El viaje de regreso al instituto es tranquilo ahora que sé que Esteban no solo estará cuidado por los dos adultos más geniales que conocía, sino que también por su mejor amigo y posible pareja. Después de hablar un rato más con Franco sobre como tratar a Esteban y que convenciera a su padre que apoyara a Romina en las decisiones de la empresa, podía respirar más tranquilo, nada malo podría ocurrir mientras ellos estén con él. Me había perdido todas las clases de la mañana pero la hora del almuerzo aún no había acabado y me fue muy fácil continuar actuando como si nada.
—Esteban. —Llamó Celeste mientras se acercaba a mí, esta vez más tranquila.
—Ei, ¿Qué onda? ¿Qué tal las clases?—.
—Bien, creo ¿Tú cómo estás? No pudiste entrar en ninguna clase hoy y tú no faltas nunca, ¿Cómo te fue en el médico? —Me cuestionó.
—Me fui a una revisión solamente, un seguimiento pedido por los doctores, nada serio. —Mentí.
Ella pareció no creerme del todo pero aun así se mantuvo en silencio. Después de eso nos dirigimos a la última clase del día, que a mí parecer duro tan solo diez minutos. Después de salir de instituto la invité a pasar la tarde conmigo a lo que ella aceptó contenta. Fuimos juntos desde ahí hasta la casa de Esteban sin volver a encontrarme con nadie en particular.
Celeste primero estaba preocupada por lo que me había pasado en el viaje y un tanto incomoda por la amnesia que me había quedado en consecuencia. Pero una vez se calmó lo suficiente como para no andar de puntillas, pasamos una buena tarde hablando de todo y nada, ella tratando de hacerme recordar eventos que habíamos pasado juntos recientemente ya que ella había comenzado a ser amiga de mí hermano cuando se mudó, ella venía de otra institución y se comenzaron a juntar hace tan sólo unas semanas. Ella era entretenida, alegre y muy insegura de sí misma haciéndola parecer tímida. Se notaba que tenía problemas con socializar al igual que Esteban, por lo era fácil ver que la soledad los había unido. Mirian llego para eso de las cuatro y nos saludó con un beso a ambos. Para la hora de la merienda nos llamó a la cocina donde comenzaron a hablar de una serie que de casualidad miraban ambas, antes de comer lo que nos había preparado. Una vez había terminado su visita Celeste se despidió de ambos y se fue a su casa prometiendo que si no me acordaba de ella haríamos nuevos recuerdos mejores que los viejos.
Mirian me abrazó y me felicitó por la amiga que tenía y me dijo que estaba feliz por mí, que era tiempo de hace nuevos amigos. Sus palabras solo reafirmó mí convicción para llevar a cabo mí plan, para darle a Esteban una mejor vida. Me encargaría de ello con mis propias manos.
Pase platicando y ayudando en la cocina hasta que era la hora de la cena. Javier no estaba en la casa desde que llegué del instituto por lo que no lo esperamos para cenar. Una vez terminamos de comer la puerta principal se abrió y por ella entró Javier completamente borracho, estaba tambaleándose de un pie a otro, apenas conservando el equilibrio mientras caminaba, estaba acompañado del aroma pestilente del alcohol barato arruinando el feliz ambiente que había hecho con Mirian.
Mirian se acercó para ayudarlo ya que en cualquier momento podría caerse y quería evitar que se lastimara pero tan solo llegó junto a él la empujó hacia el sofá.
—Apártate... —.
— ¡¿Qué crees que haces?! —Exclamé escandalizado. Él solo levantó su mano e invoco un balón de roca y agua y lo lanzó hacia mí.
Mirian tumbada en el sillón ahogó un gemido al ver tal cosa, pero antes de impactar Kodak se hizo cargo dejando que su magia saliera con fuerza deshaciendo el hechizo con facilidad.
—No te metas en asuntos ajenos ¡Insolente mal nacido! —.
Mí familiar molesto con la audacia del hombre dejo que su presencia se mostrará haciendo temblar el suelo. El sujeto palideció ante la energía pero antes de siquiera mover un pie Mirian lo alcanzó y le propinó una fuerte cachetada que lo tumbó.
Tanto Kodak como yo nos sorprendimos por lo que la pequeña mujer acababa de hacer, Javier, quién por la caída y la borrachera quedó inconsciente comenzó a roncar.
—Lo he estado aguantando desde ya hace un tiempo—.
Reí tras escucharla confesar eso maravillado por su fuerza. Ella pareció avergonzada pero levantó aun así orgullosa su cabeza.
—Eres fantástica, a pesar que pareces frágil tienes un excelente brazo derecho. —La alabe por lo que el rubor se extendió por todo su rostro.
— ¿Podrías ayudarme a llevarlo a la cama en la habitación de invitados? —Pidió, viendo como el pecho de Javier subía y bajaba con cada leve ronquido.
—Deja, deja. Yo me encargo —le dije para levantar mí mano y susurrar un conjuro.
La sala volvió a estar ocupada tan solo por nosotros dos. Ella me miraba de arriba a abajo con intensidad, después de encontrar al parecer lo que buscaba sonrió con complicidad.
—Bien, vamos que tenemos que terminar de comer para después juntar la mesa—.
Haciendo caso la seguí y continuamos con lo nuestro como si lo de hace unos minutos en la sala no había sucedido. Cuando pasamos a la cocina ella se encargó de lavar los platos y yo de secarlos y ubicarlos. Era cómodo estar junto a Mirian, era sencilla en gustos, alegra y cariñosa pero con carácter, se me hacía fácil estar con ella, más por la sonrisa cómplice que me regalaba.
—Hace mucho tiempo no sentía la presencia de tu dragón. —Comentó una vez que terminados de ubicar todo.
Quedé callado unos momentos hasta que procese lo que me dijo. ¿Tiempo desde que sintió al dragón? Eso quiere decir que Esteban también tenía un familiar dragón como yo. Eso era extraño, los gemelos por más que compartan apariencia y ciertas similitudes en compatibilidad mágica no necesariamente coinciden con el mismo tipo de familiar.
—Si... Aunque no me acuerdo... —.
Ella sonrió pero no dijo más nada por lo que lo dejé pasar.
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Editado: 04.02.2021