Sunny

CINCUENTA Y CINCO

Sunny no tenía idea de cómo terminó sentada en la cama entre Venus y Kristal mientras veían una película de acción con un espantoso filtro sepia, pero ahí estaba. Al menos en algo tenía Kristal razón, porque aunque el chocolate en su taza se había quedado frío una hora atrás, el trabajo para mejorar su ánimo fue bueno y hacía un rato que ya no sentía ganas de llorar.

Venus despertó mientras su novia loca obligaba a Sunny a tomar chocolate caliente en la cocina y la convenció de quedarse para ver una película y cenar. Por primera vez en la vida no tuvo que esforzarse demasiado, aunque una parte de ella se sintió defraudada porque lo que realmente quería que le ofrecieran era alcohol y tal vez algún sedante.

Sintió la mirada de su amiga sobre ella y fingió estar concentrada en la película. En la última hora Venus había clavado los ojos en ella al menos tres veces mientras Sunny solo se limitaba a fijar la vista en la pantalla y cambiar cualquiera que fuera su expresión por alguna menos deprimente y funcionaba. O al menos había funcionado las tres veces anteriores, pero en ese momento lo único que consiguió fue que Venus le rodeara el hombro y la mirara con lástima.

—Sunny, ya verás como todo va solucionarse, en serio —murmuró—. Sé que quieres mucho a Betty y que te entristece que esté molesta contigo, pero tiene solo doce años, en un par de semanas tendrá que asumirlo y todo será como antes.

Lanzó una mirada a Kristal como si pidiera su apoyo, pero esta no apartó la mirada de la televisión, así que tuvo que recurrir a métodos menos sutiles.

—¿No es cierto, Kristal? —insistió— Dile a Sunny que todo se pondrá bien.

Kristal hizo una mueca sin mirarlas.

—No puedo decirle eso, Betty es tauro, ¿lo sabías?

—¡Tiene doce años! —señaló Venus y Sunny estuvo segura de que era la primera vez que la escuchaba gruñir.

—Como si tuviera cinco meses, es como es y ahora está furiosa, solo puedo decir que hay que darle tiempo —los ojos de Kristal abandonaron por fin la televisión y se fijaron en Sunny—. Ella también te quiere, lo solucionaran en algún momento, pero por Dios, deja de actuar como que te peleaste con tu amiguita de secundaria.

Sunny no había pronunciado palabra desde que se sentaron para ver esa película, pero se obligó a asentir y sonreír un poco.

—Gracias, chicas. Me alegra haber terminado siendo tu amiga y que ésta extrañamente haya terminado metida en la ecuación —dijo a Venus.

—Es lo más bonito que me has dicho —se burló Venus apretando su abrazo y dejando caer la cabeza contra su hombro.

—Bueno, ahora estoy sentimental, no te acostumbres —replicó, intentando equilibrar la cursilada que acaba de soltar.

—¡Ay, por Dios, basta! —interrumpió Kristal poniendo los ojos en blanco, aunque Sunny podía ver como intentaba contener una sonrisa—. Me muero de hambre, en serio, pidan esas hamburguesas o terminaré mordiendo el pie de alguien y no será bonito.

Por primera vez en las últimas veintidós horas, Sunny se carcajeó. Empujó a Venus hacia la orilla de su propia cama y la obligó a levantarse para pedir esas hamburguesas, por si las moscas.

La brisa caliente le golpeó la cara cuando dejó de estar bajo la protección del aire acondicionado, pero Sunny no necesitó cubrirse del sol gracias a la estúpida visera que ya era parte de su uniforme. Suponía que era algo qué agradecer dentro de todo el caos que la rodeaba.

Caminó hacia su auto tan rápido como le era posible sin correr para salvaguardarse de la espantosa temperatura que la hacía sentir como si estuviera en un sauna y suspiró cuando estuvo dentro y volvió a estar a salvo del calor espantoso. Lo bueno era que acababa de terminar su primera semana de trabajo y, aunque le había costado acostumbrarse, le gustaba el ambiente, así que si no pensaba mucho, casi podía creerse que estaba bien.

Lo malo era que Betty seguía sin contestarle las llamadas o mensajes. Aunque debía agradecer el punto intermedio de que no la hubiera bloqueado. Cada día veía cómo sus mensajes se acumulaban uno sobre el otro con el doble check azul que implicaba que sus mensajes fueron leídos, pero no recibía nada de vuelta.

Sí, prácticamente estaba acosando a una niña de doce años, no se sentía orgullosa de la persona en la que se había convertido, pero era peor leer los mensajes de alguien y no contestarlos. Ese era el colmo de la crueldad.

Max, por otro lado, no había intentado contactar con ella desde que se habían visto el martes anterior, y aunque una parte en su interior entendiera que ella había dicho que lo llamaría, algo en su interior esperaba otro intento de acercamiento por su parte. Al menos uno más.

Si era sincera consigo misma, debía admitir que lo extrañaba. Se había acostumbrado a tenerlo cerca, prácticamente no se habían separada en las últimas semanas y de repente él no estaba, Betty tampoco y, aunque Patrick hacía un tremendo esfuerzo por no dejarla sola, Sunny sabía que su mente estaba en otra parte, lo que la hacía sentirse terriblemente por estar acaparando su tiempo.

Ahora que sabía que su mejor amigo y su hermana tenían una relación a distancia, entendia el que Pat estuviera todo el día pegado al celular sonriendo como idiota y perdido en el espacio.

Respiró profundo y apoyó la cara contra el volante. En cuestión de días su vida se había convertido en una telenovela de las que Vivi criticaba y suponía que le costaría bastante más antes de poder encontrar una rutina en medio de la debacle.



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En el texto hay: romance, niniera, comedia juvenil

Editado: 04.10.2024

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