El perdón de Jake
Un día más, un día menos o cualquier otro más, un día sin ninguna importancia para ella, Amy Donovan entró a su casa dando un sonoro portazo y subió las escaleras tan furiosa como pocas veces lo estaba. En esos momentos se encontraba demasiado alterada como para querer lidiar con alguien más, como para detenerse y percatarse, cuando ingresó a la habitación, de que había alguien más allí, sentado en su cama con toda la tranquilidad que a ella le faltaba.
Y cuando lo vio pegó un gritó al cielo, sujetándose el pecho, justo por encima del corazón, ante los latidos descontrolados que tuvo del susto.
—¡¿Puedo saber qué jodidos haces aquí, Jackson?! —soltó alterada, dando una larga respiración antes de encararlo con los brazos cruzados.
—Quería hablar contigo, Jamie.
—Pues yo no, vete de aquí —escupió impaciente, apuntando la puerta de su habitación que yacía abierta.
La mano de Ross se aferró a su muñeca y, sin poder hacer nada al respecto, haló de ella hasta que cayó sentada bruscamente a su lado sobre la cama. No quería hablar con él, mucho menos de todas las cosas desagradables que había odio que Jackson decía de ella. Lo detestaba porque era culpa de él que todo aquello le hubiese sucedido.
Si no fuera por él, probablemente nada de eso le estaría sucediendo.
—Jamie, sólo quiero cinco minutos de tu tiempo, realmente necesito hablar contigo.
Rodó los ojos y pudo imaginar el rostro burlón de Hunter, riéndose de ella en silencio. Quizá, como él mismo le había dicho, oírle y sacarlo de su mente era lo mejor. Realmente intentaba no guardarle rencor a nadie, pero con todo él daño que Jackson y Ariel le habían hecho, en conjunto, le era casi imposible. Así que se mantuvo callada, decidiendo que no tenía nada mejor que hacer que oírlo decir seguramente alguna tontería que, como fuera, no terminaría por convencerla.
—Bien, ¿qué es lo que el grandioso Ross necesita de mí ahora? —soltó seriamente. Entonces soltó un largo suspiro y se sacudió el cabello con todas las emociones aún fluyendo dentro de ella—. Es el peor momento que elegiste para venir a fastidiarme.
—Mira, Jamie, sé que en estos últimos años nos hemos distanciado mucho... —empezó a decir él sin darle mayor importancia a nada más— y realmente te extraño, ¿sabes? Sé qué me he equivocado mucho contigo y que te herí de muchas formas con Ariel e incluso con Payton pero... —suspiró profundo, dándose valor en aquella casi aterrada mirada acaramelada para continuar confesándose ante ella.
—¿Pero qué?
—No quería hacerte daño. Solo me comporte como un estúpido y no defendí nuestra amistad cuando debí, deje que te hirieran por culpa mía.
"Oh, vaya, qué sorpresa" Amy soltó una risotada al oírlo y negó repetidas veces como si le hubiesen contado el mejor chiste de todos.
—Dime algo que no sepa, Jackson, porque esa no es ninguna novedad para mí.
Su risa se apagó de golpe cuando él volvió a sujetarle de las muñecas para que lo mirara. Jackson lucía tan serio que no dudo en que parecía querer hacer todo bien con ella en aquel instante, lucía incluso desdichado, ojeroso y desvelado en una angustia que Amy no comprendía. Por una vez desde de todos aquellos años en los que conocía a Jackson Ross, él lucía sincero.
—Es que no entiendes. Pasé muchísimo tiempo pensando en ti y creyendo que en algún momento estuve enamorado de ti, Jamie, pero me sentía tan confundido que terminé perdiendo tu amistad —soltó a bocajarro—. Traté de dejar mi pasado atrás, incluyéndote. Me molestó haberme alejado de ti y finalmente te perdí —suspiró profundo y la miró— terminé con ella por eso. Al enterarme de todo el daño que te hizo me sentí tan asqueado que nada me importó.
¿Cómo venía de pronto y le pedía perdón como si nada hubiese sucedido? El daño que había recibido por ellos era muchísimo más grande que unas sosas palabras de perdón. El dolor que sintió jamás desaparecería y siempre lo recordaría sin importar qué. Jackson y Ariel se burlaron de ella, era algo que nadie podría desaparecer sin más.
—Bueno, bien por ti entonces.
Jackson le tomó de las manos y la observó con tanto arrepentimiento que ella realmente dudó de la seriedad del asunto. ¿Realmente estaba arrepentido de todo?
—Sé también que es muchísimo pedir que seamos amigos, pero por lo pronto... —Se inclinó hacia ella e insistió—. Quiero que me perdones por todo lo que te hice, por cada vez que te hice llorar y por haber sido el peor amigo de todos. Si hubiese sabido antes que estuviste enamorada de mí realmente, créeme que jamás, nunca, me hubiese entrometido con Payton.
Soltó una sonrisa burlona y pensó lo irónico que aquel día le había resultado. Terminaba con Reece y de pronto Jackson aparecía completamente arrepentido.
Todas las amigas que había tenido alguna vez prácticamente huyeron despavoridas desde que Ariel empezó a molestarla, a hacerle tanto daño y a humillarla frente a todos por temor. Y todo, indirectamente, era culpa de Jackson Ross. ¿Cómo venía ahora a pedirle perdón después de haber arruinado su vida?
—Dijiste muchísimas cosas de mí con Reece, me insultaste y...
—Lo sé, lo sé, y lo siento, estaba tan confundido y molesto por sentirme reemplazado —Ross sujetó sus manos aún más fuerte y ella compuso una mueca de dolor—. Perdóname, al menos dime que lo pensarás. Todo es culpa mía, empezaré de nuevo, haré las cosas bien.
Quizá Hunter tenía razón y debía empezar olvidando a todos quienes les hicieron tanto daño. Perdonarlos y olvidarlos hasta que aquel dolor quizá desaparezca.
—Lo pensaré.
Jackson rió y se puso de pie tan rápido, con una inmensa sonrisa en el rostro, que parecía querer abrazarla con fuerza.
—Es...
Un suave silbido, bajo y coqueto, se oyó en toda la habitación, tan repentino que ambos callaron para ver a aquel que los observaba con un extraño brillo en la mirada bajo el marco de la puerta.