Storm

Capítulo 4


 


Siento el agarre fuerte de unos brazos a mi alrededor pero no logró abrir mis ojos, escucho a la distancia el chapoteo del agua como si fuera solo el eco de ello. No sé si son segundos o minutos que caigo en la oscuridad pero una voz se repite en mi cabeza. 

Una orden.

"Despierta"

Intento  abrir mis ojos hasta que veo a James frente a mi. Las gotas de su cabello caen a mi cara como si fueran lágrimas.—Al parecer siempre salgo herido cuando nos encontramos.

Me sale una risita o al menos un intento de ella pero cuando levanta su mano y veo que hay un rasguño profundo en su palma.—¡James, lo lamento mucho!

Intento pararme pero siento como si me fuera a desmayar, ahora estoy muy consciente en como debo de verme y en lo cerca que estoy de James.

Me aclaro la garganta porque mi voz no parece querer funcionar.—Yo... debería cambiarme.

Siento que me pierdo en los ojos de James y el parece tan... impasible que desconcierta. Su agarre alrededor mío se suaviza y tira de mi para levantarme. Estamos demasiado cerca, las gotas de su cabello caen por mi pecho y James las sigue con la mirada.

—Nunca llegaste a contestar mi pregunta.—susurro, James ríe.

Ríe de verdad.

Ríe como si no tuviera una herida en la mano.

—Kaelyn en realidad eres una chica malagradecida. Te he salvado la vida dos veces y tu curiosidad no te abandona en ningún momento ni siquiera para decir gracias.— suelta un suspiro dramático y pone una exagerada cara de confusión.—Me desconciertas.

Agarró una toalla y me envuelvo. No sé que diablos pasó hace unos momentos porque jamás había sentido un dolor tan fuerte que me haga desmayarme.—Tal vez sea porque cada vez que estás cerca a mi me pasan este tipo de cosas.

Si, suena como una excusa muy tonta pero en mi cabeza era muy lógica.

—Digo lo mismo.—levanta su mano sangrante como si nada y me siento un poco culpable, agarro con mas fuerza la toalla. 

—¿Te podrías voltear? necesito cambiarme.— y huir más rápido quiero decir pero James no rechista y voltea. Me pongo la ropa a la velocidad de la luz como una nave de Star Trek combinada con el Halcón milenario. Mientras me cambio veo un punto rojo parpadear en el lago, me agachó para sacarlo y una imagen de un castillo de cristal se refleja en el lago, me quedo unos segundos observándolo hasta que James habla y la imagen se desvanece.

—He conocido ha chicas que tardan mucho en cambiarse pero tú te has pasado.—otra vez parece una broma pero su voz ronca hace obvio que es un reclamo.

Intento recuperar el habla pero debo preguntar algo sumamente importante.—¿Me golpeaste la cabeza cuando me sacaste del lago?

Voltea y me mira serio.— No me quieras culpar de tu locura.

¿Cómo lo supo?

Su ropa se ha pegado a su cuerpo y siento una extraña necesidad de recorrer mis dedos a lo largo de su abdomen marcado. Santo Dios, este chico esta buenísimo.

Hormonas.

Quizá debería tirarme de nuevo al agua.

Bufo molesta conmigo misma.—Ah cierto, tu juguetito esta ahí abajo.

—Ese juguetito te salvó la vida, si eso no me hubiese traído hasta aquí...

—¡Ajá! Así que eso fue pero porque ¿Acaso es un rastreador de chicas guapas como yo?— pongo mi voz de suma inocencia, cosa que parece irritarlo.

—En realidad, es un rastreador de cosas sobrenaturales y tú estas dentro de esa clase.—me responde mordaz. 

—Como sea, esa cosa sigue funcionando y está que parpadea como loco.—recojo mis cosas y cuando paso por su lado le doy unas palmaditas en el hombro, voltea verme y tengo que inclinar mi cara por la altura.— Las cosas sobrenaturales son únicas como yo.

Cuando empiezo a subir las pequeñas escaleras de piedra escucho una risa, siento mis mejillas acaloradas.

James, James, James.

Siempre estando en mis tragedias.

(...)

Pasó una semana desde el incidente en lago.

Una semana en la que volví a tener pesadillas como las que tenía en la infancia, Maxon venía a mi habitación cada vez que pasaba y dormíamos juntos. Las pesadillas eran horribles porque en ellas yo mataba a una mujer. Una mujer que me suplicaba pero no era capaz de razonar, luego estaban los otros sueños en los que corría por el bosque lleno de nieve y me detenía en un abismo y reía pero no era mi risa.

Dejé de tener esos sueños cuando cumplí quince pero ahora habían vuelto, así que intenté tener todo el día ocupado para descansar sin tener ningún tipo de sueño, mi objetivo era llegar a casa tan cansada que mi cerebro no tenga fuerzas para nada.

Y funciono.

También, me entretuve con los chismes del pueblo. Por ahí me enteré que James y Michael venían con un grupo de científicos para hacer una investigación por el bosque, todos ellos eran liderados por el profesor Baltimore que había nacido en el pueblo.

Recuerdo haberlo visto cuando era más pequeña y todos decían que era un amargado porque su novia, con la que se iba a casar, lo dejó en el altar. No era alguien al que podías saludar  y te devuelva el saludo, lo intenté.

Habían muchos rumores sobre aquel señor, muchos muy poco creíbles pero nunca se me paso por la mente que fuera un profesor y científico exitoso. Escuché decir a la señora Margaret que se volvió loco cuando su amada lo dejó sin razón. Nunca supieron de la chica y el señor Baltimore no volvió a ser el mismo chico alegre de antes.

Me costó mucho imaginar una sonrisa en su rostro.

La señora Margaret me contó que todo su grupo de investigadores irían a la fiestecita esa como dijo y que Charlie, el primo de Mackayla, también pertenecía a ese grupo, un dato muy relevante. Me reí un buen rato cuando empezó a hablar sobre como Mackayla enloqueció cuando no trajeron las flores del color que ella pidió y Simon tuvo que hacer un viaje largo para complacerla.

No me dolió su mención.

No mucho.

—Dime que irás, pequeña Kae.—había dicho la señora Margaret y tomó un sorbo de su té, ese día me había ofrecido ha ayudarla en su tienda de antigüedades.— Quiero saber todos los escándalos que te aseguro que habrán porque ya sabes lo que dicen ...




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