Su dulce debilidad

Capítulo 27: Un nuevo juego

Un nuevo juego

Amy Donovan no esperó ver a nadie cuando bajó del avión aquella tarde de verano. De regreso a casa, después de haber pasado buenos momentos lejos de sus problemas, le daba algo de nostalgia tener que regresar a su realidad, a un lugar donde apenas era bienvenida. Su madre había estado llamándola aquellos largos meses, pero, por mucho que quería, apenas se limitaba a responderle ciertas veces. Es más, no se sorprendía en lo absoluto si nadie tenía idea de que Amy regresaba a casa.

Así que allí estaba, empujando con ella su maleta plateada y, con un bolso sujetado en la otra mano, daba cortos pasos a la salida. Veía a jóvenes, adultos e incluso ancianos que se reencontraban con su familia. Los vio a algunos llorar, estrechándose entre sí con intensidad. Ella tan solo sonrió al ver cómo una niña corría hacia su abuelo.

Entonces lo vio. Sentado en una de las barandas de metal, alejado de la concurrencia, un alto, grande y fuerte muchacho despreocupado, mirándose los nudillos mientras sujetaba bruscamente con el otro puño un ramo de rosas rojas. Las mantenía tan presionadas que lucían descuidadas y dobladas por la fuerza ejercida. Fue su corazón dando fuertes y retumbantes latidos lo que la obligó a reaccionar. Un tumulto de emociones cálidas se removieron en su pecho, cosquilleándole el estómago mientras una boba sonrisa se extendía en su rostro.

Corrió hacía él sin siquiera detenerse a pensar en lo que hacía y Hunter la vio. Una de aquellas increíbles sonrisas que Amy tanto adoraba se amplió en el rostro del muchacho. No se quedó atrás, en tanto ella iba, llena de furor y emoción por encontrar a alguien esperándola, por volverlo a ver y encontrarlo nuevamente, Nowell extendió los brazos hacia ella y la rodeó firme, abrazándola con fuerza.

—Te extrañé tanto, pequeña —rió Hunter en su oído, deslizando la mano con suavidad bajo su espalda lentamente—. Moría por verte.

Soltó una risa tonta y se hundió aún más en aquel abrazo que no quería que jamás acabara. Parecía querer fundirse en él y captar aquel abrumador aroma que desprendía el cuello de su amigo, tan delicioso y adictivo que, sin poderlo evitar, soltó un sonoro suspiro jadeante.

—Y yo a ti, mucho.

Su mejor amigo se alejó de ella apenas un poco, sujetándola de la cintura mientras, con la otra, le extendía el desarreglado ramo de rosas.

—Son para ti, yo... —carraspeó incómodo al ver lo desastrosas que lucían.

—Gracias —Le sonrió encantada y se aderió a ellas como si fuesen las flores más hermosas de todo el mundo—. Son bellísimas.

—Blue y Skye querían venir a verte pero... —Se sacudió el cabello, nervioso y rehuyendo la mirada lejos de ella—. Quería ser el primero, las convencí de que las verías después. ¿Vamos?

Y avanzando lentamente, empujando con una su maleta, su otra mano quedó aferrada a la de Hunter, los dedos ligeramente entrelazadas y jugueteando como si pasara desapercibido. Le contaba encantaba sobre todo su viaje, aquellas personas que conoció y lo maravilloso que le resultó. Lo oyó también sobre Taylor y todas las ocurrencias que Jackson hacía en la casa de Bradford. Lo miraba encantada con el mentón apoyado en la palma de su mano y, sonriéndole, lo veía conducir hacia dónde no quería llegar nunca. Pero el camino le resultó tan corto que pronto estuvieron frente a su casa.

—Vamos a por un helado, así me cuentas más y... —sugirió Hunter, mirándola tan fijamente que la puso nerviosa—. Hablamos. ¿Qué te parece?

Ni siquiera lo dudo y asintió automáticamente con una sonrisa en el rostro. Era algo sorprendente pero, aunque creyó que después de aquellos largos meses Amy había perdido cualquier interés por él, aquellos sentimientos que no quería ahondar seguían tan vivos y cálidos como la primera vez. Además había estado conversando con él y sus amigas casi a diario, era imposible olvidarse de Hunter cuando seguía tan presente en todo momento.

—Estupendo, iré a dejar mi maleta y bajo enseguida.

Y su corazón pareció detenerse al instante. Su respiración se entrecortó cuando su amigo le sujetó el mentón lentamente, acariciándola de manera apenas perceptible antes de inclinarse hacia ella y, con su corazón golpeando a latidos desesperados, darle un beso en la frente.

—Te espero acá mismo.

Su mano corrió a abrir la puerta y prácticamente se tiró fuera del auto. Tomó la maleta y entró a su casa a trompicones. Dio un paso hacia los escalones y se detuvo bruscamente.

—¡Jamie!

Nunca había visto a su madre observarla de aquella manera tan anhelante. Cuando la mujer corrió a abrazarla, algo dentro suyo se rompió incluso al sentirla llorando sobre su hombro.

—Mamá... —murmuró tan sorprendida que tardó en responderle la muestra de cariño que muy pocas veces había recibo.

—Me hacías mucha falta, Amy, no me vuelvas a dejar así. ¿Cómo estás? ¿Estás bien? —preguntó preocupada—. La casa no es la misma sin ti.

Una bruma calurosa la abrigó al verla tan emocionada por verla a ella, Amy Donovan. Sonrió ampliamente, algo confundida y extrañada cuando su madre volvió a abrazarla aún más fuerte.

—No te quiero perder a ti también, ya tuve suficiente con Payton y Drake tan alejados de mí —La oyó decir en sollozos bajos. Luego la alejó de ella y sonrió—. Haré una cena increíble, así que estate atenta en un par de horas, ¿bien? Relájate, desempaca y luego baja a comer, tu padre llegara en un rato seguramente.

Deslizó su mano entonces algo inquieta. Suponía que la salida con Hunter no duraría mucho pero, en ese momento, él estaba esperándola afuera.

—Saldré con un amigo, está esperándome pero regresaré a tiempo para la cena. ¡No te preocupes!

Era tan extraña aquella actitud tan cariñosa por parte de su mamá que se preguntó cuánto tiempo más iba a durar aquello. ¿Acaso acababa de notar que Amy le era importante en aquella casa tan fría? Tenía ella algunos planes para aquel año de estudio, iba a buscar un trabajo y luego de ahorrar lo suficiente se mudaría, sería independiente y se alejaría de aquel lugar que tantos recuerdos le traía.



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En el texto hay: celos, amor, triangulo amoroso

Editado: 29.10.2020

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