Exceso.
Confianza.
Ciclo siniestro.
El Capitán de los pretorianos, Sevhatar. Se estrella contra el mamparo y se desliza hacia abajo con un chirrido húmedo dejando un reguero de sangre. Por un momento piensa que es su sangre, pero pronto se da cuenta que no; sin embargo se da cuenta que esta herido.
La herida es grave. De alguna forma está envenenado. Lo cierto es que está superando a su factor de coagulación y empieza a darle mareos. Siente a su cuerpo lucha contra el veneno.
Nota como su mente lucha contra el miedo.
No es el miedo a la muerte o al dolor. Ni siquiera se trata del miedo al fracaso.
Es la perjudicial inquietud respecto a lo desconocido. A enfrenta aquello que nunca había conocido.
Es lo que el Imperio Galáctico tuvo que superar para poder salir de su cueva, para poder emprender el camino y forjar el Imperio. Es lo que sus ancestros tuvieron que conquistar para enfrentarse a los alienígenas y a los Rebeldes, y a los horrores que albergaba el espacio.
La clase de miedo con cuya carencia crearon a los que son como él.
Se siente sorprendido.
Pensaba que ya lo había visto todo. Su carrera ha sido extensa y exitosa. Su estatus como Pretoriano del Imperio Galáctico daba fe de ello. Lleva luchando con el Imperio desde el principio.
Los Pretorianos, la guardia carmesi habían sido preparados para registrar la disminución de los niveles de respuesta al miedo. Están psicológicamente entrenados para evitar la debilidad, para resistir los golpes críticos y desalentadores que el miedo puede ocasionar. Una parte de esa programación consistia en estudiar cualquier amenaza y peligro, cada nueva forma de alienígena y rebelde que el Imperio pudiera encontrarse durante su expansión hacia el exterior. Nada de eso debe ser una sorpresa. Cualquier posible terror debe ser explorado, evitado y aniquilado. Deben exponerse a cada nueva posibilidad. Deben desarrollar una inmunidad al miedo y al terror. Una cierta despreocupación. Hay quien dice que esto hace que los pretorianos parezcan seres monstruosos, pero es sólo la misma clase de monstruosidad que un trabajador puede construir con sus propias manos.
Deben ser inquebrantables. Deben ser impermeables al miedo.
Y Sevhatar pensaba que lo era. Realmente lo pensaba. El miedo era un sentimiento extraño para él. Hasta ese momento cuando una criatura había atravesado el velo de la realidad y había atacado a la inquisidora.
El sudor comienza a resbalar por su frente. Trata de levantarse, pero no puede. Piensa que debe sacar una enseñanza de todo esto, la aplicación práctica de un paradigma teórico.
"El orgullo es nuestra debilidad." Penso." El exceso de confianza. Estábamos tan seguros de nosotros mismos y de nuestra orgullosa valentía, de la convicción de que la galaxia ya no contenía nada que pudiera atemorizarnos, que nos volvimos vulnerables."
Sevhatar levanta las manos, mira la sangre que lo rodea y está seguro de que la inquisidora Shyvarianta ya ha pensado en esto. Está seguro de que Ella ya ha dejado escrito el concepto en algún lugar de sus notas de codificación. El pecado del exceso de confianza. Sí, Shyvarianta definitivamente ha predicado en contra de esto en sus escritos. Ha advertido a las escuadras de la vigesima compañía que no den por sentado el dominio de nada, incluyendo el miedo, porque esto inmediatamente crea vulnerabilidad.
Sevhatar intenta levantarse, aun sigue aturdido el tremendo golpe que habia recibido por parte de aquella criatura, le habia roto una costilla, y habia causado que su armadura se resquebrajara como un vidrio quebrado. Se pone a pensar en todo lo que esta sucediendo a su alrededor y lo primero que visualiza es una cubierta rota, como si una criatura enorme hubiera desgarrado las paredes, escucha gritos, son stormtroopers le están disparando a algo, o al alguien; entonces lo ve. Ve a una criatura enorme con una boca llameante, mitad pulpo, mitad patracio que salta y gira como si fuera un sith enloquecido, solo que en ves de llevar un sable oscuro, tiene una especie de espada curveada con runas inscritas en el cuerpo, aparece y desaparece, aparece y desaparece. Nota como la sangre salta por los aires como un reguero, y luego observa como los troopers de la primera escuadra ingresan y disparan, pero Sevhatar sabe como acabara todo eso, lo presiente lo ve venir
La criatura interdimensional gira y salta de izquierda a derecha con una danza de muerte y sangre. Sevhatar intenta levantarse, pero no puede, su cuerpo esta destrozado, y por un momento piensa que su columna se a roto, pero no es así.
La sangre lo empieza a rodear. Y luego el vacío. Aquello. Ahora ya nunca podrá haber una oportunidad. La inquisidora. ¿Donde esta la inquisidora? podría ser… Fue aventada hacia el espacio cuando el puente de mando estallo.
Ella podría estar…
Puede que la Inquisidora esté muerta.
Aquello.
Aquella maldita criatura. Aquel ser interdimensional, Sevhatar lo sigue viendo. Observa como aniquila y despedaza a los stormtroopers, observa la sangre, roja como su armadura y por un momento un escalofrió se apodera de su cuerpo y entonces el miedo se apodera de su alma. Entonces usa su determinación, la disciplina que había adquirido en su riguroso entrenamiento. La sangre le recorre la garganta. Las lágrimas acuden a sus ojos. El dolor agónico en la espalda y en las costillas, la zona donde aquel ser lo habia golpeado, aun recordaba como lo habia echo. Le habia asestado una patada de una fuerza que creía imposible.
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Editado: 13.07.2018