Capítulo 36: "Despojados/Desalentados"

Yo creo que muchas personas habrán pasado por lo mismo que yo, bah, no me refiero al tema de estar metida en una mafia o al hecho de ser secuestrada, sino a la forma en la que he juzgado a la gente. Cuando conocí a Gael, me parecía un chico agradable, un poco problemático, sí, pero creí que su locura se curaría con el paso del tiempo, no obstante… me equivoqué; mi ex-mejor amigo era más sanguinario de lo que alguna vez podría haberme imaginado.

Estando aún atada, y sobre los brazos de ese psicópata, entramos a la finca, en donde Gael por fin decidió bajarme. Justo a unos pasos más adelante de nosotros, había una mesa de madera con ese revestimiento albino, y que en cuya superficie podía apreciarse unas cuantas armas. Los elementos que destacaban, me hicieron pensar que tenían algo que ver con mis conocidos, ya que había unas manoplas allí, y una katana corta junto a una pistola; definitivamente tendrían algo que ver con Dalton y Agni. No obstante, mis pensamientos se desvincularon de mí apenas sentí unas manos pasearse por mi cuerpo, cosa que me hicieron gritar de la desesperación.

—¡Qué estás haciendo! ¡Degenerado! —me quejé con Gael mientras me removía como un gusano tratando de quitármelo de encima, y en ese instante, lo vi apoderarse de mi estuche aparte de mi teléfono.

—Estoy haciendo esto como rutina —me alegó él, para más tarde guiñarme el ojo, cosa que me hizo asquear. A todo esto, unos sujetos que parecían trabajar para ellos entraron agarrando a otro.

—Señor, este es el espía —informó uno de ellos, e inmediatamente me puse blanca como una hoja.

—Bien hecho —los felicitó Malcon, quien se acercó, y tomando la pistola que había sobre la mesa, le dio un disparo en la cabeza al que se supone debería liberarnos más tarde. Esto no era para nada bueno. ¿Ahora cómo se supone que íbamos a llevar a cabo el plan?—. Al juzgar por tu expresión, he hecho algo que nos beneficia —escuché decir al castaño, cosa que me hizo levantar la mirada.

—No sé a qué se refiere, pero sus actos barbáricos, no son algo que pueda ignorar —le informé con la voz temblorosa.

—Vaya, no esperaba que fueras tan sincera, pero… —declaró Malcon mientras jugaba con el cañón del arma entre sus dedos— de cualquier forma, si tenían un plan para salir de aquí, me temo que no les será posible hacerlo ahora, menos en el estado en el que se encuentra mi sobrino —aclaró.

—¿No crees que es suficiente? Es obvio que no tienen escapatoria —alegó Gael—. Ya da la maldita orden.

La situación era tremendamente extraña, y no podría decir que había pasado por alto el comportamiento prepotente de mi ex–amigo para con Malcon, quien parecía captar todas sus demandas, y esta, no fue la excepción, ya que luego de mostrar una sonrisa inconforme, aceptó la petición.

—Llévenla a su nuevo “cuarto” —ordenó, y así me trasladaron con impaciencia aquellos dos hombres.

Mientras era acompañada, sin tener la más mínima idea de a dónde me llevarían, me tomé el tiempo de ver a mis alrededores, aunque también, de memorizar bien el camino aunque no me sirviera de nada, y con esto me refería, a lo que acababa de suceder. Al terminar nuestro recorrido, me lanzaron dentro de una celda bastante pequeña, y ahí me dejaron.

—¿Ahora qué haré? —estaba sola, y se supone que en teoría me encerrarían con Agni, pero ni siquiera estaba Dalton ahí, así que tuve que resignarme, pues no había mucho más que yo pudiera hacer.

Quizás se debió al estrés, o al largo viaje de dos horas notablemente incomodo, que dio como resultado que terminara completamente dormida, y para cuando desperté, el ruido de una música estruendosa llegó a despabilarme. ¿Acaso era una fiesta? ¿Por qué harían una fiesta? En mi curiosidad, mis ojos se giraron hacia una pequeña ventana con barrotes que daba afuera. Las luces de colores, como la falta de claridad me dieron a entender que era de noche y, caí en la cuenta de que seguro el festejo tenía que ver con nuestra captura.

—Vaya… ¿así es como va a terminar todo? —me dije pesimista, pero entonces, un sentimiento un poco sobrecogedor, me hizo voltear hacia la entrada. Era extraño, pues a pesar de las canciones animadas que llegaba a oír, sentía cómo si una extraña y aterradora presencia se manifestaba del otro lado de la puerta de hierro. Me encogí entonces en mi lugar un momento, y luego, de la nada, la tensión se esfumó. La curiosidad fue otra de las sensaciones que experimenté, así que, cediendo a ésta, me acerqué arrastrándome poco a poco a la entrada. Sin embargo, antes de que mis manos acariciaran la carcasa de mi celda, la puerta apenas se arrimó por sí misma dejándome por completo sorprendida, no obstante, no dudé en ir a asomarme sin temer por lo que fuera a sucederme. Milagrosamente, del otro lado, los guardias se encontraban inconscientes, y apenas bajé la vista, entre éstos encontré mi estuche. ¡La suerte me acompañaba!

Mi desconcierto fue tal, que observé a los lados de los pasillos, y vi una pollera desaparecer junto a un sombrero, lo cual me hizo sonreír, pues entendí inmediatamente de quién se trataba. Motivada por esta oportunidad que se me daba, tomé mis cosas y me puse en marcha. Afortunadamente dentro de mi estuche guardaba una navaja y un pequeño trozo de alambre por si tenía que desatarme o forzar alguna cerradura, así que, con el filo de mi cuchillo, corté las cuerdas y emprendía mi escape.

En lo que caminaba con desconfianza por los pasillos, recordé que debía encontrar a Agni y a Dalton, quienes de seguro me estaban buscando, aunque claro, tenía en cuanta que podría haberse repetido el mismo caso que conmigo. Pero había un problema, no sabía en dónde podría encontrarlos. Fácilmente los chicos quizás estaban del otro lado de la finca, y eso me haría perder mucho tiempo, en especial si quería también salvar a mi padre, quien de seguro se encontraba prisionero; ¿cómo di por hecho aquello? Me pareció lógico en el caso de que Malcon deseara ejecutarnos a todos juntos.