Spell (1°l.D) Anixe

CAPITULO 1

CAPITULO 1

“SUCESOS”

 

Cada vez que ella se miraba al espejo, físicamente, podía ver a una chica hermosa, alta, de cabello lacio teñido de un degradado entre morado  y azul, de ojos cafés, ni oscuros ni claros, de nariz-como Emis decía-perfecta, cejas delineadas, y para todos los demás, la persona más alegre de todo el internado.

Pero en realidad, su mundo era un asco, si observaba más allá de lo físico, no era más que una sonrisa rota, y unos ojos cansados de llorar todas las noches, palabras silenciadas en el fondo de su alma, y mil mentiras dichas, eso era exactamente ella, o lo que pensaba que era.

¿Por qué pensaba eso?, sencillo, había crecido con la idea de que había maldad en ella, gracias a sus padres biológicos. Emis le había contado que cuando ella había nacido, sus padres habían deducido por una simple marca, que ella tenía la maldad que mataría la familia; por eso ha pensado  que en su interior existe algo que era como una enfermedad terminal, silenciosa y que la consumía lentamente, dejando que ella sintiera todo el dolor posible.

La vida se había encargado de confirmar su teoría, una de las ocasiones fue la muerte de Noort, su padre adoptivo. Él no era alguien por quien la gente llorara, era un borracho, maltrataba a su madre y la maltrataba a ella, pero tampoco era una persona para odiar, que era lo que Zenda hacía, o quería hacer, odiarlo sobre todas las cosas, pero algo se  lo impedía.

El día de su entierro de sus ojos no salió ni una sola lagrima, todos lloraban por el ser que estaba dentro de esa caja y partiría de este mundo, pero ella no, ella sencillamente ya no tenía lagrimas para llorar, y menos por él.

Era difícil vivir con eso, pero luego se iba acostumbrando a mentir, nunca había demostrado debilidad a nadie.

– odio cuando te miras así– Katrina, una de sus dos mejores amigas estaba parada al pie de ella.

– ¿Por qué?– Zenda estudio por un momento a su amiga, era bonita, su cabello era rubio platino, era más baja que Zenda, sus ojos eran grises, tenía una nariz pequeña y labios delgados, parecía una Barbie humana.

– Porque se lo que piensas, piensas…– una chica morena entro al dormitorio, sus rizos estaban despeinados, su maquillaje acababa de ser limpiado por la toallita tenía en su mano, había sido un terrible día para ella. Milenia, la otra mejor amiga de Zenda.

– ¿Qué haces aquí?– Milenia se acostó en la cama alisando su hermoso vestido de flores, mientras Zenda se sentaba a su lado y Katrina las miraba por el espejo.

– Aquí vivo desde hace diez años, si no recuerdan

– Sí, no somos idiotas, pero se supone que estarías con Lineé. ¿Qué paso?–  esta vez quien cuestiono fue Katrina

– Sí, pero hubo un problema y pues aquí estoy de nuevo– contesto Milenia haciendo un ademán con las manos, restando importancia a lo que acababa de decir.

– ¿Qué clase de problema?– preguntaron Zenda y Katrina a la vez.

– Le dije a mi querida hermanita que era una perr…sona admirable– Milenia siempre decía las cosas que pensaba, nunca había callado nada, una maldición para algunos, y para otros un verdadero don.

– Nada raro en ti– Milenia sonrió ante lo que dijo Zenda.

 Hablaron por horas y horas, la vida en un internado no era fácil, y menos cuando tenías que vivir con el fantasma de un amor pasado. Desde él nadie había podido hacerla sonreír como antes, él era la única persona que hacía que ella estuviera realmente feliz. Solo él.

– Tengo que ir donde mamá, ¿vienen? – Zenda se levantó de la cama y abrió la puerta, un hermoso frio entro por ella.

– Sí– respondieron las otras dos chicas al mismo tiempo.

El internado, tenía tres edificios enormes y como principal una mansión victoriana, en medio de la mansión y los tres edificios, había un gran jardín, en donde, solo los domingos se podía tomar el desayuno.

En la mansión estaban las habitaciones de los profesores y la dirección, en el edificio del medio estaban los salones de clase, en el de la derecha de este quedaba el dormitorio de los hombres, en el de la izquierda el de las mujeres.

La mansión tenía una puerta por donde entraba las personas del exterior y otra por donde se salía al jardín, tenía dos hermosas escaleras en espiral que daban al mismo punto, desde alii arriba se podía ver el centro del gran salón, en el cual había una gran A morada con varios detalles a su alrededor, cada detalle en esta mansión era nuevo. Este internado era algo fuera de lo común, sus estudiantes tenían una salida cada viernes a la capital, Moonbeach, tenían aparatos tecnológicos y sus instalaciones eran las mejores. El gobierno había ayudado demasiado.

Cuando llegaron a la habitación de Emis, ya estaban cansadas, más de quince pasillos y treinta  puertas habían pasado.

– Mamá– Zenda se lanzó a los brazos de Emis, quien se tuvo que poner de puntitas para besar la cabeza de su hija. – Eres enana– se burlo




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