Andrew
Abro mis ojos y los cierro de golpe gracias a la luz, intento abrirlos de nuevo y lo logro. Lo que veo al principio es una cascada muy hermosa, es totalmente azul, detrás de ella está la Luna llena pero se ve demasiado cerca de la cascada, como si solo dieran unos cuantos pasos y llegarás a ella.
Veo un bulto peludo cerca de la cascada y me acerco a el al darme cuenta que es Eyolf. Está sangrado del pecho y respira entrecortadamente, su mirada está fija en la Luna sin percatarse de mi presencia.
-Eyolf, amigo ¿estás bien? ¿Eyolf? ¡Eyolf!—. Lo muevo para tener reacción de él pero no pasa nada, no se mueve—. Eyolf, amigo aquí estoy.
--Esta muy grave, no creo que sobreviva—. Dice una voz femenina.
Volteo a todos lados averiguar de dónde proviene esa voz pero no encuentro a nadie.
-¿Quién es? Salga.
Una luz proveniente de la cascada llama mi atención. Al principio es una luz sin forma, pero después se transforma en la silueta de una mujer muy bella. Es alta de cabello blanco ondulado y largo hasta las cintura, su piel es pálida y sus ojos son grises con tonos cafés, son muy brillantes, su rostro es muy parecido al de Sam y Mateo solo que ella las tiene las facciones más delicadas como las diosas griegas. Tiene puesto un vestido antiguo totalmente blanco con tonos negros, era de encaje, tenía piedrecillas en forma de estrellas y lunas en la su cintura no tenía mangas. Llevaba puesta una corona que parecía más una diadema, con pequeños diamantes esparcidos cuidadosamente el rededor de la corona, en el centro se encontraba una pequeña Luna hecha de un diamante gris.
-¿Quién es usted? No la conozco.
--Tu a mí no pero yo a ti si, Andrew.
-¿Cómo sabe mi nombre?¿Quién es usted?¿Dónde estoy?¿Dónde está Sam? ¿Qué le pasa a Eyolf?—. Estaba muy alterado no sabía dónde estaba o que le pasaba a Eyolf o tan siquiera dónde están Sam, no sabía nada.
-Tranquilo Andrew responderé todas tus preguntas pero tienes que estar tranquilo—. Lo dijo con una expresión serena ¿Tranquilizarme? No sé dónde estoy y no sé si mi lobo este al borde de la muerte o tan siquiera dónde está mi esposa y ¿Quiere que me tranquilice? Es muy sencillo decirlo.
-¿Tranquilizarme? Pídame cualquier otra maldita cosa pero menos tranquilizarme.
--Esta bien, responderé todas tus dudas ¿Okey?—. Asentí con la cabeza—. Estás en el plano terrenal, es decir, estás entre la línea de la vida y la muerte, tu compañero está gravemente herido haré todo lo posible para no dejarlo morir, tu nombre lo sé por qué yo te asigne a tu pareja a tu mate, Sam está todavía con esas personas pero tranquilo ella estará bien tiene mi protección y de otras personas, y por último yo soy Luna, la Diosa Luna.
-¿L-la Diosa Luna? ¿Pero… cómo? Yo no entiendo nada ¿Cómo puede ser la Diosa Luna?.
--Entiendo tu desconfianza, yo soy la Diosa Luna, salgo cada noche a iluminar el camino de las personas a guiarlos a unirlos en otros casos. Yo estoy a cargo de asignar a la pareja de los lobos, estoy a cargo de ellos, yo los protejo desde las sombras, se que tú eres Andrew Henderson Evans por qué yo así lo quise, yo quise que tú fueras el alfa que hiciera la diferencia entre los lobos quería que tú fueras la pareja de mi creación, de mi hija. Si, soy madre de Levana Lehmann o mejor conocida como Samantha García.
-¿Qué? No, no usted debe estar bromeando, la Diosa Luna no es más que una Luna ¿Cierto?—. murmure, esto está de broma la diosa Luna no puede estar con los mortales y menos venir a decir que Sam es su hija, pero es que muy en el fondo se que tiene razón, por una extraña razón le creo.
-Se que no es muy fácil de digerirlo pero lo que te digo es verdad y estoy aquí por qué se que todavía no es momento para que tú mueras, no tu ni Eyolf. No es momento tu tienes un propósito en esta vida y no lo has cumplido y lo tienes que hacer yo sé que lo harás, por eso estoy aquí rompiendo más de mil reglas para que sobrevivas y cumplas tu deber como alfa, hermano, hijo y padre.
-Y esposo ¿Por qué Sam va estar bien? Lo sé yo lo sé—. Mi miro con tristeza en sus ojos y aparto la mirada—. ¿Sam va estar bien verdad?.
--No, no lo estará.
-Pero… ¡No! El que tiene que morir es él no Sam ni Mateo es él ¿Verdad?.
-Solo uno sobrevivirá y me temo que Levana al ser demasiado poderosa y no saber controlarse no lo logrará.
Mi mirada están fija en el piso no sabía que pensar ella no podía morir ella… tiene otro deber y es ver por sus hijos ¿Cierto?.
-Mateme a mi a ella déjela viva.
--Me temo que no puedo hacer eso Andrew, ella debe morir.
-¡No, no puede! ¡Ella no me puede dejar a mi, a mis hijos! Ella no…—. Mis ojos estaban empañados por las lágrimas que no quería dejar salir, ella no podía morir, ella no—. ¿Por qué me dice esto? ¿Por qué…?
Murmure, mi voz no la reconocí por el nudo que tenía en mi garganta, por más que intente tragármelo no podía estaba ahí en mi tráquea dejándome sin voz y sin poder respirar adecuadamente.
--Lo siento hijo, te contaré una historia—. Levanté un poco mi cabeza para mirarla pero no siquiera podía ver con claridad por las lágrimas acumuladas en mis ojos—. Hace un tiempo vivía una chica muy bella en un pueblo muy pequeño, ella era muy feliz y estaba enamorada de un chico pero el no le hacía caso, un día ella decidió acercarse a el y conversar el chico y ella se volvieron muy cercanos ella lo quería mucho y él a ella, o eso pensaba ella, un día ella se armó de valor y le dijo que un día se casarían, él se burlo de ella frente a todo el pueblo para después anunciar que se casaría con una chica de alta sociedad. La chica se sumió en una tristeza que terminó matándola, pero antes de morir con su último aliento le rogó a la Luna que la vengara.