Su nombre es Lisa West

Capítulo 32

Estoy reposando en mi asiento tratando de pensar en cómo es que ha sucedido todo esto. Decidido ya en llamar a los padres de las personas desaparecidas para preguntarles si le habían hecho algún comentario de que irían a algún lugar o si solamente estaban allá con ellos. Sus padres tenían que saber lo que estaba pasando. Tomo el teléfono, pero en ese momento entra una llamada.

—Aló, buenas —se pone de pie.

—Detective, se me ha informado que usted está llevando un caso sobre dos individuos desaparecidos. Encontramos un cuerpo, es una joven.

—Rayos —dice decepcionado mientras pasa la mano por su frente—. ¿Dónde están?

—Los encontramos a las horillas del rio San Juan. Ven rápido.

—Ya salgo—. Cuelga y toma las fotos de los individuos.

En el camino no paro de pensar en qué diablos ocurre, aquí hay algo muy extraño y tengo la horrible sensación de que ella ha sido asesinada. Ese tipo la mató si es ella la que han encontrado. Su familia aún no sabe nada y yo sé menos, lo que no entiendo es qué diablos ocurre, ¿Qué pasa en estos momentos?  Llegando al lugar puedo ver al alguacil que me esperaba junto con unos cuantos oficiales.

Me desmonto de mi carro, apago la sirena que estaba sobre el tablero. Veo al alguacil y a dos policías más, quienes me esperaban en aquel lugar, retiro mis lentes de sol y doy un vistazo al perímetro. Me acerco a ellos sin saber que había más allá.

—Ya encontramos a la chica —me dice con una libreta y bolígrafo en manos.

Miro a los otros dos oficiales.

— ¿Cómo es la escena? —Le pregunto a él.

—Horrible, todo indica que es un asesinato, arma de fuego señor.

—Bien—. Camino hasta donde estaba el cuerpo mientras soy guiado por él.

Paso mí mano por mí cara, el sudor moja mi frente mientras me acerco a la escena, su cuerpo se estaba descomponiendo, ya podía sentir ese olor nauseabundo que golpeaba mi nariz cada vez que inhalaba. Me cubro con mi mano sin poder evitar que se me revuelva el estómago mientras camino hacia él.

Me acerco lentamente: era realmente la escena más terrible que había visto en mis veinticinco años en servicio. Me agacho frente el cuerpo, las moscas posadas en su piel me daban nauseas.

—Tenga investigador Miller —me pasa una mascarilla.

—La tomo —gracias oficial.

Miro por encima de mi hombro y logro ver como empiezan a llegar las patrullas.

Miro una vez más el cadáver y puedo notar que este había sido arrastrado a las aguas del lago.

Su cabeza estaba casi completamente cubierta por el agua mientras que su cabellera dorada estaba abierta como sombrilla en las frías aguas. Su mano derecha estaba extendida por delante de su cabeza, mientras que la otra estaba más atrás. Lucia unos jeans y una camisa de cuadros.

Me pongo de pie y puedo notar que debajo de sus piernas hay una línea de sangre. Observo por unos segundos aquel rastro.

Sin detenerme a observarlo minuciosamente miro el resto de su cuerpo y no encuentro nada más a simple vista. La posición que tenía era inusual, pues parece que quien le disparó estaba parado frente a ella, al menos que la hayan llevado hasta allí.

Mientras voy caminando revisando el lugar para encontrar posibles pruebas, me percato de que aún hay unas huellas allí. Le pongo a cada huella una tarjeta y continúo mi búsqueda. Sigo caminando y empalidezco ante lo que acabo de descubrir.

Pongo mi mano sobre la máscara, me acerco más despacio y no puedo creer lo que veo: había otro cadáver allí.

Me acerco despacio, este estaba boca arriba a simple vista pude notar de que se trataba de un hombre. Él estaba muy mal herido en el pecho, muy cerca del corazón y en una pierna: apenas si se movía. Se escuchaba quejidos muy bajos, que apenas si podían ser escuchados.

Cuando me agacho frente al sujeto me doy cuenta de que aún se mueve. Alarmado empiezo a gritar desenfrenadamente, a todo pulmón.

— ¡Billy!, ¡Billy, ven rápido!

Grité en dirección a donde se encontraba, no me atrevo a tocarlo, pues podría tener otros golpes o heridas.

Que este sujeto viviera era más que un milagro, pues necesitaba a alguien extra que nos ayudara a resolver este dilema que poco comprendemos. Pues hasta yo mismo me sentía enredado y poco comprensible.

 

Lo escucho gritar mi nombre, me doy vuelta y a lo lejos lo alcanzo a ver agachado. Corro hacia donde él estaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.