CHAPTER SIX
El vecindario no era muy lejos de ser poco llamativo, cada casa guardaba sus propias historias y gozaba de muy buenos jardines.
Aunque sabía, muy bien sabía que esto lo hacía solo para alejarnos del mundo que Lily había dejado, quería empezar de cero.
Sabía que mi padre sí había amado a mi madre, él sí lo hizo, mi padre nunca sostuvo nada contra Lily Jones, pero ella siempre que estaba hacía pucheros para que le dieran dinero.
Ahora sé que el amor exactamente no es para los buenos, entonces ¿Qué nos esperaba a nosotros los chicos que nos la pasábamos sin importancia en el amor?
Porque para ser sinceros, pensar en el amor me causaba dolor de cabeza. Pensar en que en alguna parte de este basto mundo había alguien esperando a pasar una vida junto a mí. Cada chica que anduvo conmigo siempre preguntaba lo mismo.
— ¿Me amas? Liam —
— ¿Cómo será nuestra boda? Liam —
— ¿En dónde viviremos en un futuro? Liam —
Y cada una de ellas eran elegidas por mi abuelo, el gran señor Salvatore, dueño de media fortuna en Nueva York, donde antes vivíamos, pero mi padre siempre procuraba que el dinero no se nos fuera a la cabeza como a la familia completa o como pasó con mi madre. Desde los dieciséis me ví en Miles de entrevistas matrimoniales, dónde procuraba tener un mes de prueba antes de decidir si casarse o no. Y ser una de las familias más acaudaladas de Nueva York, realmente tenía sus ventajas y podía ver perfectamente de qué se trataba. Liam Salvatore, hijo del segundo hijo del gran Salvatore.
Pero, volviendo al tema de ser rico y tener citas matrimoniales, algo que ya debería pasar de moda, sino fuera porque mi abuelo insiste en que sea así, es la razón principal por la que tengo miles de rupturas y soñadoras que quieren estar a mi lado, interesadas en el dinero que solo buscan ser reconocidas por mi abuelo.
Sumisas al dinero.
— un nuevo hogar —habíamos llegado.
Papá estacionó el auto frente a la casa, suspiro y miro a través de mi ventana, era la que daba a la casa, una casa para nada compleja. De hecho era la primera vez que vivía en una.
En la ciudad de Nueva York, requerimos de usar la suite más grande del hotel Castle, uno de los más caros en la ciudad y abuelo decía que era muy poco para un Salvatore, con tres pisos disponibles y al disfrute de una enorme piscina.
Pero para el gran Salvatore resultaba un simple apartamento. Claramente la familia no sabía de nuestra mudanza, pero mi padre siempre fue así, de lujos pequeños y de ser contrario a la corriente de los Salvatore.
Seguramente sí mi abuelo viera esto, le daría un paro cardíaco o incluso amenazan con quitarnos la herencia, cosa que claramente no puede hacer. El hecho de ser el primer nieto Salvatore, lo convierte en algo excesivamente necesario, mi presencia y la presencia de Ryan eran realmente necesarias en la familia Salvatore, era el orgullo del apellido.
— bajen las cosas, mientras llamo al camión para preguntar por dónde vienen —James había salido del auto mientras Ryan y yo lo veíamos salir y tomar su celular para acercarse a la acera.
— ¿Crees que sea buena idea? —fruncí mi ceño.
— ¿De qué hablas? —el vecindario parecía muy callado, por no decir que era un desierto.
Ryan se removió en su asiento— mudarnos aquí y vivir lejos de lo que conocimos —
Y lo vi a través del retrovisor, como miraba afuera, estaba preocupado y aunque no lo presentará frente a papá, aún así lo estaba.
— no sé si es buena idea o mala —chasquee la lengua y quite el cinturón de mi— lo único que sé es que sino terminamos de desempacar antes de las siete, no podremos cenar como acostumbramos hoy, mi estómago me está rugiendo —abrí mi puerta y bromeé mientras guardaba mi celular y miraba a través de la puerta a Ryan.
Toque su ventana dos veces.
Lo último que faltaba era que se quedará pensando en cosas negativas.
— el camión de mudanza llegará en media hora, hasta entonces meteremos lo que está en el maletero —y sí, era un auto Bentley Continental Flying Spur, era gris, lo había comprado no hacía menos de tres meses. Y el maletero no era muy espacioso, así que si acaso entraban cuatro maletas y apretadas.
Ryan salió finalmente y suspiro— sacaré mi maleta —
— escojan sus habitaciones, son libres de ir a ver —entonces James estiró su mano feliz, esperando que Ryan y yo fuéramos a correr por habitaciones, pero eso no pasaba con nosotros, papá suspiro— o como sea —dejándonos aquí mientras iba al maletero, le guiñe un ojo a Ryan y este solo rio por lo bajo.
Vi al pequeño mirar el nuevo vecindario, seguramente tratando de adaptar que su realidad ahora sería aquí.
Nuestra realidad ahora sería aquí. Lejos de ser lo que antes éramos y solo mantenernos en ser simples adolescentes o hasta cuando el abuelo se entera y exigiera que volviéramos a nuestro puesto de ser el centro de atención junto a nuestra familia.
Creo que en parte estar aquí sería un alivio de Nueva York y un momento de relajación.
— Hay una señora en el auto —fruncí mi ceño.
— seguro porque viene de un lugar y llega a su casa —remangue mis mangas para poder sacar las maletas.
Pero Ryan camina con su ceño fruncido mirando a un punto fijo— pero está mirando como chismosa, ¿Recuerdas a la señora Memphis? —
— oh, ya sé a lo que te refieres —dirigí mi mirada a la dirección y con mucha torpeza la mujer salió del auto tomando bolsas en sus manos y sonriendo— la señora fisgona —bromee saludando a la par que la mujer lo hacía con el montón de bolsas, por cortesía Ryan también lo hacía— y vaya que lo es —sonrientes y felices, mientras la mujer caminaba a su casa.
— oh, vecinos —la voz de papá apareció en nuestro radar y por momentos nos detuvimos de saludar y ver a papá ponerse entre nosotros dos y saludar también, especialmente y solo entonces la mujer se detuvo de caminar y río nerviosa saludando a mi padre.