ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴘᴀʀᴀ ᴄᴏɴᴛᴀʀ

El reino de Suceid

Laila en una mañana muy fresca del miércoles, estaba decidida a cambiar el pensamiento de su padre, el rey Suceid, quien creía en cosas que no benefician en nada el pueblo de Suceid. Su madre y gran reina kaika, había muerto a muy corta edad, Laila apenas tenía cinco años y aún la necesitaba. Kaika era especial, era tierna y dedicada hacia su familia y hacia el reino, en cambio, el poderoso Suceid era egoísta y demasiado egocéntrico. Laila no entendía como dos personas tan diferentes podrían haberse casado.

Decidida fue a presentarse hacia el rey y fue capaz de desenvolver sus ideas en defensa del pueblo, su padre no creía que las mujeres pudieran hacer tal cosa, que solo el poderoso rey de Suceid podía tomar decisiones que eran mejores. Decepcionada, Laila decide salir del gran lúgubre castillo y fue en dirección al pueblo, ella solía comer en casa de una amiga, Graila, la conoció cuando cumplió diez años y desde allí es su gran pilar, su padre no sabe de esta amistad, porque la alejaría de la única amiga que tenía. Al anochecer volvió a preparase par el otro día donde volvería a enfrentar a su padre. Graila le había comentado que el pueblo se estaba desmoronando,  no les pagaban y trabajaban todo el día, las mujeres no tenían tanto poder y estaban en las calles. Laila pensaba en cuán triste llegaría a estar su madre, todo lo que Kaika había trabajado por una igualdad destrozado por un rey. 

Al llegar al castillo su padre estaba esperándola en la puerta,  de pie, firme como siempre, junto a él un muchacho flacucho, se le presentó y dijo que debía casarse que ese compromiso uniría con otro reino, que serían ricos. Enojada, subió a su habitación y se encerró, estaba llorando en un rincón con un montón de papeles justificando al pueblo. Escapó por la ventana y fue a ver a Graila en la madrugada y encontró un charco de sangre, estaba muerta y todo fue por su culpa, su padre se había enterado y la había matado, estaba en lo cierto, se iba desmoronando el pueblo. Furiosa, corrió hasta el castillo y entró, estaban cenando, todos de gala y reyes del reino de Faer, Laila estaba cubierta de sangre, y le gritó a su padre como nunca antes, le explicó muchas de las cosas que se negaba a entender. 

Impresionados los reyes comenzaron a discutir sobre ciertas ideas, Suceid estaba rojo del enojo y ordenó a sus guardias a llevar a su hija a una celda. Luego de unos minutos llegó el rey a su celda y entre lágrimas le dijo que Kaika había sido el amor de su vida y la única que lo había cambiado hasta que la envenenaron, descubrieron que fueron los padres de Graila, y que esa muchacha aún conservaba mucho de los venenos de sus padres y que serían usados en contra del reino  por eso había optado por matarla.

Laila no lo podía creer, Graila le había contado una historia diferente, habia mencionado que todo acabaría. El rey abrió las puertas de la celda y abrazó a su hija y prometió cumplir con las ideas de su hija, que se olvidarian del compromiso, todo era un sueño hecho realidad. Salieron al patio del castillo y todo se estaba quemando, gritos desesperados,  el pueblo  se había desmoronado, el rey Suceid ordenó matar a todo aquel que tocara el castillo y así fue, por más que Laia dijo que hablaría no le hizo caso. Corrió y se puso como escudo ante el pueblo, uno de los guardias le dio con una flecha en el corazón y Laila fue cayendo lentamente, el rey desesperado fue hasta ella pero Laila ya había muerto. 

El pueblo venció al reino de Suceid y todas las personas de los reinos cercanos hicieron lo mismo. El rey se volvió loco, como condena no lo mataron, lo dejaron vivir. Para que vagara todos los días, con la muerte de su familia y de los suyos, fue una lección de vida para el rey, además trabaja sin paga en los grandes bosques, nunca sale de allí, quizás se mató o sigue su vida como desgraciado...



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En el texto hay: amor, historiascortas, historiasdetodo

Editado: 26.10.2021

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