Él y yo entramos a donde estaban las maquinas. Jason no pudo evitar voltearse al ver a dos chicas que le pasan por el lado.
—Madre eterna creí que había entrado al gimnasio, no al cielo —dice él mientras miraba a las chicas de arriba abajo.
Una de las chicas mira por encima de su hombro y le sonríe.
—Amigo, tu andas rogándole a una vieja mientras tienes este cielo lleno de angelitos. Olvídate de esa mujer, aquí tienes todo lo que quieres, es más yo permito que le eches el ojo a una de mis niñas —pasa su mano por encima del hombro de Anderson.
—Amigo, estás loco, ¿Cómo crees que yo estaría con una de estas chicas? A mí la única que me interesa es Lisa, ella es la que me gusta y no puedo dejar de pensar en que ella está desaparecida. ¿No entiendes que ella es a quien quiero?
— ¡Wow!... Espérate hermano, yo no me enojo si me rechazas a mí, pero a una de mis nenas no, con ellas no te metas —sonríe.
—Amigo, relájate, te estoy dejando a todas tus ¨nenas¨ para ti solito —le da una palmada en el pecho.
Él da tres pasos delante de Jason. Las personas en el gimnasio entran y salen, él mira hacia los lados y nota a unos hombres bien marcados que se aproximaban a las pesas. Él mira a su alrededor y ve a una chica que entra, tenía pelo rubio y corto, era delgada y pequeña. Era Lisa.
— ¿Lisa? —Susurra.
— ¿Qué? ¿Dónde está ese hermoso ángel? —Pregunta mientras mira de un lado a otro son moverse de lugar.
— ¡Lisa!... ¡Lisa! —Grita él mientras corre hacia donde ella estaba.
—Lisa, ¿Dónde habías estado? —le toca el hombro.
Ella se da la vuelta con una sonrisa en sus labios.
—Él la mira disgustado —tú no eres quien… Creí que eras —se lleva las manos a la frente—. Creí que eras otra persona.
La decepción que sentí en ese momento fue un gran peso que me cayó encima, nunca creí que me podría sentir así. Cuando se dio vuelta algo me jaló en el estómago. Sentí una gran presión que me haló.
— ¿Qué pasó? ¿Ella no era tu Lisa? —Pregunta Jasón casi tan disgustado como Anderson.
—Amigo, tengo que saber qué ocurrió con ella. Tengo que ir a casa, necesito llamar a la policía y decirle que ocurre, sino me volveré loco por no saber de ella.
—Está bien, vamos a la casa, yo te acompaño a que hagas la llamada.
Ellos caminan hasta la salida, donde cada quien se monta en sus respectivos coches.
Anderson se sube a su auto, donde la angustia lo inunda otra vez. Realmente la sensación era tan horrible que era como si algo en su pecho quisiera explotar y liberarse de una buena vez. No toleraría mucho tiempo así.
Él trata de apurarse para llegar a la casa, ya quería llegar de una vez para hacer la llamada.
Al llegar a la casa, se tira del auto y entra a la casa, dejando la bolsa donde llevaba el botellón de agua, las toallas y esas cosas que necesitaría en el gimnasio.
Él toma el teléfono de la casa y marca, lo toma una señorita, él trata de calmarse y dar la información lo más clara y precisa. Jason llega en ese momento.
— ¿Ya estás en eso? —Dice entrando a la casa, entrando las llaves de su auto en los bolsillos.
—Shhh… —Le hace señas para que haga silencio.
—Por favor, ayúdenme, no sé dónde está mi amiga —dice él con un hilo de tristeza en su tono de voz.
Después de unos pocos segundos hablando la chica cuelga asegurado que mandarán a alguien para que tomara todos los datos necesarios.
Anderson se sienta en el sofá mientras que Jasón lo observa.
—Amigo, ¿No saldremos con los chicos hoy? Ya los llamé y quedamos en el bar de siempre.
—Sí, sí, ya sé. Pero quiero primero hablar con quién sea que manden, después podré pensar en eso. No disfrutaré nada si me la paso pensando en que ella está desaparecida.
—Espera, ¿Pero no me dijiste que también está desaparecido su amigo? —Se encuentra extraño que no lo mencione.
—Sí, el tonto del que le gusta, ese tipo no me importa lo que le pase, él quiere robarse al amor de mi vida…
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en el texto hay romance, en el texto hay crimenes, en el texto hay corazones rotos
Editado: 25.07.2018