Esperaba mi primera gran cita, soy un gran romántico, demasiado joven, espero agradarle a Malila una chica que conocí hace un par de días y me trae loco. Después de tantas vueltas aceptó cenar conmigo en mi casa, preparé una mesa pequeña pero acogedora, dos copas para el vino, cubiertos y platos elegantes, me vestí para la ocasión y le compré un ramo de flores. Había preparado una comida exquisita, con un toque especial, era una receta de mi madre, todo parecía marchar muy bien.
Eran casi las diez, le dije que viniera a las nueve, pero todos tardan la primera vez. Me tomé una copa de vino, luego me tomé dos, y en mi cabeza pensé que no iba a venir, estaba clarísimo, miré mi reloj y ya eran las doce. Era un tanto deprimente quedarme, decidí irme a beber, entre eso que iba me llama mi cliente, soy abogado y uno de los mejores me atrevo a decir. Le atiendo, me dice un par de cosas melancólicas, de un divorcio, le digo que no soy su psicólogo y cuelga. Llego al bar cerca de mi casa, veo a una chica con pelo largo de color marrón, con curvas, vestida elegante, con un trago, me acerco y siento su aroma a fresa, me resulta familiar, la toco para verla y era Malila. Sentí una furia inmensa, le pregunté porque no me había cancelado, que la había esperado y solo me respondió con una sonrisa fría y calculadora que había sido un juego.
Destrozado salgo del lugar, perdido y voy en dirección a un restaurante, me senté en la mesa diez, y en la nueve había una chica que no paraba de llorar. Como todo caballero, me acerco para verificar que la bella dama no le suceda nada y me contó infinitas cosas, que se va a divorciar, que el marido la engaña que se siente fea. Trate por horas ayudarla, le dije que era abogado y que la ayudaría con el divorcio, la mujer me mira y me pregunta mi nombre y que hacia allí, le digo que soy Cristián, y que me habían dejado plantado. Casi era la madrugada y terminamos de cenar con Zaila la mujer que conocí, era increíble, por lo que pude entender, era psiquiatra, tenía dos niños y un esposo infiel. Fuimos a mi casa, en la portería me dijeron que había entrado un hombre, me encuentro con mi cliente, el que me llamó, Víctor, me mira, mira a Zaila y me pega una piña que me hizo volar, quedé desconcertado, al parecer ambos eran marido y mujer a punto del divorcio. Trato de calmarlos, golpean la puerta atiendo y era Malila pidiéndome disculpas, le dejo pasar por su insistencia y Víctor se queda helado, Zaila cambio su cara dulce por una completamente asesina y Malila se esconde detrás de mi. Estaba totalmente perdido, hasta que pude atar los cabos sueltos.
Fue una noche larguísima, según Zaila, que fue la única que se dignó hablar, Víctor la engañaba con Malila, porque Víctor decía no estar casado. Antes de ir al bar este hombre me habla desde el baño del mismo lugar, porque se sentía mal de engañar a Zaida y quería terminar con Malila y lo hizo, por eso, aquella mujer tomó un par de tragos y decidió venir conmigo. Tome la decisión de echarlos a todos, sin piedad, y poder dormir.
A la mañana siguiente tenía mensajes de Zaida, de Víctor, menos de Malila, no se como no dejo de pensarla, con tanto daño que causo. Me levanto, voy a trabajar, salgo sin desayunar del apartamento, n la portería veo una chica trabajando, era nueva, me resultaba familiar y allí estaba Malila, esperando con una sonrisa, y un gran cartel de disculpame, no para de sorprenderme. Pase como si no la hubiera visto y vi su cara de tristeza, me di vuelta y comencé a reírme, la abracé y la besé como nunca antes y le dije en el oído, no doy ni mucho menos creo en las segundas oportunidades, porque la persona que te hizo una vez, es capaz de hacerlo miles de veces, la gente como tú no va a cambiar. La mire con la misma fria, sonrisa calculadora y me fui.