Sentados en el suelo de la choza, me dieron de comer, algunos garbanzos y lo que parecía una especie de patata, no era mucho, pero era mejor que nada, lo mejor que ellos podían darme, y eso lo hacía valioso. Y por una vez, en lo poco que había vivido, conocí la profecía que llevaba en los hombros.
"Pólux, hija de Géminis, tercera constelación zodiacal, bajo el quinto mes nacerá, dotada de curiosidad crecerá, a los dieciocho viajará y a los doce encontrará, para que el dulce besos de las estrellas, forme el mundo una vez más"
"Bajo la luz de la estrella naranja, una niña de poder, la señal del cambio, la esperanza de los astros, bajo sus pies la tierra se retorcerá, y la vida perecerá para nacer en una nueva era de luz"
−Marie sabía que eras tú, cuando naciste, lo supo de inmediato...las pruebas de sangre el día siguiente lo confirmaron, por eso también te escondieron de todos nosotros.
−Son egoístas mi niña, todos lo son, pero ya verás que ahora, las cosas solo pueden mejorar- Algo no me convencía, yo era una supuesta estrella, y por mi culpa y la de otros once mocosos desconocidos, iban a morir millones de personas, y lo peor, mis abuelos querían que eso pasara.
Sonreían, sin malicia, sonrisas esperanzadas, la tez morena de mis abuelos es hermosa, en un color caramelo, piel diferente, la nación de Naos, al sur del continente, la tercera nación más grande de la tierra. Naos, afortunadamente, es una de las pocas que aún conserva la vitalidad de la tierra. Mis abuelos venían de allí, y encontré las similitudes, Lidia; aunque ya tenía pasadas las primaveras de su vida, tenía el cabello hermoso, largo, y negro, puro, impoluto, y mi abuelo me comentaba, que sus ojos, eran iguales a los míos antes de que las nubes entraran a ellos.
El sol se ocultaba, el cielo estaba precioso, una escena aperlada de naranja y rojo, los abrace por quizá...la última vez, y les prometí, que volvería por ellos, quizá ahora yo no podía hacer nada, pero al menos conocía parte de mi vida, entendí mis orígenes, conocí a una cara nueva de la familia, e hice una promesa.
Ante los ojos del cielo, Pólux empezaba el primer paso, encontrar a los demás Stellar, cambiar su historia, revivir al mundo, y despertar del sueño más largo, que había tenido.
Esa noche tome una bolsa con garbanzos, me despedí de las almas generosas que, aunque acababa de conocer se ganaron mi afecto, les deje al menos algo que les aseguraría que volvería, y empecé a caminar, el sol ya oculto me marcaba el tiempo, antes del siguiente amanecer, yo debía estar fuera de Sirrah.
Esa noche, Lidia dormía, finalmente su estrella había venido a verla, abrazando una sudadera sucia y raída, que la protegía del frío intenso, Lidia descansó, y soñó, soñó con una dulce niña de ojos café claro, cabello corto negro y dulce voz que venía a visitarla, y le traía el descanso, a su dulce alma.