Su talismán

1.1

Apenas cruzo el umbral, una oleada de dudas me cae encima.
¿Acabo de entrar en la casa de un desconocido? ¿Con mi hija en brazos?
Debe ser el colmo de la desesperación…

Dentro hace calor. El aire huele a madera y a algo especiado… ¿galletas caseras? Es el último aroma que esperaba encontrar en una guarida de soltero. Miro a mi alrededor con cautela, observando cada rincón. La casa no parece una trampa, pero la experiencia me ha enseñado que el peligro puede esconderse incluso entre las cosas bonitas.
Maldita sea. Ya no voy a poder quitarme esta sensación del pecho.
El corazón me late como loco. Abrazo a Lili con más fuerza, como si eso fuera suficiente para mantenernos a salvo.

—¿Estás bien? —pregunta Hunter, notando mi mirada.

—Sí… —miento, y me obligo a avanzar.
Solo necesito alimentar a Lili y luego irme. No pienso quedarme aquí ni un minuto más de lo necesario.

El recibidor da paso a una sala de estar amplia, que parece cómoda pero… como si hubiera pasado un huracán. Hay mantas tiradas en el sofá, un par de tazas sobre la mesa (una de ellas se ve sospechosamente como un trofeo de algún festival cervecero), zapatillas esparcidas por el suelo y un par de guantes de hockey colgando de una repisa como si estuvieran a punto de saltarte encima.

Hunter aparta con el pie una toalla sucia.

—No mires eso… —murmura, rascándose la nuca—. No estaba esperando visitas.

Le sonrío débilmente y saco a Lili del portabebés. Ya se calmó un poco y ahora observa el lugar con ojos enormes.

—¿Puedo sentarme? —pregunto, señalando el sofá.

—Sí, claro… solo que… —Hunter se lanza a quitar un suéter arrugado—. ¡Listo! Ya está limpio.

Me siento con cuidado y coloco a Lili a mi lado. Me duele todo el cuerpo. No puedo cargarla más sin romperme la espalda. Y, aun así, cada vez que llora, la recojo de nuevo. Es instinto.

Hunter, todavía algo incómodo, se sienta frente a nosotras… y se queda mirando fijamente a Lili, como si nunca hubiera visto algo así.

—¿Pasa algo? —pregunto sin rodeos.

—Sí… o sea, no sé… Nunca he estado tan cerca de un bebé tan pequeño —dice, alejándose un poco—. Siempre han estado… visualmente cerca, pero a distancia. ¿Sabes lo que quiero decir?

—No.

—Es como ver pandas en el zoológico. Lindos. Curiosos. Pero no los tocas.

Me muerdo el labio para no soltar la carcajada.

—¿Acabas de comparar a mi hija con una panda?

—¡No, no! —sacude las manos, alarmado—. ¡Hablaba de la distancia! Olvídalo. Lo estoy empeorando todo.

Se levanta de golpe.

—¿Quieres té?

—Estaría genial.

—¡Perfecto! —Sonríe como si por fin le hubieran dado una misión salvadora—. Hice galletas también… Están tan duras como corteza de árbol, pero si no tienes problemas dentales, puedes probar.

—Con el té me basta, gracias.

Hunter desaparece. Minutos después regresa con dos tazas. Me pasa una, se sienta de nuevo frente a mí y, finalmente, toma aire.

—Así que… buscas a Oliver —dice, estudiando mi rostro—. ¿Por qué?

La garganta se me seca. ¿Qué digo? ¿Que escapé de mi ex? ¿Que vine aquí con la última esperanza que me quedaba?

Dudo un segundo. Después simplemente digo:

—Soy su hermana.

Hunter parpadea, como si su cerebro necesitara reiniciarse. Abre la boca. La cierra. La vuelve a abrir.

—¿¡QUÉ!?

Su grito es tan fuerte que Lili se sobresalta. Instintivamente, empiezo a acariciarle la espalda.

—¿Estás bromeando?

—No —susurro.

Se queda quieto unos segundos. Y de repente, se pone de pie, agita los brazos como un loco y empieza a pasearse por la sala.

—¡Maldita sea! ¡Es que…! ¿¡De verdad eres su hermana!?

Asiento, y me empiezo a preocupar un poco por su nivel de entusiasmo.

—¡Tengo que abrazarte! —susurra—. No, ¡no debo! Pero quiero. ¡Aunque sería raro porque nos acabamos de conocer!

Da un paso hacia mí, pero se frena justo a tiempo.

—Vale. Sin abrazos —dice, respirando hondo—. Al menos por ahora.

Niego con la cabeza, intentando ocultar una sonrisa.

—Gracias por tu… efusiva reacción.

—Dios… ¡MacKay va a desmayarse de felicidad! —sigue, caminando en círculos—. ¡Es la mejor noticia del año! ¡Mejor que su contrato con la NHL! ¡Mejor que cuando su novia se mudó desde Ucrania!

Lo miro… y por primera vez desde que llegamos, me siento un poco más tranquila.
No sé si Oliver me aceptará, pero al menos ahora sé que hay alguien más…
alguien que sí está contento de que haya venido.



#102 en Novela romántica
#42 en Chick lit

En el texto hay: humor, amor, niña

Editado: 29.04.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.