Supro Solid - Orígenes

14. Conociendo el nuevo mundo

En uno de los lugares más inhóspitos del universo para crear vida, un lugar tan helado que podría congelar hasta los suspiros, es que Eijin pretende albergar vida no espiritual con el único fin, de tener a alguien que la ame. Así de miserable es la vida en el Ocurum.

Este sitio es el lugar más alejado de la divinidad, el calor y la luz son prácticamente inexistentes, por lo que la futura madre necesitaba todos los días hacer fuego en los extremos de la habitación para mantener aquella masa oscura con una temperatura cálida. El único fuego que se puede tener aquí es uno que se genera a partir de gases inertes, no necesita oxígeno para su combustión y su color es de un muy peculiar tono violeta. De hecho es el único color fuera del negro, que han conocido.

Pese a todo pronóstico y tal como predijo el viejo Dukky, el pequeño Biszlik estaba creciendo rápidamente, desde el día en que se comenzó el conjuro hasta ese día, había casi duplicado su tamaño y sus movimientos eran más frecuentes, aunque aún era una masa sin forma, Eijin creía que de seguir así, no podría seguir estando en aquel jarrón por mucho tiempo más porque se desbordaría.

Muziba se dio cuenta que el plan del deceso de Eijin tenía que acelerarse, ya que su hermana se desaparecía demasiado de la superficie y a veces por días, esto de la maternidad estaba poniendo todo el plan en riesgo.

Así que la buscó en su refugio para hablarlo con ella:

— Eijin, necesito que me digas algo…

— Dime hermano — respondió con un tono más amable de lo normal.

— ¿No crees que estás llamando mucho la atención? Es decir tu nunca bajabas ni te ausentabas de tus labores, ahora lo haces todo el tiempo, afortunadamente los nuestros saben de nuestro plan, sin embargo muchos de los espíritus pueden darse cuenta o peor aún, cualquier soldado real puede visitarnos, ver que estás ausente y empezar a hacer preguntas.

Eijin baja la mirada y responde en modo sumamente calmado:

— Si lo se, he pensado en que debemos acelerar las cosas con el tema de mi partida. La verdad es que siento la necesidad de estar aquí, a nadie le interesa Biszlik realmente, de no ser por mi, habría muerto congelado desde el primer día. — deja lo que estaba haciendo y voltea a ver a su hermano menor.

— Se que es mi responsabilidad estar allá cumpliendo mis funciones, pero francamente no me nace, sabes bien que cualquier error por mínimo que sea, terminaría por arruinar todos los planes que hemos construido.

Muziba dubitó por un momento, la percepción de su hermana era totalmente correcta, estaban obviando muchas cosas vitales del plan. Sin embargo le molestaba que estuviera abandonando sus funciones, ella definitivamente no era así.

— Estoy de acuerdo contigo, lo mejor es acelerar el tema de tu muerte, de esta manera podrás encargarte de tiempo completo al cuidado de tu hijo, sin embargo…

—¿Qué sucede? — cuestiono Eijin con mesura.

— Tienes que tomar en cuenta que nunca volverás a ver la superficie, tu muerte no es ficticia, nadie puede volver a verte nunca más.

— Está claro — respondió Eijin con un tono melancólico y un pesimismo apabullante.

— Muy bien, yo me encargaré de todo.

Sentenció Muziba, saliendo de la cálida cueva para volver a sus actividades cotidianas de rey.

Fingir la muerte de Eijin sería una tarea sencilla, lo difícil sería el hacerlo parecer real.

Para esto se montó todo un show en el que todos los trabajadores se reunieron alrededor de la hermana mayor de Muziba.

El sentimiento de muerte era real, al menos para el, sabía que ya no vería a su hermana como antes, no le ayudaría con la difícil tarea de llevar la administración de las muertes, ni conversarían largo sobre los sucesos que se daban lugar en el Ocurum todos los días.

Aunque Muziba no le dijo nada a su hermana, las cosas estaban yendo fatal sin ella, había perdido mucha autoridad con las almas y algunas de ellas lo habían notado y se aprovechaban, había suavizado mucho los criterios y no había nadie apoyándolo en dirigir aquel reino.

Y ahora perdería a su compañera de toda la vida. Era una mezcla de sentimientos encontrados porque sabía que ella ganaría mucho con todo este teatro, así que el sentimiento también era de felicidad.

Solo fue cuestión de tiempo para que algunos soldados reales bajarán al reino a ver qué estaba pasando.

— ¿Qué es lo que está sucediendo aquí? ¿Por qué nadie está haciendo sus labores? — Preguntó uno de los generales al tiempo que veía el cuerpo de Eijin tirado en el piso.

Muziba estaba aterrado, ya no era el ser valiente que fue, ahora no era más que un pobre alma asustadiza, por lo que no pudo con la presión y corrió a esconderse en una de las cuevas.

—¿Por qué se fue? ¿Alguien quiere explicar que pasa por favor? Dijo con un tono bastante molesto está vez.

— La reina Eijin ha muerto — dijo la multitud entristecida.

Los guardias reales eran capaces de detectar la existencia o inexistencia de las almas vivas, pero no la de aquella familia que precisamente por su condición, parecían ser seres sin presencia.

— Lo lamentamos mucho — dijo el general con mucha pena por su actitud anterior. Mi más sentido pésame.

Los habitantes siguieron con su actitud magistral de llantos y lamentos.

Todos menos Deep, quién realmente estaba sorprendido, tampoco se sentía triste, pero si fue una sorpresa enorme para él ver a su tía inmóvil en el piso.

— Lo sentimos mucho pero tenemos que proceder…

— Noooo, por favor, queremos tenerla aquí. — dijo uno de los habitantes.




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