Su sonrisa

Capítulo 7. La despedida

Me despierto demasiado temprano, apenas he podido dormir tras lo sucedido con Hayley. No he querido mandarle ningún mensaje para no molestarla, pues aún no le he contado nada a Ethan. Toda la noche he imaginado diferentes escenarios, he pensado en qué podría decir y cuál sería la reacción, pero sé que no se van a comparar para nada con lo que pase en realidad. Si es que llega a ocurrir.

El momento más angustioso fue durante la pequeña fiesta que estaban teniendo en honor a elegir una fecha, ya que tuve que hacer lo posible por no escoger ninguna de las dos que habían mirado. Por suerte, tengo mucho trabajo por varias publicaciones cerca de esos dos días, así que utilicé eso como excusa para posponer la elección.

Cuando todos se fueron pensé en hablar con él. Me preguntó qué me pasaba, si todo iba bien, a lo que respondí que estaba cansada y necesitaba pensar. Puede que piense que es todo debido a los nervios. No me extrañaría si mi hermana le ha dicho algo sobre lo que hablamos, aunque fuera hace unos cuantos días ya.

Sin embargo, lo dejé para hoy. Demasiadas cosas habían ocurrido ya como para encima añadir otra más. Pero, de todas formas, estoy asustada. No le temo, ni creo que vaya a hacerme nada malo, pero le voy a romper el corazón. Y eso es algo que me duele hasta lo más profundo. Aunque no sienta lo mismo que siento por Hayley, sigo queriéndole. Ha sido una parte muy importante de mi vida y va a seguir siéndolo si decido tener este bebé.

—Buenos días —escucho su voz ronca al final del pasillo.

Ya han pasado varias horas desde que me he despertado, las cuales he pasado haciendo el desayuno y tratando de decrementar mi ritmo cardíaco por miedo a que se me saliese el corazón del pecho de los nervios.

—Hey —respondo, algo seca.

—¿Qué ocurre? Desde ayer te pasa algo.

—Ethan, tenemos que hablar —admito, al fin, evitando su mirada.

—Mírame. ¿Qué ha pasado? —Noto el dolor en su voz, ¿qué estará pensando que ha ocurrido?

—Ethan, yo... —Respiro hondo, es hora de dejar de llorar—. Estoy embarazada, pero-

—¿En serio? ¡Eso es increíble! —exclama, sin dejarme terminar.

—Pero hay algo más —reconozco; él se detiene, pues iba a abrazarme.

—Ems... ¿Es de otra persona? —cuestiona él, dando un paso hacia atrás.

—¡No! —grito, algo disgustada.

Respiro un momento. No le engañaría por nada del mundo, primero haría lo que estoy haciendo ahora mismo. No es lo mismo enamorarse de otra persona que engañarle.

—¿Entonces? —dice con un hilo de voz; puedo notar su mirada penetrándome, esperando una respuesta.

—No puedo hacer esto, Ethan. Te quiero, de verdad, pero... Me he dado cuenta de que no puedo casarme contigo. —Le miro a los ojos, por primera vez en toda la conversación.

—Pero, ¿por qué? ¿No sientes lo mismo?

—Sí, y pensé que eso era amor verdadero, pero... Entonces conocí a Hayley y la primera vez que me dedicó una sonrisa algo en mí se detonó.

—¿Hayley? ¿La chica de ayer? Da igual. No me puedo creer esto —responde, incrédulo.

Se da la vuelta y comienza a caminar por la cocina, sin decir una palabra.

—Ethan, yo-

—No digas nada, por favor. —Me corta la frase de nuevo, su voz ahora es fría y distante.

—Pero, tenemos que hablar de ello...

Él se va sin decir nada. No ha sido como lo había imaginado, a pesar de haber construido cientos de veces la situación en mi cabeza. Estoy confusa, no sé qué va a pasar a partir de ahora. ¿Se va a ir para siempre sin decir nada? ¿Qué pasa con el bebé?

—¿Cómo me has podido hacer esto? —exclama, volviendo hasta la cocina—. ¿Qué he hecho mal?

—No has hecho nada mal, Ethan. No puedo controlar mis sentimientos, ella entró a mi vida y punto final. No quiero que salga de ella, pero, Ethan, tampoco quiero que te vayas tú.

—¿Has hecho algo con ella? —pregunta, serio.

—¿Qué? ¡Claro que no! Sabes que no te engañaría —respondo su pregunta, algo furiosa.

—Pero, sin embargo, te has enamorado de otra persona.

—No es lo mismo, Ethan. No he hecho nada con ella porque no te mereces eso.

—Pero quieres —interviene, con los ojos rojos y lágrimas manchándole las mejillas.

—¿Y qué tiene que ver eso?

Se frota la cara con las manos, como si tratase de despertar de un sueño. O, más bien, una pesadilla. Comienza a llorar silenciosamente, apoyado en la encimera de la cocina. Yo permanezco a su lado, con los brazos todavía extendidos por haber estado gritando. Me siento acalorada de repente, necesito respirar algo de aire fresco, por lo que abro la ventana más próxima y me apoyo en ella, dejando que la ligera brisa mañanera golpee mi cara.

—¿Por qué la trajiste aquí anoche? —Consigue preguntar entre llantos.

—Estábamos hablando y ella insistió en traerme de vuelta a casa, pues habíamos tomado su coche para ir al parque. Solo quería que llegara bien a casa.



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Editado: 02.06.2018

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