St. Avalon

Capitulo 1

Sienna

4 am

El pitido agudo de la alarma me retumba en los tímpanos y me recuerda que sigo aquí. Viva. Despierta. Qué decepción.

Me siento en el borde de la cama, dejo que el frío del suelo me suba por los pies descalzos y me obligue a moverme. El silencio es tan denso que casi puedo escucharlo. Perfecto, eso significa que no debe haber ni un alma despierto aún .Nunca hay nadie a esta hora, y por eso me gusta.

Me pongo las zapatillas y salgo. El aire helado me golpea la cara en cuanto piso la cancha exterior; respiro hondo, me concentro en el ritmo de mis pasos y dejo que mis pensamientos se apaguen. Mientras corro, el mundo parece menos real. Mis músculos duelen, pero ese dolor es fácil. Prefiero esto a cualquier otra cosa que me espere más tarde.

Luego de una hora de terapia gratuita, regreso a mi habitación ya sigo la misma rutina que desde los diez: correr, ejercicio, baño de agua fría, cremas y todo el maquillaje que sea necesario. Movimiento tras movimiento, todo con precisión quirúrgica, como máquina bien calibrada.

En el espejo, las marcas de anoche todavía se notan. Suspiro. No por tristeza, sino por costumbre. Nadie aquí puede verlas. Nadie debe verlas. No es que nadie de aquí me vea pero si prefiero evitar cualquier error visible. Capa tras capa de base cubre los moretones hasta que desaparecen. Miro mi reflejo: por fin me veo decente.

Luego de terminar de prepararme tomo el frasco de pastillas de mi mesa nocturna y me trago un par junto con algunas vitaminas que encontré tiradas en el cuarto.

Me observo por milésima vez en el espejo, ni un cabello mal ni ninguna arruga visible en mi uniforme, luego de quince minutos de inspección me obligo a salir de la habitación y irme a mi primera clase del día.

Caminar por estos pasillos con pisos de mármol bien pulido que reflejan cada paso y las paredes, propias de un castillo medieval, me hacen sentir insignificante y observada por los retratos de gente que alguna vez fue importante y hoy solo llena las paredes de este lugar lo que solo me hace cuestionarme más mi reflejo una vez más.

Hago mi esfuerzo para no sentir miedo de que las paredes me devoren y entro a clase.
Tomo mi asiento al frente de todos y espero a que la profesora llegue, mientras intento concentrarme en repasar sobre este tema, el salón se comienza a llenar y con ellos los susurros también.

Murmullos aquí y allá, cada vez más fuertes, creo escuchar mi nombre un par de veces pero intento no darle importancia, el tiempo pasa y por fin todos los susurros de acaban en un segundo cuando el profesor entra a clase instintivamente me paro de mi asiento para dar el saludo matutino, pero él no entro solo, sino que una chica venía detrás del.

_ Bueno días estudiantes, pueden tomar asiento. Les quería informar que desde hoy nos estará acompañando una nueva compañera en esta clase, le gustaría presentarse a sus nuevos compañeros -habla hacia ella.

_ Mi nombre es Ada Mariani, tengo 17 años y me mude aquí desde Sinaloa, espero que nos llevemos bien este ciclo escolar. -termino ella.

Mientras el profesor le asignaba un asiento al lado opuesto del salón. No pude evitar mirarla: ojos azules, cabello castaño y piel trigueña, como todas las personas no me noto, se sienta y desaparece de mi vista por el resto de la clase.

Más tarde, cuando mis clases del mediodía terminan, recibo una citación del hombre que menos quiero ver. No puedo rechazar. Al llegar a esa oficina las imponentes de puertas de mármol y perfume caro impregnado en el aire llenan mis pulmones, luego de unos segundos para respirar y golpear esa gran puerta.

_ Pasa -resuena una voz desde adentro.

Entro.

_ Buenos días Sienna, no te veo desde las vacaciones ¿Cómo te encuentras? ¿Y tu familia? -pregunta apenas entró.

_ Buenos días director, estuve ocupada estas vacaciones. Mi familia se encuentra bien.

_ Me alegra oír eso, justamente acabo de terminar de hablar con tu madre me pidió un par de favores… a cambio de ellas darme otros –

Mierda. Otra vez.

_ En serio, ¿Qué le ha pedido ella? -pregunto ya sabiendo la respuesta.

_ Ya sabes, lo de siempre, habitación individual, clases y permisos extras, además de un menú personalizado. También me pidió que te recordara el ‘cuidado personal’ y algunos temas financieros. – Habla como si recitara una lista sin importancia- Y ya sabes, Sienna… todo favor tiene su precio.

Se mueve tan rápido que apenas me voy cuenta cuando levanta mi mentón con sus dedos.

_ En pocas palabras -dice sonriendo- sigo siendo un socio VIP ya sabes lo que significa en la industria de tus padres.

Asiento, solo para que pare de hablar.

_ Entiendo, director, solo quería decirme eso, me retiro. Tengo clase -intento salir de su oficina, pero su mano atrapa mi brazo con fuerza controlada.

_ No lo olvide señorita -repite con ese tono demandante que me asusta.

Asiento y salgo lo más rápido que puedo de esa oficina, pero cuando estaba terminando de abrir la puerta me encontré compañía intentando entrar al lugar y de nuevo esa chica de ojos azules, solo que esta vez si me vio.

Sus ojos azules se cruzaron con los míos apenas un segundo. No dijo nada, pero sentí que me había visto más de lo que debería.

_ Oh, Señorita Wood, no la he visto desde las vacaciones, ¿Cómo se encuentra? -la voz de Caroline me hace darme cuenta que mire de más a la chica nueva y solo me voy al escuchar que las llaman. En serio ya no quiero estar aquí.

Hago mi mayor esfuerzo por poner una cara decente y seguir con mis clases de las tardes.

6 pm

Agotada y con mis músculos matándome emprendo un viaje hacia mi habitación, necesito un descanso de la gente y de este día, tomo un respiro en intento respirar un poco.
Tomo más de mis pastillas y empiezo mi preparación mental para ir a hacer el trabajo de mis padres. Quien diría que tener dinero deja de ser divertido cuando tú eres unos de los pilares que sostiene las riqueza de tus padres.




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