—¿Cómo conseguiste éste departamento? En serio Iva, ya comienzo a sospechar de tu novio.
—No es mi novio —sonrió divertida, mientras acomodaba unos almohadones rojos sobre su nuevo sofá de cuero ecológico blanco.
—¿Y cómo le llamas? ¿Amante?
La miró pensativa, no recordaba que tuviera mujer.
—No, eso creo, no lo sé realmente —pronunció despreocupada.
—¿No sabes que eres? ¿Y si tiene mujer? ¿Hijos?
—Ese, claramente, no es mi problema, Fiana. Desde un comienzo, dejamos las cosas en claro.
—¿Tienen una especie de contrato o algo así?
—Nop, pero existen reglas.
—¿Cuáles?
—No fotos, no llamadas fuera de los horarios ya determinados. No muestras de cariño, no exponernos, ya que cada uno tiene su vida.
—Wou, que... Frío suena todo eso.
—Eso piensas tú porque eres una enamoradiza, para mí está bien.
—¿Y si te lo encuentras fuera de los horarios de sus "citas"? —preguntó curiosa, siguiéndola por detrás hacia la cocina.
—Somos dos desconocidos —le dijo con total franqueza, sin emoción alguna—. Ya ha pasado.
La observó sorprendida, sin poder creer que su amiga actuara tan natural al hablar de aquello.
—Iva, ¿Puedo preguntarte algo?
—Claro —le dijo tomando dos copas, antes de buscar una botella de vino.
—¿Es un viejo?
—Referirse a alguien como "viejo", es relativo, Fi. Quizás para algunos es viejo, y para otros, solo un hombre maduro.
—Sabes muy bien a que me refiero —pronunció rodando los ojos.
—Ya te dije que no puedo hablar de él.
—¿Por qué no? ¿Qué tiene de malo? Soy tu mejor amiga.
—Y no lo niego, pero no puedo hablar de él, ni siquiera, de como es.
Hizo un mohín con sus labios, y tomó la copa que Ivanna le estaba ofreciendo.
—Eres cruel, ¿lo sabes?
—Sí, siempre me lo dices —sonrió divertida.
-o-o-o-o-
Cerró los ojos mientras el agua caliente relajaba sus músculos. Luego de que Fiana se fuera de su casa, una hora después la había llamado Víctor, diciéndole que quería verla.
Y ella no podía oponerse, ya que no se encontraba en horario de trabajo.
Cuatro horas después, finalmente había vuelto a su departamento, cansada, y con la cartera llena de dinero.
Levantó su mano izquierda, y observó la bonita pulsera de oro colgar de su muñeca, uno de los tantos regalos que le había hecho Víctor.
Miró hacia abajo, y observó un pequeño moretón que se estaba formando al costado de ombligo. Sí, otro de sus "regalos".
Cerró los ojos nuevamente, y se sumergió más en la tina, dejando que el agua le llegara hasta la base de la mandíbula.
Y cuando se estaba por quedar dormida, escuchó su celular sonar.
Con desgano lo tomó, y se lo llevó al oído.
—¿Sí?
"—¿Cómo estás?"
—Bien...
"—Lamento lo que ocurrió, no volverá a pasar."
—Eso espero, porque de lo contrario, te puedes olvidar de mí.
"—Lo siento bebé."
Rodó los ojos, y cortó la llamada. Como si un lo siento, fuera a solucionar las cosas.
-o-o-o-o-
—Feliz cumpleaños, mami —sonrió abrazando a su progenitora, mientras depositaba un suave beso sobre su mejilla.
—Gracias hija, creí que no vendrías.
—¿Por qué?
—Es que como estás ocupada, y viajando continuamente con tu novio, creí que no estarías en la ciudad.
—No es mi novio —suspiró cansada—. Y además hoy no lo veré, es mi día de descanso.
—¿Día de descanso? Hablas como si ese muchacho fuera un trabajo.
"Sí supieras..." pensó cambiándole de tema a su madre.
Cuanto menos supieran de Victor, mejor.
...