Me giro hacia Luke y, oh Dios, este hombre no puede ser real. Abre un poco sus labios y cuando creo que va a hablar lo único que sale de ellos es un suspiro ahogado que me hace temblar. Miro sus labios, rosados y ya no tiene su piercing lo cual me hace fruncir el ceño pero vuelvo a sus ojos. Por mi madre, podría jurar que son aún más azules que la última vez que los vi. Revuelve su cabello dorado que está peinado hacia atrás y veo los risos que caen llegando al inicio de su cuello.
– Kat… – habla finalmente y me doy cuenta además de que su voz ha cambiado, que ni siquiera han pasado minutos pero para mí fue una eternidad – yo, uhm, no creí – se aclara la garganta varias veces y ambos salimos de nuestro trance – no creí que te volvería a ver.
Me pongo de pie, realmente no sé por qué si estaba en mi espacio. Aunque me sentía aún más pequeña de lo que soy con él mirándome desde arriba. Finjo una pequeña sonrisa antes de hablar;
– Si bueno, el mundo es muy pequeño – inicio hablando alto pero cuando me mira de pies a cabeza susurro – ¿o no?
En su boca se forma una gran sonrisa y me siento desubicada por unos segundos, sus manos se ciernen a mi cintura en un fuerte abrazo y aunque quiero corresponderle no lo logro. Me quedo paralizada.
– Lo siento – susurra cerca de mi oído y mis piernas flaquean – es que me emocionó encontrarte – ríe bajo rascando su nuca – vaya… seremos compañeros de trabajo.
Asiento despacio sin saber bien qué decir y escuchamos que lo llaman, él se disculpa y sale corriendo. Veo que sus pies se enredan un poco y de manera ágil mantiene el equilibro. Me mira riendo nervioso desde lejos y se pierde de mi vista por un pasillo largo. Me dejo caer en la silla y miro mi celular sobre la mesa, tengo un mensaje de Michael.
Espero que te esté yendo bien en tu primer día, cariño. No olvides que te amo. Por cierto, ¿quieres ir a cenar hoy? Ashton y su esposa nos invitaron pero les dije que les avisaba más tarde.
Sonrío leyendo el mensaje, Ash era el mejor amigo de Mike, mi novio, y Camila; su esposa, era mi mejor amiga desde hace cinco años. Sabía que después del trabajo iba a regresar realmente cansada pero tampoco quería ser mal educada y nuestras veladas con ellos eran de lo más divertidas. Escribí rápido mi respuesta y cuando me guardé el celular en el bolso Luke regresó, evité mirarlo pero él venía hacia mi cubículo.
– Bueno, no sé cómo lo quieras ver… pero te traigo trabajo – deja una carpeta sobre mi escritorio y me explica brevemente qué debo hacer. Aunque ya lo sé, no lo detengo por el simple hecho de lo adorable que se ve concentrado – ¿entendiste?
– Uhm, sí, claro… lo tendré listo en un rato.
Dejo de mirarlo y enciendo la computadora para empezar el trabajo, lo escuchó suspirar como si fuera un aviso de que aún sigue ahí. Después de unos segundos se va caminando lentamente y cuando lo miro parece estar perdido en sus pensamientos.
– La vida da tantas vueltas que ni siquiera me da tiempo de entenderlas – murmuro con una mueca.
El tiempo pasa bastante rápido y cuando me doy cuenta he terminado mi trabajo y es hora de almuerzo. De reojo veo a Luke caminar hacia mí a grandes zancadas, quiero salir corriendo pero mis piernas no responden.
– Estaba pensando en que tal vez no tengas con quién almorzar y cómo suelo hacerlo solo, ¿quieres almorzar conmigo? Así podemos ponernos al día – levanto la mirada hacia él cuando termino de enviar los correos y un poco indecisa asiento.
– Claro yo… sólo que no sé qué almorzaré.
– Oh, no te preocupes, hay un restaurante muy lindo aquí cerca, yo invito o si quieres puedo compartir contigo el almuerzo que hizo mamá – se sonroja bastante y mira hacia otro lado, pero después parece recordar que es conmigo con la que habla y que lo conozco muchísimo. Se relaja – aún cocina delicioso… suelo dejarlo para las tardes, pero por mí no sería problema.
Tomo mi bolso y se me escapa una pequeña risa, cuando me siento completamente cómoda a su lado no puedo evitar sonreír. Porque me doy cuenta de cuánto lo había extrañado.
El pasillo de la salida era bastante estrecho, pero aún así Luke iba rozando su hombro con la pared para no meterse en mi espacio personal o hacerme sentir incomoda lo cual agradezco mucho porque sinceramente no sé ni siquiera cómo reaccionar cuando me habla. Entramos en su auto, que resultó ser el mismo de hace ocho años y eso me causa un poco de nostalgia porque recuerdo todo lo que pasamos juntos en este lugar.
– ¿Recuerdas la última vez? – me mira de reojo – iba a dejarte al aeropuerto… – cierra los ojos unos segundos antes de poner en marcha el auto – pasamos abrazados como tres horas en este incomodo asiento.
Muerdo mi labio inferior, como buscando algo para distraerme y mi corazón se acelera. No había sido mi primer pensamiento cuando abrí la puerta pero definitivamente era uno de los que tenía muy claros. Miro por la ventana.