Cuando me dieron un nombre fue un día común, era oscuro y mi madre sonreía, quizá sabía que yo llegaría pronto, quizá esa misma noche, el origen de mi nombre era sencillo...la razón de mi nacimiento complicada y mi motivo de vida, inexacto.
El cielo y la tierra se unieron en tragedia y dolor, nuestras memorias del pasado son borrosas, atrapados en una sola época; conviviendo con seres inimaginables y nosotros como portadores de la esencia de ambos mundos. No somos dioses, somos tristes criaturas condenadas al miedo y al odio. Un ciclo que se repite.
Tras las tragedias anteriores a mí, la tierra generó por su cuenta nuevos miedos, nuevos prejuicios, un respeto rayando a temor por los cielos, por las luces que los decoraban, sin saber qué; de alguna u otra manera todo podría cambiar. Una tierra, una nación, un grupo de personas que aunque no lo sabían cambiarían el rumbo completo de su mundo, yo fui una de ellas.
Me llamo Pólux y aunque lo piensen, no soy una estrella.