Los años pasaron de una manera tranquila, justo como debía de suceder antes de que dé inició el verdadero juego.
Aprendiendo modales como la futura prometida de un príncipe, leyendo uno y mil libros, poniendo en práctica lo que le era útil, entrenando su cuerpo y preparando su mente, el día que Sofía tanto esperaba, había llegado.
Ahora, la niña que había tenido una segunda oportunidad, era oficialmente una señorita de 15 años, estando por hacer su debut en la sociedad.
Con una leve sonrisa, Sofía vio su reflejo en un espejo de cuerpo completo, satisfecha por su vestimenta.
-Señorita Sofía... ¿está segura de hacer esto?- preguntó Lara, la fiel sirvienta de Sofía, viéndola con preocupación.
La chica, la volteó a ver y le mostró una sonrisa tranquila.
Ésa chica que siempre la cuidaba y obedecía, ya era una mujer responsable, pero aún así permanecía a su lado hasta ahora, justo como en su anterior vida.
-Me conoces desde que soy niña, sabes que retractarme no es lo mío.- exclamó la de ojos grises, mientras Lara sonreía, no muy convencida.
Sofía, miró a su amiga Ella, quien vestía igual a ella, con orgullo y alegría por como se veía.
Ésa niña bestia salvaje y sucia que conoció hace años, ahora era una señorita, carismática y bonita, que fácilmente podía rivalizar con la tonta protagonista, si no fuese discriminanda por ser una humana bestia.
Ella no se consideraba bonita, consideraba a Sofía más bonita y quería ser como ella, sin saber que hasta la misma Sofía admitía que ella era más bonita.
-No tienes que salir así.- dijo la de ojos grises, con seriedad.
No era necesario que Ella pase por éso junto a ella, apreciaba el gesto, pero no era necesario.
-Sofía es mi amiga, quiero verme como ella en mi... ¿en qué?- preguntó la chica de ojos dorados, olvidando lo que estaban haciendo.
Su gente y las personas normales, tenían costumbres tan diferentes, siendo raras para ella pero como quería estar con Sofía, las seguía.
-Debut para la sociedad.- señaló Lara, viendo a Ella con preocupación.
Seguramente llamaría la atención con sólo ser una chica bestia, pero ir así... seguro sería la más vista y hablada de ése día, y no de una buena manera.
Sofía, dio un suspiro, algo nerviosa, pero mantuvo su semblante tranquilo y elegancia.
-¿Lista?- preguntó a su amiga quien asintió, muy alegré.
La de ojos grises miró a la puerta de la habitación, mientras oía como de afuera, llamaban a cada chica que tendría su debut en ése día.
-Es hora de cambiar la historia.- susurro, mientras su nombre y el de Ella eran dichos, abriendo Lara la puerta para que salgan.
Era hora de romper estereotipos, y de que el verdadero juego, dé inició.
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En el salón de la fiesta.
Familias nobles se reunían, para celebrar el debut de sus hijas en su mayoría, mientras que otros sólo para quedar bien.
Entre todos los nobles, no había nadie que destaque más que la familia real que se presentó en ésa ocasión.
El rey Claude y sus dos hijos, habían asistido por primera vez al evento y cómo no hacerlo si eran cercanos a la familia Luna.
-¿Es necesario que estemos presentes?- preguntó Alan en voz baja, molestó por ser el centro de atención en algo que no le importaba.
El rey, miró a su hijo menor, quien ya era un joven de 15 años, con seriedad.
-Sofía es tu prometida, y descansar un poco de mis deberes para asistir a estos encuentros, es relajante.- respondió el hombre, con honestidad.
También era fatigoso asistir a ésas fiestas, pero por ésa vez hacía una excepción.
El hombre, miró a su hijo mayor, quien ya tenía 20 años, siendo su mayor orgullo por ser mejor de lo que hubiese soñado en un hijo.
A Edith no le afectaba el poder de su título, era alguien humilde y muy respetuoso.
-¿Qué pasa, Edith?- preguntó el padre a su hijo.
-Nada, sólo... oí que la familia Sol, hace unos dos años, encontraron a su hija pérdida.- dijo el chico, mirando a su padre con seriedad.
El hecho de que una familia noble se reunió con su hija pérdida, fue como una bomba entre los nobles y hasta llegó a oídos de la familia real.
No sabían los hechos detrás de la historia, así que los rumores eran muchos y difícil de saber si alguno era la historia real.
-¿Cómo pierden a su propia hija?- preguntó Alan, con ganas de cruzarse de brazos, pero no lo podía hacer por ser un mal ejemplo.
No quería estar presenté, pero no debía bajar la guardia y tenía que seguir impresionado a su padre.
-Toda familia tiene su historia, Alan.
Yo también oí éso y me da curiosidad ver a dicha chica, dicen que es la perfecta fusión de sus padres y seguro será el mayor centro de atención por llamar a la curiosidad de todos.- dijo el rey, no ocultando su interés.
La familia Sol era una familia muy reconocida, siendo el señor y la señora muy respetados, conocidos por ser muy serios, pero desde la llegada de su hija, ellos fueron cambiando.
¿Qué clase de persona era ésa chica que puedo cambiar la personalidad de dos personas frías?
-No me interesa, seguramente debe ser una ordinaria por crecer en la pobreza.- dijo Alan, recibiendo una mirada amenazante de su padre.
A diferencia de su hermano, Alan era muy orgulloso y no pensaba en las demás personas como semejantes, sólo los veía como inferiores que podían ser útiles o no, por lo que le preocupaba mucho su futuro.
-Cambia ésa actitud para cuando Sofía y Ella hagan su aparición, por favor.- pidió el hombre, con seriedad.
Las chicas que debutaban, empezaron a ser llamadas una por una, como se acostumbraba, para que todas puedan ser el centro de atención.
-¿Por qué creen que estoy enojado?- preguntó el chico, en voz baja para no ser oído.
Sólo era una fiesta ridícula que se le hacía a las chicas que cumplían 15 años en ése año, cosa que no le veía como algo importante ya que a los chicos al cumplir los 15 años, sólo debían empezar a trabajar a lado de sus padres, siendo él la excepción hasta ahora porque su hermano mayor tenía la obligación de ser el siguiente heredero.