Te fui visitar, era un lunes 30, aburrido y monótono. La lluvia había cesado y me obligó a salir de casa, yo no quería torturarme con verte. Mi ser no es tan fuerte como pensé, de pronto estaba en una librería, eligiendo el mejor libro de fantasía que sé que te gustan. Luego fui a comprar helado porque tal vez no sería tan malo ir a ver como estas. Me distraje y compré unas margaritas, si tan solo pudiéramos hablar tal vez, todo podría ser como antes.
Llegué a tu casa. Está cerca de la mía, mi ventana favorita que me permite verte de vez en cuando, tiene las mismas cortinas blancas con margaritas que compraste cuando estuve contigo. Me acerqué a la ventana, como una especie de espía, tal vez si me hubieras visto te hubieras espantado.
Seguías igual o incluso mejor que antes, ese aroma de casa me hace pensar a cuando nos casamos. Te amo y lo digo porque lo siento, debería golpear la puerta y confesarlo pero no puedo. No puedo, porque me quedé en una especie de estatua, porque alguien más te abrazó y te besó como yo lo hacía, no pude ni siquiera seguir mirando.
Golpee sin querer la ventana y miraron en mi dirección, pero yo me había marchado dejando en la puerta el helado, el libro y las margaritas. Pude ver de lejos que miraste con tristeza aquellas cosas que dejé allí y miraste para conseguir una respuesta, te sentaste y lloraste, me partió el alma, pero espere mucho tiempo y no puedo seguir así.
Ahora habiendo pasado 10 años de visitarte, y 5 de qu me visitarás, no te olvide del todo, pero hoy es lunes 30 y da la casualidad que llueve, pero tengo mi ser tan fuerte y lleno de amor, conseguí a alguien que amo por la cual haría de todo y no, no le gustan las margaritas, las detesta, ama los cactus y es totalmente diferente a ti.