—¿Qué mierdas haces aquí?—. Espeto, luchando por controlarme y no soltarle un guantazo.
Aiden ve hacia todos lados y con un dedo se rasca la ceja derecha, nervioso.
—Vine a hablar contigo Laurel, necesito hablar conti...
—Lo que tengas que decir me importa una mierda—. Lo corto— Ya quedó bastante claro todo.
Veo que hace una mueca, apenado.
En realidad Aiden era un buen chico, siempre fue un buen chico conmigo, me trataba bien, me decía cosas muy dulces, siempre fue atento. Por eso me decepcionó bastante fuerte su... Ni siquiera quiero decirlo.
—Lau, lo que te voy a decir no me tomará ni cinco minutos, por favor, déjame explicarte todo—. Pide.
Asiento con mala cara.
—Vamos, iluminame o eliminame—. Concedo sarcástica.
Aiden me da una mirada decidido. Presiento que lo que está a punto de decir no me gustará ni un poco.
—Lau, primero que nada quiero que sepas que siempre te tuve mucho cariño, de echo, te quiero muchísimo—. Asegura, cogiendo una bocanada de aire como para infundirse valor—. Me siento como una mierda por haberte echo algo así... Pero, es que... Siempre me gustó la señora Liria, y se que suena horrible Lau...
Me retracto de lo de buen chico.
Lo siguiente que se escucha en el pasillo es la bofetada que le doy.
Aquello terminó de quebrar lo que queda de corazón. Aquello terminó por hundirme.
Lo miro enfurecida, con un mar de sentimientos inundandome.
—¡Pues claro que te tienes que sentir cómo una mierda!—. Le grito y se encoge— ¡Porque eso es lo que eres! ¡Una puta asquerosa mierda!
Él niega tragando saliva.
—Nunca fue mi intención hacerte daño, Lau, nunca lo fue.
—Pues claro que lo fue, bastardo, lo fue—siseo— Lo fué desde que empezaste a salir conmigo hasta que ahora me entero... fingiendo que te gustaba, lo fué desde que me pediste ser tu novia, lo fué desde que me dijiste que me querías—. Contengo las ganas de darle otra bofetada— ¡Lo fué desde que empezaste a fingir y jugar con mis sentimientos durante dos putos años!— grito entre aquel nudo en mi garganta—¿Cómo querías que lo tomara cuándo me enterara, eh?, ¿Que te abrazara de la felicidad y te dejara salir con mi madre?, ¿Que me uniría para hacer un trío cuando los caché?—. Pregunto cínica. Niega frenéticamente.
—No Lau, sabía que no lo tomarías bien, que te dolería.
—Y aún así te importó una mierda—. Señalo, luchando con todo lo que amenaza con tumbarme en ese instante— Aún así les importó una mierda como me sentiría— susurro colérica.
El nudo en mi garganta empieza a doler y mis ojos empiezan a picar por las lágrimas queriendo salir. Pero me niego a llorar frente a él. Veo que va a hablar pero lo corto:
—Vete.
—Lau y..
—¡Vete ya joder!—. Grito sintiendo mi garganta arder.
Asiente derrotado dando media vuelta y se echandose a andar. A último minuto lo freno preguntando:
—¿Cómo sabías que me estaba quedando aquí?
Se da media vuelta y me da una sonrisa triste.
—Hace meses me mostraste este edificio, me dijiste que aquí te gustaría quedarte cuándo te mudaras de casa.
Aquello es lo la gota que derrama el vaso. Me doy la vuelta y cierro la puerta, deslizándome hasta sentarme en el piso derrumbandome por completo. allí se me cae el alma a los pies. Lloro como una cría, lloro cómo nunca en mi vida lo he hecho. Lloro sintiendo el dolor en el pecho insoportable. Lloro dándome cuenta de que todo se fue a la mierda. Sollozo dándome cuenta de que nunca les importó como me sentiría.
Mi madre. Mi madre. ¿Cómo lidio con el hecho de que mi progenitora me hizo eso?
¿Cómo lidio con el hecho de que me destrozó el corazón?
Creo que cualquier madre remotamente normal no hubiera jugado con los sentimientos de su hija de semejante manera.
Carajo, ¿Porqué?
¿Porque existen seres humanos tan repugnantes?
Ahora se supone que todos los te amo fueron una mentira. ¿Que ganaba él con jugar conmigo de esta manera?
Unos polvos con tu madre.
Es asqueroso el hecho de hasta dónde llegan las personas para conseguir lo que quieren, lo que anhelan. Y cuándo lo obtienen nada más es por un rato, porque después se dan cuenta de que en realidad no era tan bueno cómo pensaban.
Media hora después en esa misma posición siento mis ojos hinchados de tanto llorar. Me levanto y echo un vistazo a dónde está el cuenco con el cereal, ni siquiera me lo pude terminar. Camino hacia mi habitación y me acuesto abrazando la almohada. Siento que ni lágrimas me quedan. Veo mi celular a un lado y me debato entre escribirle a Fran o no. No quiero fastidiarle, pero necesito desahogarme con alguien.
Hey, ¿Crees que estarás libre hoy?
Responde a los quince minutos.
Sí, ¿Para qué?, Sí dices que es para ver Coraline de nuevo juro que no te hablo más.
Sonrío sin ganas.
Tranquilo grandulon, no es para eso, sólo es que necesito compañía.
Responde enseguida.
En 15 estoy allá.
Y tal y como lo dijo, en 15 minutos tocan la puerta.
—Hola Lau—. Susurra recorriendome con la mirada— No es por ofender, pero te ves como la mierda.
Asiento desganada.
—Pues, me siento cómo una. Pero, pasa, siéntete cómodo.
Lo invito a entrar con un movimiento de mano. Entra observando todo a su alrededor.
—Es muy espacioso—. Comenta— y muy... gris, cómo tú—. Bromea.
Le sonrío.
—Pues sí, la verdad no he tenido tiempo de decorarla, me gustaría pintar las paredes de un amarillo chillón.
Levanta las cejas, sorprendido. Luego hace una mueca de asco que me causa gracia.
—No sé qué humano remotamente cuerdo querría sus paredes de amarillo chillón—. Murmura— Cada vez que entres vas a quedar ciega, nada más imagínate. Va a ser como ver hacia el sol.
Sonrió quedamente.
—Es broma Fran. La verdad las quiero de púrpura.
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Editado: 23.05.2023