La rara de la calle S
(Episodio 2)
Antes que los cielos se tornen grises al hecho de muerte, el viernes mostraba el mayor contraste de un esplendor soleado.
Los infantes jugaban ensimismados en la ignorante felicidad y seguridad de su barrio floreado.
Lee Dong Wook dejó a sus hijos con la misma noción que tenían todos del viernes. Mientras iba a familiarizarse con el nuevo trabajo. Según lo que le comentaba su viejo jefe, le vendría bien un entorno tranquilo como es Pocheon, más para un veterano de la Gran Guerra de Corea.
De solo pensar en la guerra casi lo hizo retroceder en la profundidad de sus pesadillas. Se forzó a despejar las densas neblinas de sus recuerdos y concentrarse en conducir.
La estación policial casi no ha cambiado. Mismas paredes blancas y el enorme cartel azul: “Estación Policial Pocheon, manteniendo la seguridad de nuestros vecinos desde siempre”. Pasó por ese lema y fue recibido:
–¡Oh a quien estoy viendo! ¡Es el pequeño Dong Wook! –gritó animadamente el más veterano de la estación. El señor Jang Shin Su.
–Ya no tan pequeño, Señor Jang –ambos se dieron un rápido apretón.
–Sabía que regresarías bribón –dijo Jang con esplendorosa sonrisa–. Quién pensaría que pasaste de ser el busca problemas a sheriff, es como dicen mientras m´sa problemático es el que termina siendo el policía.
–Ey, señor Jang no exagere me hará pasar vergúenza –quiso sonar serio, pero falló.
–Tenerte aquí le hará bien al cuerpo policial que es tan vago como solía serlo en aquel entonces –le dio unas palmadas el viejo.
–Tienen suerte, el pueblo siempre fue tranquilo.
–Y ese es el problema, porque en cuanto algo sucede todo el mundo entrará en pánico y no sabrán que hacer –insistió el viejo hombre.
–Señor Jang no sea así de exagerado, hola Wook, ha pasado un tiempo –se les unió una presencia femenina.
–La verdad es lindo verte In Na –saludó el adulto extendiendo la mano a su vieja conocida–. Luces bien.
–¿Eso es un cumplido o un insulto?
–Quién sabe.
–Pfff, tú nunca cambias –y le estrechó la mano–. Te queda bien el pelo largo.
–¿Insulto?
–Cumplido.
Yoo In Na había sido compañera suya de la secundaria y amiga de travesuras. Pero tiempo después cada uno hizo de su vida y no volvieron a verse. Hasta ahora. Admitía que los años no la lastimaron, al contrario, la hicieron florecer.
–¿Les traigo un cafecito también? –bromeó el viejo Jang–. Veo que tienen que ponerse al día.
–Bien cargados Señor Jang –dijo In Na bromeando.
–¡Miren eso! ¡Nuestra secretaria está pasada de lista! –río el viejo.
Ante la exageración del mayor rieron, pero él realmente fue a la máquina de café.
–Así que eres nuestra secretaria –comentó Dong Wook ante su repentino silencio.
–En efecto Wook, así que debes tratarme como la realeza si quieres que te avise sobre los casos y no te escupa el café –bromeó la mujer.
–Tch –evitó una carcajada–. No has cambiado, creo que es lindo. No creí que extrañaría eso de ti ¿Cómo has estado? ¿Tú y Ah Reum siguen?
–Él, falleció hace mucho tiempo –dijo de manera precipitada, como si al hacerlo evitaba que el dolor se pronuncie en su voz.
–Dios, lo lamento, yo, no lo sabía.
–No te preocupes Wook, no estabas aquí, no había manera que lo supieras.
–Igual lamento no haber estado allí para ti.
–Afortunadamente tuve a Boo Ra en ese momento.
–¿Boo Ra?
–Mi hija –sonrió con orgullo.
–Wau, tienes una hija. Yo pensé que ibas a ser de esas señoras “modernas” que no serían madres.
–¡Oh cállate Wook! Mira quién lo dice, el que iba a ser el mayor playboy de Corea y ahora estás con 4 hermosos hijos, según es cómo los describieron las señoras Moon.
–Ah esas señoras siempre son unas chismosas –suspiró recordando que las señoras Moon siempre fueron los cuervos del cuerpo estaban por todas partes y sabían todo de todos. Para el sheriff, representaban el verdadero peligro.
–Bueno, mi trabajo de secretaria incluye mantener actualizados a los oficiales, entre ellos los chismes de las Señoras Moon –volvió a bromear.
–Bueno, ya que estas haciendo tu trabajo ¿Vamos por café sin escupir señora Yoo la más problemática de Pocheon? –le recordó su apodo de adolescente e hizo un ademán de cederle el paso.
–Vamos por café sin escupir, oh! Señor Lee el más mujeriego de Corea –le siguió el juego y riendo sa fueron por unas tazas de café mientras hablaron de los viejos tiempos felices.
Viejos tiempos que jamás volverían a ellos.