De toda la gente que conozco, y de todos los que he tenido que tratar en este planeta, ¿por qué tuve que toparme con un idiota tan creído como lo es el amigo de Lili?, y aún peor, ¿por qué me tuvo que tocar como único apoyo este mequetrefe que ahora está descansando su mano sobre mi hombro? Vaya suerte con la que me he topado, es por esto que me removí con la intención de quitarme de encima la mano de Louis, luego de eso lo miré irritado. ¿Qué se creía que estaba haciendo?, además, estaba demasiado cerca, así que por obviedad me aleje de él.
—No te me pegues —le reproché sin ocultar mi molestia.
—Lo siento —se disculpó amablemente el rubio.
—En verdad sí que son muy cercanos —volvió a decir con cierto desagrado. Evidentemente, su expresión nos la dedicaba a nosotros dos por lo que acabamos de hacer, aunque no era como si eso me importara; o tal vez le molestó que Louis evitara una posible confrontación entre él y yo; quizás lo hizo para que yo no quedara mal frente a su hermana, así que, si era eso, entonces debería agradecerle—. ¿Dónde dejo esto? —preguntó Gael levantando un poco una bandeja con tazas de té; el contenido parecía que era chocolate, aunque hacía mucho calor como para tomar esa cosa, no obstante, lo bebería de todas formas, pero solo si lo hizo Lili.
—Puede parecerte lo que quieras, no me importa —dije, y luego agregué—. ¿Quién preparo el chocolate?
—Fui yo —aclaró el pelinegro.
—Entonces no lo quiero, no sea cosa que me envenenes —recalqué mientras lo miraba entre cerrando los ojos.
—Mira quién lo dice, el que es un completo sociópata —me respondió con el ceño fruncido, y en ese momento cuando las cosas parecían salirse de control, el supuesto agente secreto se levantó con ambas manos al frente haciendo ademanes de que nos calmáramos.
—Chicos, chicos, no hay motivos para pelear. Recuerden la razón del porqué están aquí —nos comentó. Las palabras de Louis lograron que volviera a este mundo; sí, llegué aquí por este sujeto, pero no solo por él, sino que también por ella, y la carta. ¿Estaría bien dársela ahora que estábamos todos juntos?, pensándolo bien, probablemente sería una buena idea, y por lo que a mí respecta evitaría un rechazo de su parte, así que aprovechando el leve silencio empecé a buscar el sobre entre mis bolsillos.
—Es verdad. Tengo algo para ti Lili —anuncié, y saqué lo que había escrito de entre mis ropas con la intención de entregárselo.
—¿Qué es eso? —preguntó con curiosidad mientras se inclinaba un poco hacia delante.
—Lo he escrito yo —mencioné mientras le alcanzaba la carta a mi ángel, pero antes de que ella la tomara con sus suaves manos, el bastardo de Gael me la arrebató. Ese animal, logró hacerlo con mucha facilidad ya que la sostenía demasiado relajado; fue mi error, había olvidado por un instante que ese maldito estaba ahí—. ¿Qué haces? ¡Regrésamela! —exclamé en lo que me levantaba violentamente apretando mis puños.
—Lo siento, no llegué a escucharte —canturreo él burlón.
—¡Gael! —al parecer no fui el único que le llamó la atención, pues también el amor de mi vida lo regañó llamándolo por su nombre.
—¿Qué? ¿No eras tú la que dijo que le incomodaba su comportamiento? —mencionó ese bastardo, lo cual me hizo fruncir el ceño. ¿En verdad mi rosa blanca diría algo como aquello? Por lo mismo no pude evitar mirarla.
—¡Eso no es lo que quise decir! —dijo alarmada, y antes de que me diera cuenta, mis sentimientos estaban siendo desgarrados, además, cuando digo eso, explícitamente daba a entender aquello, ya que de entre las manos de ese desgraciado, se producía el aterrador sonido de alguien destrozando una hoja. Al girarme hacia el de ojos mateados, note como los fragmentos de papel picado caían al suelo y Lili, a su vez, dejó escapar un chillido. Su acción no llegaba a ser un grito por el horror que se experimentaba gracias a su amigo, en cambio yo, apenas lo vi terminar de destruir lo que creé solo para ella, mi mirada cambió a una asesina.
—De esta no te salvas —le dije, y ahora no me iba a frenar nadie.
—¿A sí? —me desafió, y antes de que pudiera mediar otra palabra hice que se comiera un gran puñetazo de mi parte; eso logró derribarlo. Louis había intentado agarrarme, pero me zafé y entonces me le fui otra vez encima. Enseguida, me senté sobre sus caderas y le quise dar otro golpe, pero Gael me detuvo con una de sus manos—. Esto demuestra lo salvaje que eres… ¡Eres muy peligroso para ella! —en cuanto me dijo eso, me hizo recordar a mis amigos, lo cual provocó que bajara mi guardia y en ese instante me empujó con sus manos haciendo que me chocara contra la mesa de la sala; ese sí que fue un porrazo un tanto doloroso, pues ahí no pude levantarme.
—¡Ya basta Gael! —se le escuchó vociferar a Lili quién se interpuso entre los dos deteniendo la salvaje pelea. Por parte del otro allí presente, éste fue a socorrerme.
—¡Ah! ¿Por qué diablos lo apoyas? ¡Él me golpeó! —declaró el desgraciado, quien antes de decir esto se limpió la sangre que le bajaba por el labio; sí, al parecer le había dado bastante fuerte.
—¡Pero tú empezaste! No debiste hacer eso con la carta de Dalton —le reclamó, y a continuación el morocho se puso de pie. Pensando que iba a hacerle algo a ella, me iba a levantar también, pero esta vez el rubio se aseguró de que no me moviera. Por otro lado, la situación me parecía un tanto familiar. ¿A qué me estaba recordando?
—Maldita sea. Bien. ¡Haz lo que quieras! —menospreció a Lili y soltó las últimas piezas de papel que tenía entre sus manos, las cuales observé con impotencia cómo hacían una pila junto a las demás—. Me voy. Vendré otro día —anunció y se dio media vuelta dejando todo ese desorden ahí; vaya que se había comportado como todo un patán. Sin dudas tenía una buena razón para evitar que aquel sujeto se acercara a mi ángel, ya que era un ser despreciable después de todo.
Editado: 15.06.2024