─Hola Otto. ─saludo Natalia a su cuñado, muy dolida.
─Natalia perdóname, lo intente, trate, pero fue inútil, lo siento mucho. ─le respondió un poco alterado, apunto de llorar.
─Otto ya, cálmate, lo sé, no me tienes que explicar nada, yo sé que hiciste todo lo que pudiste.
─Pero no fue suficiente, no pude hacer nada, la tuve que ver morir sin poder salvarla.
─Pero puedes salvar a muchas personas. Tú tienes un don.
─Más bien una maldición, puedo salvar a cualquiera y no a la mujer que amo, ¿Qué hay de grandioso en eso Natalia?
─Ya no llores Otto, mira que a Elena no le gustaba vernos llorar.
─Pues me gustaría que Elena me viera y me gritara, eso significaría que estaría viva.
─Entremos, ya va empezar la misa.
─ ¡Estamos aquí reunidos, para darle el ultimo adiós a Elena! ¡Hija, hermana y esposa, que lucho incansablemente contra una mortal enfermedad!
Octavio no le prestaba atención, a las palabras del padre. Octavio solo miraba el ataúd y venían a su cabeza recuerdos felices con Elena, que ahora eran sino tristes para él.
─ ¿Otto, quieres ser mi novio?
─Lo deseo como nada en este mundo.
─ ¿Elena, te quieres casar conmigo?
─ ¡Claro que sí!
─Cuando nos casemos, te voy hacer la mujer más feliz del mundo.
─ ¿Me lo prometes?
─Tengo miedo de que algo te pase.
─Nada me va pasar, me se cuidar. Yo te cuidare a ti, más de lo que te imaginas.
─Mi amor feliz cumpleaños, ¿Te gusta el bizcocho?
─Gracias, te amo.
─Me fascina ese bikini que traes puesto.
─Mas te vale, ya que fuiste tú el que lo eligió.
─Me encantas cada día mas.
─En el nombre del padre, del hijo y del espíritu santo, amen.
A Octavio no se le olvidaba la vez que Elena y el, se hablaron por primera vez. Octavio estaba en la biblioteca, con los ojos puestos en la pantalla de su laptop, cuando:
─Hola, fue muy valiente lo que hiciste. ─le comento la chica que se acercó a él, con intención de entablar una conversación. Chica que el siempre miraba.
─No entiendo, ¿Que hice? ─desubicado le pregunto.
─La chica a la que salvaste, ayer.
─Más calmado y sin temor hacer juzgado le contesto. ─Ah, sí, reaccione rápido.
─Me llamo Elena, tuvimos en una clase juntos, hace unos semestres atrás. ─Elena se sentó junto a él.
─Si me acuerdo, creo que era matemática.
─Si, matemática básica. ¿Cuál es tu carrera?
─Informática.
─Con razón siempre andas con tu laptop.
─Que te puedo decir, es mi esposa.
─Ella sonrió y dijo: ─Entonces ya eres un hombre comprometido.
─No creas, mi esposa no es tan celosa. ¿Qué estudias?
─Administración de empresas.
─Pues ya sé a quién pedir ayuda con mi tarea de cálculos.
─No me importaría ayudarte. Vine por unos libros, no vayas a pensar que solo vine a interrumpirte.
─No, yo solo miro uno película, ¿Vez?
─Que tonta soy, vi que estabas muy concentrado y pensé que estabas leyendo algo.
─ ¿Ya te vas?
─ ¿Quieres que me quede?
─Te invito algo, eres de las pocas personas que me elogio por lo que hice.
─No te creo.
Ese fue el primer momento de toda una vida juntos. 5 meses más tarde, Octavio conocería a la que sería su cuñada.
─Natalia, él es Octavio, mi novio. Otto ella es mi hermana.
─Encantada de conocerte Octavio, así que eres del que mi hermana no deja de hablar.
─No creo, tal vez es el otro novio de Elena.
─Pues solo tengo ojos para un Octavio en mi vida.
─Elena me conto que son muy unidas.
─Si, solo nos tenemos a nosotras, desde que nuestros padres murieron en un accidente.
─Pues, puedes contar conmigo para las que sea Natalia.
─Cuanto con que hagas feliz a mi hermana.
Un secreto que compartirían ambos.
─Elena, debo confesarte algo. Nos vamos a casar y no quiero ocultarte nada.
─Cuéntame.
─Pues, déjame pensar, ¿Crees en extraterrestres?
─No. Bueno, me gustaban muchos los programas de lo paranormal y esas cosas. ¿Haces brujería?
─No, no creo en esas cosas.
Octavio creo un pequeño portal con sus manos, moviendo el pequeño círculo de un lado a otro. Elena se asustó mucho.
─ ¡¿Cómo hiciste eso? ¿Es magia?!
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Editado: 28.02.2020