Capítulo 5: Rastro

Jim suspiró. Pasándose la mano por la cara y aplastando el tercer cigarrillo contra el cenicero. Tomó un trago de café y se dispuso a seguir. Pero era difícil. Creía que con ver los patrones entre el ruido bastaba, pero se equivocaba. Y ahora sólo se sentía como un tonto inmenso, marcando crucecitas en un mapa. – Señorita Westenra, calle Whitby. – Leyó en el exhaustivo registro de Flo, suspirando con hastío mientras marcaba en el mapa. Se separó, buscando la cajetilla de tabaco con la mano, mientras observaba el mapa. Sabiendo que allí se ocultaba algo, el jefe de policía se fijó, tratando de adivinar la forma que le indicaba el mapa. Una forma de rueda, una forma de anillo. Una forma de círculo.

Sí, pensó mientras maldecía. La forma que hacía la zona residencial alrededor de Hawkins. Sacó otro cigarrillo y se preparó para prenderlo. No, necesitaba un cambio de perspectiva. Necesitaba pensarlo de otra manera. Aquello no eran simples casos de una enfermedad. No eran campos de calabazas comidos, ni ataques de un monstruo. Era gente teniendo pesadillas. Cerró los ojos, notando el olor a tabaco subir por sus narinas. No importaba dónde. Importaba cuando. Importaba cómo. Necesitaba la lista de nuevo. Debía revisarla, y comprobar quién había presentado más quejas. Debía comprobar quién estaba peor.

Pero en ese momento, se abrió la puerta. – Tenemos un problema, jefe. – Dijo el agente Powell. Y sí, efectivamente, Jim tenía un problema de perspectiva. Por eso se presionó el puente de la nariz, con cansancio, y se volvió hacia Powell. Le vendría bien cambiar un poco de aires… O acabaría pensando que aquello lo habían hecho extraterrestres.

- ¿… Extra-Terestre?

- No. – La corrigió Will. – Extraterrestre, con dos R, como “Tierra”. Es la película que decíamos… La de los videojuegos enterrados.

- Extra-Terrestre. – Repitió Jane, mirando la caja de la cinta. - ¿Qué es? – La criatura de la carátula no se parecía a ninguno de los animales que conocía.

- Es alguien de fuera de la tierra. – Explicó Will. - ¿Te acuerdas de Star Wars? Pues lo mismo, gente que vive en el espacio. Aunque esta película no tiene nada que ver.

- Pero dicen que había un personaje que aparecía, ¿No? ¿Cómo era? ¿Yoda?

Will no era mucho de creerse rumores como la aparición del alien verde en la película de ET, pero Jane, por su parte, tenía otras cosas en la cabeza. – Pero Mike… - Mike no quería que la viera, ¿Verdad? Les había dicho a sus amigos que no lo hicieran. Pero ellos lo habían hecho. – Mike no quería.

- Pero Mike no está aquí, ¿Verdad? – Replicó Max. – Además, hay veces que se pone un poco mandón, así que…

- Además, no es que no quisiera… - Replicó Will, que no le gustaba hablar mal de sus amigos. – Es que le daba vergüenza verla contigo.

- ¿Vergüenza? – Jane estaba perpleja. No sabía cómo era la película, pero aparte de ser una película infantil – ya sabía cómo aparentaba Mike ser más maduro de lo que era con ella – no se daba cuenta de qué era lo que podía ponerse vergonzoso allí. - ¿Es infantil? – A ella no le importaba que Mike tuviera cosas infantiles… A ella también le gustaba fantasear con que era Jedi en algunas ocasiones. Con más fiabilidad que el resto, eso sí.

- ¡No! – Sus amigos se echaron a reír. - ¡Es porque el argumento…! Bueno, luego lo verás. – Concluyó Will, poniendo la mochila en la mesa. – Ahora tenemos que hacer los deberes antes de que venga mamá. Jonathan anda por ahí haciéndole fotos artísticas al paisaje, así que es hora de aprovechar.

Así que sacó las cosas. Libros, cuadernos, la propia Jane tomó sus útiles escolares – aún más útiles que escolares, pero por poco tiempo – y se dispuso a prepararse para la lección de hoy, probablemente sobre las células y la biología. Pero mientras Will rebuscaba entre sus cosas, sacando más y más libros y papeles, Jane lo detuvo, colocando la mano en medio de la masa de papeles y libros y pillando por una esquina el papel que había visto. Una página de cuaderno arrancada, una de las muchas que Will decoraba con dibujos. Era una costumbre que tenía incluso allí, mientras esperaba que Jane terminase algún ejercicio, y no le era extraño. Pero había algo en aquel dibujo que no le gustaba.

Al verla, Will trató de agarrarlo, sin darle importancia. - Qué cosa más rara… – Dijo Max. - ¿Qué se supone que es?

- No es nada. – Will trató de quitarle hierro al asunto. – Tengo una pesadilla y eso, pero no quiero decírselo a mamá. Ya sabéis cómo se pone. Tenía que sacarlo de alguna manera, así que…

- Qué raro… - Se rió Max, aunque no era la primera vez que veían a Will dibujar cosas extrañas. Era lo suyo, igual que lo de Dustin y Max eran los videojuegos.

No, a Jane no le preocupaba que Will dibujase. Lo que le preocupaba era el aspecto del monstruo, y lo parecido que era a lo que ella misma había visto al usar sus poderes. Un monstruo pálido, tan pálido como el Demogorgon, pero que, en vez de rostro, en su cabeza blanca había un gran círculo negro.

El círculo de personas no era muy grande, pero cuando Hopper se detuvo junto a la plaza vio que estaban haciendo demasiado ruido. - ¡Vaya! – Dijo uno de los cabecillas, un tal señor Jones. - ¡Por fin se presenta, el señor jefe de policía! ¡Creí que íbamos a tener que tomarnos la justicia por nuestra mano!

- ¡Basta, Jones! – Replicó Hopper, en medio del aluvión de protestas del resto de alborotadores. - ¿Qué diablos está pasando?

- ¿Que qué pasa? – Preguntó una mujer. - ¡Haga su trabajo, jefe de policía!

- ¡Pasa que estamos hartos! – Replicó Jones. - ¡Estamos hartos de que jueguen con nosotros! ¡Es hora de recuperar nuestro pueblo! ¡Es hora de tomarnos la justicia por nuestra mano! ¡Iremos a por esos cabrones y les enseñaremos lo que pensamos de ellos!

Jim suspiró. Si algo le fastidiaba, era tratar con gente excitada cuando no había dormido bien. Porque también estaba irritable. - ¡Aquí nadie va a ir a por nadie! – Replicó, arrebatándole el altavoz al cabecilla. - ¿De qué diablos estáis hablando?