La misión de recuperar a los chicos había sido un fracaso total.
Después decidí reportarlo con el jefe. Mis Alas estaban lastimadas por los misiles, sin embargo se recuperaban rápido. Realmente no podía perder más tiempo, el líder me pedía al menos un avance.
Las últimas misiones habían llegado a ser bastante fastidiosas, sin embargo yo era un nuevo miembro de la elite por aquel tiempo.
Sin duda, la vida es dura con cada día que pasa, pero eso solo significa que subes de nive. Eso era lo que yo pensaba para alentarme y levantarme en las mañanas.
1 año después.
Todo estaba derrumbado, ese doctor nos torturo de formas inimaginables. Nadie escuchaba nuestros gritos, nuestros lamentos ya no tenían ningún tipo de importancia.
El señor Steinn nos mantuvo de nuevo en otras habitaciones, ya estaba harto de sus maltratos, éramos literalmente ratas de laboratorio, Simplemente herramientas.
Como siempre el doctor se tomaba su café por la mañana, nosotros estábamos encadenados, junto con ello se formaban capas de humo toxicas, sin embargo a nosotros 4 no nos afectaba en lo absoluto, algo que para un humano “normal” sería mortal al apenas inhalarlo.
Después tomaba su látigo y empezaba a azotar al chico que más le placía, a veces estaba de buenas y simplemente nos dejaba en paz, pero sin poder ver la luz del sol.
No sabía si algún día saldría de ahí. Realmente solo conocía a los otros chicos por las ventanillas, jamás había hablado con ellos ya que no se podía transmitir sonido hacia el exterior, solo si el doctor lo quería, pero era algo que jamás iba a pasar.
Pasaron las horas y unos hombres encapuchados de negro además con armas largas entraron al lugar. El Dr. Steinn los había recibido con gusto en sus aposentos. No parecían personas que nos quisieran rescatar, todo lo contrario. Eran aliados de Steinn, el mismo gobierno, sus placas se fueron a la basura desde que ayudan a basuras como él.
—El presidente de los estados unidos quiere ver los resultados, por favor, esperemos que tenga algo bueno.
El científico puso una sonrisa en su boca y empezó a hablarles con mucha confianza.
—Después de perder a mis socios gracias a un maniaco, realmente los avances no serán tan rápido, pero tengan paciencia caballeros, lo bueno esta por empezar.
—Más te vale, puede que estemos aliados, sin embargo recuerda el porque te damos todas estas facilidades, no queremos fraudes.
—No los tendrán, lo juro.
Los militarizados salieron del lugar en formación, parecían muy intimidantes, en ese momento sabía que planeaban cosas mucho más grandes ¿pero exactamente qué?
Eran punto de las 3:00 pm y no habíamos comido nada, sin energías, sin esperanzas, sin una vida propia.
—Llego la hora de la comida ¡mis animalitos!
Steinn metió la comida por debajo de la puerta. No reconocía exactamente lo que era, es más, ni siquiera sabía si en realidad era comida.
Pero daba igual, ya llevábamos días sin comer, era al menos comestible.
No conocía exactamente nuestra ubicación, nos trasladaban pero no nos dejaban ver nada, como es obvio.
¡Quiero irme de este infierno! Gritaba una y otra vez dando golpes a la puerta ¡ Quiero vivir! Ese era mi desahogo después de toda esa mierda.
Lloraba, pero todo eso era en vano, por más que bramara, gritara o golpeara la puerta, era completamente inútil, solamente causaba dar más lastima.
El chico de la habitación de alado se había dado por vencido, ya no le quedaban fuerzas.
Después de unos instantes se empezaron a escuchar las sirenas advirtiendo un sismo, lográbamos escuchar lo que pasaba afuera, al científico no le molestaba, digo, tampoco no es como que pudiéramos hacer algo en el momento.
Mirábamos a todos lados, realmente asustados, se desato el terremoto, el profesor llego corriendo hacia con nosotros, pero el sismo ya había comenzado, se empezó a derrumbar todo, incluso nuestras habitaciones, lo que lograba recordar, una roca me iba a caer en la cabeza y todo se puso color negro.
Después desperté en una cama de al parecer un hospital.
¿Dónde estaba?
Esa era la pregunta más pegada en mi cabeza, que por cierto me dolía mucho. buscaba algún doctor con la mirada y al fin llego, era un hombre alto con tez blanca y ya un poco viejo.
—Einar, me alegro que estés bien.
¿Sabía mi nombre?
—Como…
— ¿Se tu nombre?
—Sí, así es señor.
—Estaba en tus expedientes, realmente llegaste aquí con heridas más grabes, no entiendo como sanaste tan rápido, seguro eres un joven muy especial.
—No recuerdo nada doctor, solo mi nombre.
—Te encontraron en un derrumbe en los E.U.A. por lo que se sabe tu nacionalidad es de aquí, de Islandia, es una larga historia Einar, el gobierno nórdico los mando a buscar, pero por ahora relájate.
No entendía nada, había perdido la memoria, simplemente me recosté en la cama tratando de recordar algo, pero simplemente se me venía a la mente la risa de alguien que odiaba con todo mi corazón.
Editado: 21.05.2020