Un código es llamado así por las influencias que trae, un código no se rompe, por muy alejadas que estén, ellas se apoyan, es el código que hicieron el día que se conocieron, cuando se conocieron hicieron una promesa, la distancia nunca será impedimento para que ellas rompan esa promesa. Un código es difícil de romper, sobretodo, cuando la amistad es verdadera.
Un día, todas a la misma hora recitaron lo que en la noche, aquel hombre de voz ronca les dijo.
-Deseo humildemente, para acudir en ayuda de Jazmín y Lucia, que Manuel Ordoñez, vuelva a la vida para protegerlas de todo mal.- dijeron las 5 amigas, Rosario, Buenos Aires, Bogotá, Concepción y Valdivia, estaban en ese momento unidos, Chile, Argentina y Colombia, tres países totalmente distintitos unidos por una misma razón. Ellas lo sintieron, ellas lo provocaron, un fuerte movimiento hizo que las 5 chicas sonrieran al mismo tiempo, había funcionado. En España, una chica sollozaba, no podía seguir escuchando las burlas de sus compañero, aquellos que ella llamó "Amigos" estaban ahí, riendo de ella y sus lagrimas, pero apareció él, un apuesto joven, alto, de ojos color avellana, pelo castaño y manos grandes, todos las miradas fueron para él.
-Dejas ya mismo a Lucia.- dijo con su voz grave, le lanzó una sonrisa llena de complicidad a Lucia, y luego miró a un chico. Pablo, aquel que alguna vez Lucia consideró su amigo.- soltadla, ahora.- dijo con voz amenazante, Lucia, por su parte, tenía miedo, ese chico lograba atemorizarla.
-¿Estáis defendiendo a la huérfana?- dijo Pablo, Manuel, solo lo miró y asintió.- ¡Ja!- rió sarcásticamente, nunca había escuchado algo más estúpido, una persona con aquellas características no clasificaba para ser "defensor" y menos, de Lucia.
-sí, estoy defendiendo a Lucia.- dijo mientras se acercaba amenazante.- ¿algún problema?- preguntó mientras le secaba las lagrimas a Lucia.
-no...- dijo Pablo con cierto temor, miró a sus secuaces y les hizo una sea, de apoco, todos, empezaron a irse.
-si vinisteis a molestarme podéis tomar tus cosas he irte.- dijo con odio en su mirada.
- no, no he venido a molestar, he venido a ayudarte, tu yaya me ha mandado.- dijo, sin esperar respuesta prosiguió.- soy Manuel Ordoñez, supongo que os acordáis de mi.- dijo nuevamente.- mirad Lucia, vuestras amigas te están ayudando, Jazmín, María Virginia, Wanda, Marianella y Valeria, ellas son amigas de verdad, confía en mí, yo soy una pequeña parte de todas ellas.- dijo el joven, Lucía lo miraba sorprendida, ¿cómo de ser sólo un sueño pasó a ser realidad? Era extraño, pero últimamente, en compañía de su fiel amiga, le pasaban cosas raras.
-¿Cómo es qué estás... Acá?- Preguntó un poco confundida, era de esperarse que no entendiera mucho al ver a Manuel, pero él se encargaría de hacerla Confiar.
-Luci, tranquila, confía en mí, ten por seguro que te protegeré.- dijo sonriendo, esa sonrisa hizo que la chica confiara, hizo que estuviera segura.
- Está bien, voy a confiar.- dijo con una sonrisa, su corazón latia más rápido de lo normal, sus ojos brillaban, sus manos sudaban y por alguna razón no podía dejar de mirar los bellos ojos color avellana del chico.
*-*
-Jaz, ya extrañaba esto.- susurró la española atreves de la pantalla, la mexicana, solo sonrió.
-Lucí, ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?- preguntó con su típico acento mexicano, la tercera video llamada se había demorado un poco más de lo previsto, pero ahí estaba, ambas chicas frente a una cámara.
- Bien.- dijo y sonrió, esperaba que la mexicana se creyera aquello.- tú, ¿Cómo estás?- preguntó.
-Bien, o bueno, bien pero mal, en simples palabras podría estar mejor.- dijo con sus ojos cristalizados, nadie lo sabia, pero para ella era muy difícil contar su verdad.- pero cambiando de tema, ¿Cómo te has sentido? ¿Sigues soñando lo mismo?- preguntó limpiando las lágrimas que habían caído de sus ojos cafés
-Sí, pero ya no tanto.- dijo con una leve sonrisa.
-¡Lucia venid a comer!- se oyó atreves del parlante
-bueno, me tengo que ir.- susurró desganada la española.- pero que no se te olvide Jazmín, me debes un por qué de tu “podría estar mejor”- dijo con una leve sonrisa, con una mano sostuvo su móvil, mientras que con la otra lanzaba un beso a la cámara, el cual, Jazmín recibió y devolvió con entusiasmo. Lo nadie sabía, solo la mexicana era que se acercaba el momento de la verdad, el momento de su verdad.