente, quiso ir a verlo, pero sabía que si lo hacia todos con quienes tuviera contacto morirían.

Se quedó allí, aunque tenía hambre no comió nada hasta que tres meses después empezó a sentir náuseas y vómitos, eso no le cuadraba, se suponía que no podía enfermar, a los 5 meses se le pasaron los malestares, pero notó su estómago muy distendido, y le dolían mucho los pechos.

— No puede ser, me volveré loca si es verdad lo que creo.

Desde que se convirtió en inmortal, Blue ya no tenía período, por lo que temía no podría pasar. Esa noche, luego de pensar mucho, por medio de la computadora de Benjamín solicitó algo de comida y otras cosas, espero al anochecer para ir a buscarlos, temía contagiar al repartidor, no sabía la distancia a la que afectaba a las personas el virus que portaba, cuando tuvo el resultado del test de embarazo, cayó de rodillas abrumada por los sentimientos.

— Dios, seguramente será como yo.... estará condenado a vivir solo para siempre — entonces pensó en una posibilidad aún peor — y si no, al nacer morirá contagiado de ese maldito virus.

Durante unos días se quedó sin saber qué hacer, hasta que sintió a lo lejos una camioneta que iba a donde ella estaba, tomó algunas cosas que metió en una mochila y salió huyendo del lugar.

— ¿Estás seguro que desde aquí se usó la tarjeta de mi hermano?

— Segurísimo amigo, deben haberle robaron el notebook con sus claves bancarias.

— Ya verán esos malditos, hacerle algo así a un muerto, son unos desgraciados.

Blue corrió hasta que llegó a donde estuvo encerrada, por suerte la explosión solo había sido en la salida, durante una semana estuvo buscando hasta que encontró como entrar al hangar, allí buscó todos los registros que pudo, así arregló la capsula donde estuvo crionizada, además de construir muchos artefactos más, cuando estuvo lista para el parto, entró en una de las nuevas máquinas, dio a luz sin problemas, luego con ayuda de un traje aislante puso al recién nacido en una especie de incubadora, cuidó muy bien de no tener contacto con el niño, la leche que había robado de una tienda cercana, por medio de drones, la preparaba de igual forma, todo esterilizado, con mucho cuidado, a los dos meses el pequeño no mostraba síntomas de la enfermedad en su sangre, que ella revisaba cada semana, luego de dos meses más estuvo segura que él no tenía su condición, se puso un traje y lo llevó a una casa que había vigilado desde antes de que naciera el bebé.

Ella espero hasta que vio que lo encontraron, el matrimonio era muy amable, como no tenían hijos decidieron quedarse con el pequeño, lo bautizaron como Douglas, Blue estaba muy feliz de que pudiera tenerlo tan cerca, volvió y se escondió en el hangar, luego de quemar la cabaña donde vivió su corto período de paz y tranquilidad. Dejo un pequeño robot que había hecho y esterilizado, por medio de él veía a su hijo, y sobre todo si pasaba algo malo con quienes estaban en contacto con él.

Por fortuna nadie se contagió con el virus, cuando el pequeño cumplió diez años, Blue se presentó por medio del artefacto, el jovencito escuchó la historia de su madre, al terminar ella le hizo un pedido que lo tuvo por una semana sin poder dormir, al final Douglas aceptó, no quería hacerlo, pero entendía por qué su madre se lo pidió.

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Ocho años después, el niño era un verdadero genio, estaba por terminar la universidad con notas sobresalientes. A los veinticinco era uno de los ingenieros más jóvenes que había ingresado a la Nasa; a los treinta comandó un proyecto que enviaría un cohete al sol para tomar mediciones de todo tipo, al terminar la nave, esta tenía 500 kilos menos que los estipulados.

— Falta algo — explicó Douglas — lo instalaré dentro de poco.

— En dos días será el lanzamiento.

— A la noche haré el trabajo.

— ¿Necesita ayuda?

— No, esto es algo que debo hacer solo.

En la madrugada llegó con una cápsula, que instaló en medio del cohete.

A la mañana siguiente, todo estaba listo para el lanzamiento, sería conducido por control remoto ya que la nave se quemaría en la estrella, varios días demoró el cohete en llegar al astro, así comenzó su proceso de destrucción. Si alguien hubiera estado cerca, lo último que hubiera visto sería una figura de mujer contra el brillo del sol.

En la Nasa todos se felicitaban, las máquinas rugían procesando los datos que recibían.



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En el texto hay: muerte, pandemia

Editado: 22.12.2023

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