Discutiendo con un amigo en un picnic, me dijo que en la vida no todo tiene soluciones. Yo lo miré asombrada, no era lo que esperaba que me dijera, de todas formas no le hice caso. Luego de unas horas me lo volvió a plantear y cansada le dije SI, se dio vuelta y me tiró una mirada desafiante y un tanto dolida.
—Bueno, si todo tiene solución, tráeme a mi abuelo de vuelta. — me respondió cortante, yo lo observé y sonreí. Le contesté que bueno, que le daría una solución y frunció el entrecejo. El silencio en el picnic fue demasiado incómodo y mi amigo aceptó.
—Te diré las soluciones. — Le dije acomodando mis dedos —UNO: podes ir al cementerio a mirar por horas una lápida, quizás inútil o no para ti. DOS: llévale los claveles, esos que tanto hablaba en vida. TRES: recordalo haciendo las cosas que le gustaban, no me malinterpretes, estoy diciendo que hagas las cosas, no que vivas de ellas. CUATRO: respira profundo y tómate un tiempo a solas, recorda como te hizo sentir su presencia. CINCO: Superación, nadie lo va a traer a la vida, quizás vos, pero en tus recuerdos. — Cuando terminé de decir todo eso, vi a mi amigo por primera vez llorar después de la partida de su abuelo y si, me partió el alma verlo así, pero me alegraba de que el confiara en mi para tan importante misión.