Sin dudas el primer día significó para mí un pequeño infierno, sin embargo, las disculpas de Louis hicieron que se convirtiera tan sólo en una simple molestia, y claro, también me arrimaron a la sensación de culpa después de hacerle ese pequeño favor.
Momentos más tarde, cuando él se retiró, apareció su hermana, mi bello Ángel, y se dispuso a sentarse a mi lado. Por lo que llegué a notar, entre sus manos cargaba consigo un botiquín, el cual abrió en lo que hablaba.
—Lo siento, Dalton. No he podido serte de ayuda —mencionó con cierta tristeza en lo que separaba los vendajes de la medicina en espray.
—No tienes que preocuparte. Ya deberías saber cómo es Louis. Siempre sale con sorpresas —meneé ligeramente la cabeza en señal de negación, y luego me quité la camisa que llevaba puesta, pues sabía que tendría que aplicar los primeros auxilios.
—Para serte sincera, no me acostumbro a la nueva personalidad de mi hermano —aclaró mientras revisaba el golpe que tenía, el cual parecía estar muy rojo en los bordes, y en el centro morado. Desde esa posición yo también podía verlo, después de todo, era una lesión lateral.
—Pensé que él siempre se había comportado contigo así —le dije algo preocupado, fijando ahora mi atención en mi amada.
—No, siempre se muestra… gracioso, animoso, pero también, caballeroso, aunque nunca antes lo había visto mentir tan seguido ni hacer las cosas que hace, es por eso que me disculpo contigo de su parte —en la cara de Lili, se reflejaba la angustia, así que traté de aligerar su peso.
—Como dije, no tienes que preocuparte. Yo estoy bien, además, Louis ya se disculpó. Deberías hacerte a la idea de que las cosas podrían ser así de ahora en adelante, es decir… no digo que estés a favor de su comportamiento, pero ya él es así, y aunque sea su parte mala, es tu hermano, a fin de cuentas —ella ante mis explicaciones permaneció en silencio y muy seria. ¿Acaso había dicho algo malo?—. ¿Lili, estás bien?
—¡Voy a hacerlo! —dijo repentinamente apretando entre sus manos los vendajes junto al desinfectante, y como su grito fue hecho de la nada, me hizo saltar en mi lugar.
—¿Hacer qué? —pregunté sin entender, aunque también me di cuenta de que no me estaba escuchando del todo.
—¡También entrenaré para hacerme fuerte, así no seré más una carga ni para ti ni para mi hermano! —levantó su puño con determinación; era justo el que sostenía las gasas.
—Pero, ¿qué estás diciendo? ¿Acaso no viste que los entrenamientos de tu hermano son descabellados? ¿Te has vuelto loca? —no sabía en qué momento tomé tanta confianza con ella, no obstante, estábamos teniendo una discusión más que normal, por lo que… ¿debería emocionarme ahora? No, la situación no lo requería, además, Lili me preocupaba.
—¡Cállate, lo haré aunque no quieras! —me encogí de hombros frente a su repentino cambio de ánimos; ahora que recuerdo… mi bella flor había tratado de la misma manera a Louis en el hospital, ¿no? Aunque ese comportamiento seguía pareciéndome lindo.
—¿En verdad estás segura? —la volví a interrogar, y mi Ángel asintió varias veces de forma enérgica—. Bien… entonces no tengo más nada que decir al respecto —sonreí a duras penas, porque a pesar de que no estaba de acuerdo con la idea, no podía oponerme a mi amada ni a su entusiasmo.
—¡Bien! —entonces, ella felizmente se acercó a aplicarme la medicina, la cual me hizo arder sin dudarlo.
—¡Hum! ¡Arde! —gemí por el dolor, e incluso, cerré un ojo. Al poco de realizada esa acción, mi dulce flor reaccionó frente a mi queja: ruborizándose y poniéndose algo nerviosa.
—Lo siento, pero trata de resistir por favor. Es una lesión considerable —mencionó, y al poco ya estaba aplicándome el vendaje. La verdad, ella era muy buena en este tipo de cosas, después de todo había estudiado para ser doctora.
—En verdad… eres increíble en esto. Gracias por cuidarme —le comuniqué en lo que me sentía un poco avergonzado.
—Esto no es nada, son primeros auxilios muy básicos —al terminar, se enderezó y me sonrió—. Ya verás que me convertiré no sólo en una buena doctora, sino que también en una gran luchadora.
—Ya lo creo —ambos nos reímos un rato, y luego mi amada se ofreció a traerme un poco de té, a lo que yo accedí, y después de eso hasta ahí llegó la noche entre ambos. Al día siguiente, tendríamos que darle la noticia a su hermano de que alguien más formaría parte de su alumnado.
Antes de levantarme, ya estaba escuchando las quejas de Louis, pues él también podría tener una personalidad fuerte si se lo proponía, aunque he de admitir que ambos hermanos eran igual de cabezotas, por eso los gritos de aquellos dos, se lograban escuchar por toda la casa esa mañana.
—¡Te he dicho que no! —le decía Louis a su allegada.
—¡No me importa, lo haré igual, lo haré por Dalton y por ti! —decía mi amada enojada.
—¿De qué diablos estás hablando?, es obvio que es más por él —le quiso hacer entender.
—¡Ya basta los dos! —por el dolor de mi lesión, me costó levantarme, así que apenas había logrado arreglarme para el entrenamiento de hoy. Mis cabellos estaban alborotados, y mi camisa… bueno, apenas había logrado abrocharla como se debía.
—¡Dalton! —ambos gritaron alarmados al unísono. Sin embargo, sus acciones se detuvieron y se me quedaron viéndome un momento pasmados.
—¿Qué les pasa? —me quejé un poco de malas pulgas en lo que estaba apoyado en la puerta de la cocina comedor.
—Nada —mencionó el rubio con una cara de felicidad.
—¡Mentira! —esa frase por parte de Lili hizo que el rubio pusiera mala cara—. La realidad es que mi hermano no quiere que entrene con ustedes, por eso es que estamos discutiendo ahora mismo —fue entonces cuando suspiré, me acerqué a donde estaban, y me senté en una de las sillas que estaba cerca de la mesa.
—¿Por qué no simplemente la dejas entrenar con nosotros, Louis? —pregunté llevándome una mano a la frente.
Editado: 15.06.2024