Su Mirada

Somos gemelos de zapatos

Estoy eufórico. La razón:

Laurel aceptó ir al cine conmigo.

La verdad pensé rechazaría el ofrecimiento como muchas veces lo ha hecho. Y no le habría hecho la invitación si no hubiera visto su semblante triste y ojeras bajo sus hermosos ojos.

Sonreía, pero sus ojos no tenían aquel brillo tan característico de ella.

Laurel es una chica alegre, otros la tildan de odiosa, lo es solo un poco sí la fastidias mucho. El sarcasmo es su mejor amigo, a veces me saca de quicio eso. Siempre va con una sonrisa en en rostro. Por eso me sorprendió verla tan cabizbaja y distraída. Algo muy jodido tubo que haberle pasado.

Salgo de la cafetería y la veo sentada en el banco sonriéndole a una pareja de ancianos. Me quedo un momento admirando lo bonita que se ve allí, sonriendo, así es como debería estar siempre. Veo cómo la pareja la saluda y ella les devuelve el saludo.

Me acerco a paso lento.

—Es muy bonito presenciar algo así, ¿no?—pregunto.

Ella asiente sin mirarme.

—Si, es algo muy tierno, creo que todo el mundo querría terminar así con el amor de su vida—dice con un suspiro y me mira.

Veo que me recorre con la mirada. Misma mirada que se detiene en mis zapatos. Se echa a reír divertida provocando que mis labios se curven en una sonrisa involuntaria.

—¿Que es tan gracioso Lu?

—¡Somos gemelos de zapatos!—. Señala mis zapatos y los suyos. Sonrío aún más—. ¿A qué no es mono?—pregunta.

—La verdad ni me había dado cuenta, pero sí, es muy mono. vamos, que llegaremos tarde— le apresuro y asiente.

Me echo a andar y echo una miradita hacia atrás comprobando que me sigue.

—Oye eres muy alto—señala al cabo de una rato con su voz suave, casi como la de una niña. La miro—. Parezco una pulga delante de tí—se queja.

Suelto una risa burlona. Veo que se hace la ofendida.

—Pero una pulguita muy bonita— aseguro.

Veo cómo se sonroja ligeramente y baja la mirada. No debería alegrarme pero lo hago, al fin reacciona a un halago mío.

Si es que llamar a alguien pulguita  se concidera un halago.

—Gracias—. Murmura finalmente.

Le resto importancia con un moviendo de mano.

Durante el corto trayecto al cine, le doy un par de miradas de reojo y veo su mirada perdida en la calle. Aún cuándo llegamos.

—Mira dice que hay boletos para ver Coraline, rápidos y fu...

—¡Coraline!—chilla, sorprendiendome. ¿Acaso hacia apenas un momento no tenía el semblante decaído?—. ¡Es mi película favorita¡, ¡La mejor del mundo!— dice dando saltitos de emoción.

Sonrío tiernamente al verle emocionada cómo una niña pequeña.

—Pues Coraline será—concedo.

Compro los boletos y pido dos palomitas y refrescos grandes. Entramos en la sala y nos sentamos en la segunda fila. No hay tanta gente cómo pensé que habría un viernes por la tarde.

—¿Sabes?, El libro da mucho más miedo que la película, el libro es algo cómo muy perturbador—susurra.

La miro, sorprendido.

—No sabía que te gustara leer.

Me clava la mirada y procuro no verme tan nervioso.

—Pues nadie lo sabía, ahora lo sabes tú—confiesa—. Generalmente compro los libros y los escondo para que nadie los vea y me pregunte algo tan estúpido cómo, "oh Laurel,¿Lees?"—suelta un bufido.

Me carcajeo, divertido.

—Claro, ya me imagino tu respuesta, sería algo cómo... "no, siempre compro libros para usar sus hojas cómo papel higiénico"

Nos reímos juntos. Unos "shh" se escuchan tras nosotros. Laurel mira hacia donde nos callaron con gesto ofendido.

—A mí no me chites, gilipollas.

Aprieto los labios en un intento por no soltar una carcajada.

—Bueno, pero volviendo al tema, es un poco perturbador—comenta tranquila, atiborrandose de palomitas. Le presto toda mi atención—. En esa escena— señala la gran pantalla dónde se ve que coraline sueña con ratoncitos—. Cuando sueña con esos ratoncitos, ellos cantan algo cómo "somos pequeñas pero somos muchas, somos muchas y somos pequeñas, estábamos aquí antes de que llegaras, seguiremos aquí cuándo te caigas"—. Canturrea. la miro, asustado—. Obvio que sí lo incluían en esa escena muchos se acojonarian— comenta tranquilamente.

—Bueno ss-si... es muy perturbador—logro articular.

Ella me mira con chulería.

—Tranquilo Fran, que sí te asustas, puedes cogerte de mí.

*****

—Si quieres te acompaño a tu casa.

Propongo una vez estamos fuera limpiando el sudor de mi frente agradeciendo mentalmente a todos los santos habidos y por haber que se hubiera terminado aquella espantosa película.

Un minutos más y me pegaba un tiro con una banana.

Me espabilo cuándo veo que  hace una mueca.

—En realidad, me estoy quedando en un departamento. creo que será algo temporal—explica.

La miro intrigado. El problema es mucho más fuerte de lo que creí.

—Bueno, entonces te acompaño a tu piso—concluyo.

Veo como me agradece con la mirada el que no le pregunte el porqué.

Obviamente no le iba a preguntar la razón. Teníamos que tenernos confianza como para contarnos nuestros problemas.

Empezamos a andar en un agradable silencio. Le echo un par de miradas admirando su perfíl. De verdad es hermosa.

Laurel me empezó a gustar tiempo después de que comencé a trabajar en la cafetería de su tío. Era una tarea imposible no sentirme atraído por ella. Se veía tan bonita en todos los sentidos, cuándo maldecia cuando accidentalmente se le caía un pedido.

distraída.

sonriendo.

Era simplemente la chica más hermosa. Y no sólo físicamente, si no por lo que percibía. Aquellos gestos que te hacían ver lo buena persona que era.

Y pensando así, sueno como un acosador. Era imposible no enamorarse de esos pequeños detalles cuándo llevaba un año y medio trabajando con ella.

Era imposible no enamorarse de Laurel Tassone.

La miro de reojo y me preocupo cuándo me doy cuenta de que hace todo lo posible por no desmoronarse frente a mí.




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