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Sus ojos se encontraron con la ira contenida de ambos mundos, los puños de Hamal mostraban unos nudillos blancos y la tensión en el ambiente era totalmente obvia, a la derecha irradiando de su mano derecha una luz potente y blanquecina brindándole una escena celestial, su cabello enmarañado, sus mejillas pálidas y el brillo en sus ojos deseando un impacto certero.
En el lado opuesto una turbia imagen en su cuerpo aparentemente frágil el mapa del cielo observa, analiza y prepara el momento para descargar su ira. La marca oscura tallada en su pequeño cuerpo la recorre, se moviliza y se arrastra hasta cubrirla con ese oscuro color, precioso, puro y perfectamente simétrico; a sus pies Thaia la guardiana estelar observa en silencio, su expresión cansada y su mueca de dolor van de acuerdo al estado de su cuerpo aunque Hamal pudiera moderarse el golpe fue intenso, tan intenso que Thaia no se recuperaba en su totalidad y abrazando su vientre era incapaz de levantarse para proteger a quien, irónicamente no quería ser protegida.
─Resistes muy bien, a pesar de haber vivido enjaulada.─ Angel avanzaba sigilosa, sus movimientos felinos perfectamente calculados mostraban una imagen nueva del mapa del cielo.
Sonriente y furiosa Hamal se lanza sobre ella con la mano abierta para sujetar el cuello de su oponente; más la habilidosa Angel se inclina levemente a la derecha y su captora cae miserablemente al suelo aun de pie y sin bajar la guardia. El pesado ambiente era horrendo, no podían respirar sin sentir una extraña vibra, un aura pesada que hacía al ambiente aún más insoportable.
La extraña locación en la que se encontraban era sombría, su olor singular bastante similar al oxido se mezclaba con el seco ambiente dando una escena calurosa ideal para que el sudor y el fastidio de las contrincantes se incrementara.
─¿Fue tu padre el que te enseño a ser tan grosera? No nos agradeciste.
Y el puño certero de Hamal impactó en el suelo bajo los pies de Angel, quien retrocedió impactada y sorprendida; los escombros estallaron cediendo como frágil cristal y los ágiles pies de Hamal tomaron partido, con la mano levantada en posición de garra sujetó con fuerza y furia el cuello de Angel tirándola de espaldas.
─Mi padre me enseñó.─ Decía uniendo su mano izquierda al agarre.─ El me enseñó que las amenazas se eliminan.
Angel se retorcía intentando quitar las manos de su oponente de su cuello, sus ojos desesperados buscaban algo con lo que defenderse, algo para liberarse. De repente la fuerza de Hamal se fue, casi inmediatamente ya no ejercía ningún tipo de presión y sus manos se levantaron lentamente, detrás suyo un punto de presión con un contacto familiar, una varilla helada con un tacto doloroso y debilitante que la hacía tambalear
─Se te escapó una amenaza, monstruo.
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Thaia:
Observo la escena con tranquilidad, aunque Angel luce molesta sé muy bien que en su interior se siente terriblemente mal por la muchacha con la que pelea, se esfuerza en no atacarla con golpes y lo hace con sus palabras; esas palabras filosas como navajas. No me he alterado en los peores momentos, ni siquiera cuando Hamal sujetó el cuello de Angel con solo una intención, sé que Angel no mostrará de lo que es capaz, o al menos no lo hará con ella.
De un momento a otro pierdo la noción, Hamal se queda quieta, paralizada y sus ojos extremadamente abiertos y sus pupilas disminuyen lentamente de tamaño, pasan de ser unos ojos llenos de furia... a una mirada desbordante de terror y sorpresa. Alarmada por su reacción observo sus manos liberar a Angel y levantarse temblorosas, una voz se hace presente y se quien es apenas la oigo, recogimos al muchacho en las calles de Denab bajo un farol descompuesto y la lluvia mugrosa había manchado su oscura piel. Morrison tenía ira en su interior y para nuestro plan era el arma perfecta.
─Una varilla de plomo electrificada ─ Susurro para mi misma, Angel me escucha y se levanta como si nada estuviera pasando a su alrededor.
Hamal tiembla y su rostro luce un leve sudor, palidece ante nuestros ojos y cae boca abajo bajo la vista y presión de Joe quien parece disfrutar del sufrimiento de la muchacha. La mano de Angel se hace presente, sujetando la varilla sin sentir sus efectos.
─Es mucho por hoy, Morrison.
Tras el golpe que recibí y aún estando adolorida logré levantarme para acercarme a la muchacha que yacía tirada en el suelo, respiraba aún, si es que hiperventilarse significaba respirar.
─Tarado, casi la matas. ─ Empujo a Joe intentando alejarlo, me siento como una madre regañado a un niño pequeño, berrinchudo y mal portado. En su defensa no pudimos culparlo por el odio que tiene, después de contarnos absolutamente todo lo que ha vivido como un drama radial terriblemente mal narrado, era gracioso en momentos, aunque ahora ya se estaba portando molesto.
Más que molesto Joe se notaba triste y en sus ojos noté un rostro familiar, una mirada perdida y una persona dentro de ella, luchando por mantenerse en pie y no caer en la completa desesperación.
─No puedes hacerle daño, conoces el trato.─ Y su mirada sombría recobro algo de luz, bajó la mirada quizá ilusionado en su parte de la ganancia. Deseaba su posición de vuelta, deseaba el puesto que batalló por tener, y lo perdió, aunque no se de cuenta que la responsabilidad es suya.
─ Levántenla y déjenla en la esquina hasta que se recobre, quien sabe quizá hable o algo.
Angel lucía calmada y fresca como siempre, su preocupación era disfrazada por su paz, y lentamente la marca amenazante que cubría su cuerpo retrocedía hasta solo una porción junto a su brazo derecho, su piel palideció casi inmediatamente y procedió a sentarse en el suelo observando un punto fijo en la nada de sus pensamientos, y volvió a ser Angel, a quien yo se supone debía cuidar. Me acerqué a ella, quizá intentando preguntarle el por qué debíamos traer aquí a Hamal y por que debíamos hacerla enojar sin acabar muertas, pero su silencio era perfecto y no quería interrumpir sus pensamientos.