NATHALIE
Otro día mas en iniciaba, cada mañana despertaba antes de las seis de la mañana para arreglarme y tener el tiempo suficiente para ir a mi trabajo, debía tomar una ducha de agua fría, porque mi casera apagaba la calefacción en las mañanas, el baño era tan pequeño que prácticamente tenía que bañarme sobre el inodoro, odiaba la ropa que usaba, pero era lo único que podía costearme por el momento, pero aguantaba estas y todas las cosas que se vinieran sobre mi por mi abuela.
Mi abuela que era como mi madre, me había cuidado desde niña y ahora había caído enferma, un tumor en su cabeza le había quitado el noventa porciento de sus funciones cognitivas, y la mayoría del tiempo olvidaba todo, varias veces salía de casa y se perdía en la ciudad, no podía permitir eso, tuve que vender su casa para pagar el ingreso a uno de los mejores hospitales del país, allí, tenían un hogar hermoso, ideal para su descanso, siempre monitoreadas por los mejores doctores.
Desde su ingreso, me había dedicado a trabajar fuertemente para reunir el dinero necesario para las mensualidades, actualmente el costo era tan elevado, que había reducido mis gastos al mínimo con tal de mantenerla a ella en aquel lugar donde estaba en perfectas condiciones.
Como siempre al llegar a la oficina, mis supuestas compañeras de trabajo cuchicheaban al mirarme, era obvio, la ropa que llevaba a veces era hasta dos tallas más grande, mucha ropa pasada de moda, y alguna que era de cuando mi abuela era joven.
Suspiré sentándome en mi escritorio, había una pila de papeles que debía archivar, juntar por organizar y contratos que elaborar, decidí llamar al hogar, quería saber cómo había amanecido mi abuela hoy.
— serían cuatrocientos dólares adicionales en este mes y a partir del otro mes la tarifa aumentará un diez por ciento, espero que comprendas que para nosotros es muy difícil decirte esto Nath, pero no podemos hacer nada cuando se genera un aumento de gastos tan significativo, aun tienes algunos gastos por pagar de los exámenes que le realizamos el mes pasado, y un saldo pendiente de la mensualidad anterior, queremos mucho a Elizabeth, pero si no pagas, la van a sacar del hospital— me decía Katherin al otro lado de la línea.
— Aumentará más, pero ya le aumentaron hace tres meses— dije desconcertada, no podía dejar que la sacaran del hospital, ya no podía dejarla sola mientras trabajaba.
— lo sé, pero son las normas del nuevo director del hospital, lo lamento Nathalie, se cuánto te cuesta reunir el dinero adicional — me dijo con tono suave en la llamada.
Seguía hablando con ella cuando llegó el señor Le Roux, ese hombre era horrible, no físicamente, no, físicamente era un dios griego, pero su personalidad era un asco; la única razón por la que aguantaba a este hombre era por mi abuela, ella era lo único que me quedaba en el mundo.
Todo el dinero que ganaba acá iba destinado exclusivamente para el hospital de la abuela, sólo destinaba una pequeña parte para pagar la habitación donde vivía y ocasionalmente compraba ropa en una feria de segunda mano, lo más económico que encontraba, compraba los productos más económicos del mercado, y mi alimentación había pasado a segundo plano, tenia siempre en casa pan tajado y mantequilla de maní o jalea, con esos sándwich almorzaba, y aprovechaba que en la sala de descanso de empleados dejaban varios alimentos y frutas, así que, comía algunos bocadillos en el trabajo, y una hora antes de irme me preparaba un café con alguna galleta de y con eso podía pasar la noche perfectamente, no era la mejor alimentación, pero no me dejaba morir de hambre.
El señor Le Roux se acercó rápidamente a mi escritorio y se me quedó mirando fijo, siempre hacia eso, parecía que me miraba con asco u odio, aún no lo entendía, pero su mirada verdosa me provocaba escalofríos. Esta vez parecía escanearme con la mirada mas de la cuenta, lo veía mover su boca como queriendo hablarme, pero de ella no salía nada.
— Señorita Green, la espero en 10 minutos en mi oficina — su orden salió más como un ladrido y se adentró en su oficina.
Fui rápidamente a preparar su café, le gustaba el café amargo como su carácter y siempre lo acompañaba con un pastel de queso, luego de hacerlo corrí a su oficina teniendo sumo cuidado, hoy mi pierna dolía más que de costumbre y no quería terminar en el piso de nuevo.
Me acerqué a la puerta de su oficina y si dos toques como siempre, me dio el pase y al entrar casi se me cae la mandíbula. El señor Le Roux estaba sin camisa, podía ver su ancha espalda y al darse vuelta pude ver su bien trabajado abdomen en conjunto con su cara de facciones fuertes, barba y sus hermosos ojos verdes era un espectáculo para la vista.
— Una foto le dura más —escuche que me dijo, la vergüenza y un enorme sonrojo cubrió mi cara. ¡Dios! Me había embobado mirándolo, que vergüenza.
— Si ya terminó de inspeccionar mi cuerpo y violarme con la mirada, puede dejar lo que trae en el escritorio y sentarse — me dijo con tono frío y una media sonrisa arrogante.
— Señorita Green, quiero proponerle algo — me dijo mirándome fijamente.
— Que tipo de propuesta — dije nerviosa, odiaba cuando tenía que estar a solas con él, — de antemano le digo Sr. Le Roux que no soy de ese tipo de mujeres — esta vez lo mire directo a los ojos.
— No tiene de que preocuparse señorita Green, no es nada malo — me dijo serio, — la espero a la salida y hablamos mejor del tema cenando, ¿le parece? —
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Editado: 27.10.2022